Víctor Lenore es periodista musical con más de 30 años de profesión y nos habla de la cara B de la profesión en España.
La música, la cultura y el periodismo musical está en uno de los peores momentos de toda su corta historia. Pero menos mal que todavía quedan profesionales como Víctor Lenore que son capaces de enamorarte no solo de la música, sino también de la profesión. Víctor Lenore es un soriano de 49 años que ejerce de periodista, escritor y crítico cultural, y lo lleva haciendo desde hace más de 30 años. Ha escrito biografías como la de Smashing Pumpkins del año 1996 para la editorial La Máscara en la colección: Imágenes de rock. Ese mismo también publicó para la misma editorial una bio de Madonna, y al año siguiente otra de Lemonheads. Como ensayista y retratista sociocultural también se ha prodigado largo y tendico con títulos como: Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural (Capitán Swing.156m. 2014); Espectros de la movida: Por qué odiar los años 80 (Ediciones Akal.478, 2018)… Lleva años como colaborador en VozPópuli y cuenta con su propio podcast, Truco o Trato, también en la radio de Subterfuge donde ha entrevistado a nombres tan variopintos como Joaquín Reyes o Kiko Matamoros. Reflexionamos con él sobre periodismo musical y la influencia de las redes sociales, entre otras cosas.
Víctor Lenore (@Lenore1789)
Víctor Lenore y Joaquín Reyes
Víctor Lenore, de entrevistador a entrevistado
Llevas toda la vida como crítico musical, ¿te sigue gustando y apasionando como el primer día?
Creo que la pasión no es buena aliada de un periodista. Me dio mucho que pensar una entrevista que hice en Sevilla al icono punk Richard Hell, que me dijo que le aburrían los artistas que se basaban en sus pasiones y le enganchaban los que se movían por obsesiones. Me puso el ejemplo de un amigo suyo fotógrafo cuya obsesión era fotografiar chicas desnudas. El hombre no entendía bien por qué, más allá de lo obvio, pero no podía parar de hacerlo. Mi obsesión por la música popular es más saludable y presentable, pero no deja de ser una obsesión, algo que no puedo dejar de hacer aunque traiga factura económica, laboral y personal. Poco a poco se ha ido ampliando a otros campos culturales, sobre todo el ensayo, que me ayuda a comprender conflictos que me interesan.
Imagino que habrás tenido más de una crisis y ganas de tirar la toalla, ¿qué te ha llevado a seguir adelante?
Justamente he seguido adelante porque es una obsesión, algo con lo que no hay mucho margen para negociar. Estoy convencido de que me autoengaño: por ejemplo, intento convencerme de que la crisis de la crítica cultural ha hecho que quedemos pocos y que eso hace posible que sobrevivamos dos o tres. No es cierto. Estamos muertos y punto. Si alguien se salva, será de milagro. Entrevisté a Simon Reynolds -el periodista musical más famoso del planeta- hace unos años y me dijo que él solo estaba seguro de que llegaría a cotizar hasta jubilarse, pero no de que hubiera crítica de música pop más allá.
Victor Lenore haciendo de jurado en un videoclip de Los Punsetes
Empezaste en una época en la que no existían las redes sociales.
Cuando yo empecé, llamaban al teléfono fijo de casa de mis padres para hacerte los encargos, redactaba con máquina de escribir y enviaba los textos desde el fax de una papelería cercana. Era carísimo esto último, pero ver tu texto en Rockdelux veinte días después suponía un subidón enorme. La mejor época fue el cambio de siglo, donde si eras un poco espabilado en Madrid te levantabas 2000 euros al mes sin mucho problema (mi alquiler costaba 500). Recuerdo años de tanto trabajo que iba a todos sitios en taxi, apenas comía en casa y veía más de veinte conciertos al mes. Eso son unos 250 cuarenta anuales, que no está nada mal.
Víctor Lenore: “Cuando yo empecé, llamaban al teléfono fijo de casa de mis padres para hacerte los encargos, redactaba con máquina de escribir y enviaba los textos desde el fax de una papelería cercana”
¿Crees que las redes sociales han favorecido la cultura o la están tirando abajo?
Internet ha democratizado el consumo cultural, al mismo tiempo que ha destruido el tejido que tanto necesitamos. Me refiero a salas, librerías, redacciones, centros culturales, etcétera. Es una paradoja muy jodida. Durante mi juventud, me gastaba casi toda la renta disponible en discos y eso era un horror, la situación es más sensata ahora. El problema es que grandes servicios como Spotify, Amazon y Google están arruinando a artistas, productores y periodistas. Necesitamos alternativas públicas para ese tipo de plataformas. Y no veo a un ningún partido reclamándolas, aunque sí a intelectuales muy despiertos como Fernando Broncano y Ekaitz Cancela, cuyo trabajo recomiendo atender.
Víctor Lenore y Ernesto Castro
¿Alguna vez has sufrido acoso en redes sociales?
