Yonqui guapo, petardos mojados

Querer ser Renton. Querer serlo muy fuerte y a ratos. Convertirse en el protagonista de Trainspoting, unos días si, otros ni de broma y solo cogiendo siempre la parte mas glamurosa y sexy, dejando de lado el mono, los esputos y la jeringa. Abrazando la diversión del riesgo, la belleza de la decadencia, el fuego que no quema. Claro, el tipo es un despojo pero también es un símbolo y puede ser interesante analizar por qué celebramos películas como Trainspotting y nos identificamos con sus personajes volviéndolos iconos de lo postmoderno.

Irvine Welsh escribió paras su libro un personaje mas oscuro y repulsivo construido desde una visión mugrienta de la vida. Boyle en su película es mas luminoso pero en ambos casos Renton representa un arquetipo real con el que gente real se identifica. Es un icono de la moda, con el papel que ésta juega para la construcción de identidades y una posición ante la vida. Él es la inacción frente a su entorno, la negación.

En términos de Edmund Burke, representa la atracción por el abismo. Rents es lo sublime. Mezquino, carismático, sabandijo, un poco listo, oportunista, patán, habilidoso, sagaz, libertino, decadente, intransigente, corriente, seductor, indecente, indiferente, simpático, detestable, bastante mierda, bastante traidor, el típico ganador, amanerado, dócil, contestatario, impostor, descafeinado, irreverente, pazguato, por momentos repulsivo, resuelto, ingenioso, corriente, poderoso, montonero, pocilguero, mentiroso, hábil, nihilista, detestable, insolidario, atractivo, pernicioso. Ser Renton es querer ser el villano, la distópica, el que jode la fiesta. Su imagen sigue representando el rol de quien no quiere pertenecer al sistema, a priori, por supuesto.

Yonqui guapo, petardos mojados

Se siguen imitando su ropa y su manera de ser ante las cosas. Aquella camiseta azul prieta, los pantalones pitillo, las zapas, la chupa vaquera, la bomber suavona, roñosa incluso, los calcetines blancos, la cabeza rapada y el pendiente brillante como un yate. La camiseta de estampado playero enseñando el ombligo, la delgadez del carpe diem, su forma de hablar y esos discursos agiles y chispeantes. El cigarro colgado de la boca imposible sujeto en equilibro de maderfaquer. Algo Jamesdeaniano llevado a los noventa, un poco Tracy Emin aunque ella sea de verdad en todos los sentidos.

Mucho mas allá de lo anecdótico, la figura de Renton representa la del rol de quien prefiere evadirse y no enfrentarse con nada. Renton es el no comprometerse. Él es el Lust for life de Iggy Pop que parte del ciudadano moderno occiental quiere ser. Un beber la vida a tragos largos pero sin resacas, sin recados, sin lo malo de ser Iggy Pop.

La película de Danny Boyle se estrenaba en 1996 y se convirtió en un éxito comercial desde el principio consiguiendo con el tiempo pertenecer a la categoría de culto. Ahora se estrena la segunda parte inspirada también en el segundo libro de Irvine Welsh, Porno. En el libro como en la película han pasado algunos años en la vida de sus personajes, pero todo sigue en lo sustancial bastante parecido.

Cuando la película se estrenó eran tiempos de gafas bakalas y la guerra del golfo. Esas gafas oblicuas verdes y esos videos de bombardeos verdes, todo muy artificial y no como ahora. Ahora llevamos otras gafas, tenemos otras guerras y Renton como figura y Trainspotting como fenómeno siguen describiéndonos exactamente igual de bien. No se trata de un estado de alienación social generalizado si no de un síntoma natural, un hecho que responde a los ritos y los gustos de nuestra sociedad.

Yonqui guapo, petardos mojados

En cuanto al género el personaje tiene algo de andrógino, hecho de fragmentos de la masa madre trans de Ziggy Stardust lo que le hace conectar con el público en éste sentido. Yo llevé su pelo, su ropa y su pose y lo mismo le sucede a muchas mujeres. Es ésa cualidad de ser algo querubinesco, como el protagonista de Liquid Sky lo que hace que muchos seres, sin importar su identidad sexual se identifiquen aún con él, contribuyendo un poco a desactivar la figura normativa del macho alfa que describe todavía el relato del cine moderno.

La película habla fundamentalmente de no pertenecer a la sociedad. El famoso monologo del comienzo expone su mirada archiconocida del mundo: “Elije un piso, un coche, una tele grande que te cagas [….] yo elijo no elegir la vida”. Renton elije no elegir por que es hijo del desencanto y de la clase obrera. Se siente abatido y reticente a formar parte del estado del bienestar. Es un perfecto vehículo para expresar sentimientos de los Millennials y la Generación X.

Ésta generación se conoce también como la de la apatía, que termina con mayor o menor consenso en los 80. Algunos sociólogos expertos utilizan el término Generación Peter Pan y cuando discuten su significado hay mucho consenso, se abrazan y se toman cafés juntos. El protagonista de Boyle es sin duda Peter Pan, una X y un Millennial, fundamentalmente un chico bueno que no quiere crecer. Por eso no se le representa como un verdadero adicto, sino como un yonqui guapo. Sus facciones agradables son mas sencillas para que se produzca la verdadera identificación. No hay consecuencias físicas reales de la heroína sino los rasgos apolíneos de Ewan McGregor, una cara mas fácil de imaginar en una regata benéfica. Una estrategia creativa que le convierte en el chico bueno que se porta mal, el rebelde sin causa.

Yonqui guapo, petardos mojados

Cuando su autor construyó el personaje le otorgó características complementarias a nosotros, las mas indecorosas, como pasa con todos los roles necesarios que se repiten en la sociedad: Los villanos, Die Antwoord, las criaturas de Matthew Barney, Tommy Cash, Alex en la naranja mecánica o los muñecos sardónicos de Paul McCarthy. Una lista larga de seres y conductas de los que cada cual toma los elementos que mas le encajan.

Renton comparte mucho con Travis en Taxi Driver, tanto el parecido físico como su deseo de dinamitar el sistema siendo a la vez demasiado cobardes para hacerlo. Esto es un aspecto útil para entender su aceptación mass media. La sociedad de bienestar quiere monstruos buenos, figuras guapas desactivadas tan explosivas como un petardo mojado. Las ficciones cinematográficas y literarias están trufadas de seres que sacian un poco el deseo de ser molestos, lo que produce una agradable sensación de euforia primero y apaciguamiento después, durando solo lo que dura la ficción.

El protagonista de la obra elije la vida al final de la película, elije ser uno de nosotros, abraza las cosas y entra en el juego de la sociedad. Los monstruos comerciales garantizan una vuelta a la rutina, estorbar sin estorbar y volver a la productividad. También puede leerse sin embargo como un mensaje constructivo. En éste caso el film encaja con el deseo romántico de asomarse al pozo oscuro, no caerse y volver a salvo a casa, lo cual es muy justo. Renton es siempre un role model de alquiler que puedes devolver sin penalizaciones.

Yonqui guapo, petardos mojados

 Imagenes: Miramax