YOUNG ADULT

PELI DE JASON REITMAN CON LA COLABORACIÓN DE DIABLO CODY EN EL GUIÓN

“Young Adult” es el término con el que, en la literatura bestselleriana de gasolinera, se define a ese target eminentemente femenino que apenas roza la veintena, el mismo al que el licántropo de mirada embaucadora y cuerpo diez de la saga “Crepúsculo” arranca lágrimas de cocodrilo y contracciones pélvicas (casi) involuntarias en sus ensoñaciones lúbricas de amores imposibles bajo un cielo refulgente de estrellas. Y no es casualidad que Jason Reitman, la nueva gallina de los huevos de oro del cine indie, lo haya elegido para dar título a su último largo, a propósito de una engreída novelista barata (y forrada) bien entrada en la treintena que sigue compartiendo los códigos de conducta, perfectamente resumibles en la dicotomía “populares versus fracasados”, por los que se rigen las adolescentes de instituto que constituyen su público objetivo.

Reitman, que en trabajos como “Gracias por fumar” o “Up (in the air)” ya profesaba una debilidad notoria por humanizar a aquellos personajes que, sin llegar a la condición de antihéroes, enmarcaban su filosofía dentro del cuadro de lo políticamente incorrecto, se alía nuevamente con Diablo Cody (guionista de la celebradísima “Juno”) para dar cuerpo a una Charlize Theron ridículamente arrogante que, cual Ignatius Reilly contemporáneo enfrentado a la vulgaridad de sus catetos antagonistas, dirige sus repiqueteantes tacones de vuelta al fango que la vio crecer para hacerse con aquello (aquel) que considera que nunca dejó de ser suyo. Hilarante por momentos y profundamente humana en su elenco de secundarios, la odisea perpetrada por Theron alcanza su cenit en una desgarradora secuencia final en la que Reitman deja patente que los monstruos también sienten, aunque sea a costa del resto. Todo un bálsamo para aquellos que siguen viendo el mundo en blanco y negro, pero no desde la óptica de Mavis Gary, sino desde la de Todd Solondz.

“Young Adult” se estrena en cines mañana, 17 de febrero.