El 16 de julio de 2014 cuatro niños fueron abatidos por el ejército israelí mientras jugaban en una playa de Gaza. Carlo D’Ursi recrea aquel asesinato en Yalla, su nuevo cortometraje. Un grito en el cielo contra la violación de los derechos humanos de la infancia. El cineasta italiano lo grabó entre Toledo y Madrid. Ahora opta a los Premios Forqué.
El corto de Yalla se basa en el asesinato de cuatro niños en la Franja de Gaza el 16 de julio de 2014. ¿Llevaba desde ese día en tu cabeza?
Carlo D’Ursi: Llevo investigando el uso descontrolado de los drones militares no tripulados desde la Guerra de Afganistán, que se ha convertido en un “campo de prueba”. Cuando en julio de 2014 salta la noticia del asesinato de cuatro niños, casi en directo, cuyo único “error” fue el de escoger como campo de juego un lugar cercano a un contendor de armas que había sido bombardeado anteriormente (o, al menos, esa es la explicación oficial), supe que esta historia se tenía que contar.
“Las siluetas que corrían en la playa no habían sido identificadas como niños que jugaban al fútbol, sino como milicianos armados de Hamas”. Con estas palabras, los investigadores del ejército israelí, después de meses de investigaciones, archivaron el caso de los cuatro chicos.
Ningún culpable, ningún proceso, solo unas muertes “trágicas”, declaró el Coronel Peter Lerner, portavoz del IDF (Israel Defense Force). La operación militar que dio lugar a la muerte de los cuatro chicos se llamaba ‘Margen de protección’. ¿Qué protección se ofrece a la infancia? El derecho internacional es claro: atacar a civiles que no participan en las hostilidades constituye un homicidio ilegítimo, y puede constituir un crimen de guerra.
En una palabra: Yalla
Solo se pronuncia una palabra en todo el corto: Yalla, la que le da título. ¿Es con la idea de que pueda entenderse en cualquier punto del planeta?
El cortometraje pivota alrededor de la sola palabra Yalla con el objetivo que a lo largo del metraje mute de significado para volverse cada vez más dramático y frenético en consonancia con la fotografía. La percepción auditiva como instrumento de memoria sensorial en la transmisión de una emoción es algo para mí fundamental, como se puede apreciar en Tabib, mi anterior corto. No se trata por lo tanto de una decisión para ampliar mi horizonte de distribución, sino de una meditada mutilación narrativa para conseguir centrar más la atención del espectador.
A nivel visual hay dos partes muy diferenciadas: el blanco y negro de los niños con el color de las vistas aéreas del dron. ¿Cuál es la intención?
La vida de un niño en la Franja de Gaza no tiene colores, porque no tiene infancia. Solo quien está sentado cómodamente delante de un ordenador, decidiendo con un joystick sobre la vida o la muerte de quien está en el campo de batalla, puede permitirse el lujo de verlo todo en color.
Casi todos los planos son exteriores. ¿Cuál fue el lugar elegido para recrear Gaza?
La productora ejecutiva se recorrió toda la Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha para encontrar una buena localización. Recorrimos campos de tiro, lugares de paintball llenos de recreaciones militares, pero ninguno cumplía. Todos tenían lo que yo llamo el efecto Los Ángeles, parecían un decorado al que se le ven las costuras. Y el último día de búsqueda, ya volviendo de Toledo a Madrid, nos encontramos con unas canteras abandonadas, de paisaje casi lunar. Las fotografié y supe que habíamos encontrado la “loca”, que es como solemos llamar a las localizaciones.
Premio Amnistía Internacional
El trabajo está teniendo diversos reconocimientos y galardones. Entre ellos, ha ganado el Premio Amnistía Internacional para proyectos de cortometraje del Festival Abycine. ¿Qué supone para ti?
Gracias a mi anterior cortometraje, he aprendido que el cine en formato breve puede ser un gran instrumento de educación y ahora quiero poner al servicio de Yalla la experiencia adquirida, para poder escalar el proyecto. También he aprendido que para poder concienciar de manera transversal, es fundamental dotar el mensaje de equidistancia, ser prudente en las declaraciones y evitar cualquier gesto de partidismo. Por esta razón he deslocalizado el cortometraje de Gaza, para llevarlo a un descampado en un entorno bélico genérico. Porque la infancia no tiene color político, ni pertenece a bloques de poder. La infancia es un derecho universal al que nadie, en su sano juicio, puede oponerse. Solo así conseguiremos que el mensaje llegue intacto al mayor número de personas posibles.
Ir de la mano de Amnistía Internacional es una alianza estratégica de primer nivel, que permitirá alcanzar incluso una mayor difusión del mensaje de Yalla a favor de la infancia.
Continúa la estela de Tabib, tu primer cortometraje. ¿La seguirán también los siguientes?
Lo admito, soy un director reincidente y algo obsesivo, pero es que hay obsesiones que pueden marcar la diferencia. Denunciar la violencia contra la infancia es una de ellas. Sin embargo, de momento no soy ni político, ni gestiono grandes poderes del mundo que puedan generar cambios tangibles y con la urgencia necesaria. Soy un cineasta. Y seguiré denunciando las violaciones a los derechos de la infancia siempre que pueda.
Director, productor y actor
Compaginas las tareas de director, productor y actor entre España e Italia. ¿En qué andas ahora?
Espera que les pregunto, porque andan bastante agotados últimamente…
Carlo actor, ¿Qué tal te va?
Pues a punto de estrenar Una famiglia italiana, el 21 de diciembre en Filmin. Representa mi vuelta como actor al cine italiano, después de muchos años. El director me decía que tenía acento español al hablar, así que al final actué medio en dialecto de mi tierra (Apulia).
Ahora el productor, ¿qué tal por Potenza Producciones, nuevos proyectos?
No se puede hablar de nada que no sea concreto, una de las mayores dotes de un empresario es la fiabilidad y concreción.
¡Qué hermético! Voy a ver el director qué hace… Carlo director, ¿En qué andas?
¿¡No ves mi Instagram @carlodursi arder!? Estoy de campaña para conseguir que el mayor número de productores españoles puedan ver el corto para los Premios Forqué, en los que mi cortometraje Yalla está nominado.