Sufro troles y tarados de manera constante, pero no lo considero acoso. Más que los insultos a mi persona, me entristece el bajo nivel de conversación. Los botones de ‘bloquear’ y ‘silenciar’ son buenos aliados. Yo también he sido trol ciertas temporadas. Aprovecho para disculparme. También he recibido toneladas de cariño. Las redes son como las drogas, algo que no es bueno ni malo, sino que todo depende de cómo las uses. La mayoría de las discusiones sobre cultura en redes, en mi experiencia, no tienen que ver con conflictos culturales sino con frustraciones personales de quienes participan.
Víctor Lenore: “La mayoría de las discusiones sobre cultura en redes, en mi experiencia, no tienen que ver con conflictos culturales sino con frustraciones personales de quienes participan”
Cuentas con legión de fans y haters en redes sociales, ¿cómo toreas a los haters?
En realidad, más que bloquear o silenciar, lo que me funciona para los insultos es contestar con una frase amable o graciosa. Eso suele bajar los humos y generar simpatía de quienes nos está leyendo. En realidad, no escribimos para la gente con quienes discutimos, sino para quienes nos están leyendo callados.
Víctor Lenore y Manolo de Astrud
¿Tienes o has llegado a sentir miedo por las opiniones o ataques de personas que no estén de acuerdo?
Un examigo se pasó semanas mandándome mails larguísimos, con amenazas de muerte, porque no le había gustado mi panfleto Indies, hípsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural (2014). Lo curioso es que el tipo no salía mencionado, pero se sentía aludido. Mi exmujer quiso llamar a la policía, pero no le hice caso porque en sus textos se veía que era todo una mezcla de frustración, ansiedad y resaca (escribía siempre los domingos). Me lo crucé en un concierto y no se atrevió a acercarse. También sé que tengo ‘enemigos’ (empresarios y periodistas a los que he cuestionado) que cada vez que consigo un trabajo llaman a la empresa para que me lo quiten.
Víctor Lenore: “Hay más posibilidades de sobrevivir si sales de fiesta con la gente correcta que si haces muy bien tu trabajo”
Ya tienes la piel muy curtida, pero, ¿cómo conseguiste desvincularte de las críticas a tus opiniones a lo largo de los años?
Mi trabajo ha recibido muchos cuestionamientos, pero también toneladas de apoyo. Con el ensayo de los hípsters hice una gira de unas sesenta presentaciones, con el de la movida unas treinta. He hablado en universidades como Deusto, en la Fundación de Estudios Marxistas y en el Senado español, invitado por musicólogos de la Complutense; también lo presenté en Colombia y en la Feria Internacional del Zócalo de México, por citar los lugares más llamativos. Me han entrevistado en sitios tan diversos como el programa de Carlos Herrera en la COPE y el de Juan Carlos Monedero en Público. La Sexta hizo un programa de La Sexta Columna basado en gran parte en mi libro sobre La Movida. Los textos gustaron a gente tan diversa como Juan Manuel de Prada, el sociólogo César Rendueles. Jorge Martínez de Ilegales, el cantautor Ismael Serrano y Nega de Los Chicos del Maíz. Después de esto, si Santi Carrillo (director de Rockdelux) o un yupi de Radio 3 sigue diciendo que mis textos no despiertan ningún interés, creo que el problema es suyo, la verdad.
Trabajas en solitario, no formas parte de ninguna gang, colectivo o grupo de personas que ensalcen tu trabajo, vas por libre, ¿sientes que esto ha perjudicado o mejorado tu trabajo?
Nunca he huido de lo colectivo, pero no es fácil encontrar personas con las que conectar. Aprendí mucho en los años en que trabajé en las revista Ladinamo, un grupo humano totalmente brillante, muy por encima de la prensa cultural existente. Ahora aprendo montón de mis conversaciones cotidianas con personas como Esteban Hernández (jefe de opinión de El Confidencial), la escritora Ana Iris Simón y el columnista Alberto Olmos, entre muchos otros. Pero, vamos, tienes razón, siempre me he juntado con gente sin mucho poder. Ojalá tuviéramos un espacio para poner un común inquietudes culturales que creo que comparte mucha gente.
Con una pandemia mundial de por medio, redes sociales, cultura de la cancelación, ¿le dirías a alguien que se convirtiese en periodista musical?
No se lo recomiendo a nadie, es un suicidio laboral. Tienes que tener mucho dinero y contactos para que te salga bien.
Dos cosas que siempre se omiten a la hora de hablar de este trabajo son la precariedad y las críticas duras por desconocimiento a todo lo que conlleva este trabajo, ¿por qué crees que sigue ocurriendo?
El crítico literario Ignacio Echevarría ha escrito varios artículos explicando que la crítica cultural se ha hundido porque a la mayoría de personas nos falta tiempo, dinero y criterio para apreciarla. También porque no la apoyan los empresarios de los medios, que están a otras cosas. Mi postura la he explicado en artículos recientes de Vozpópuli como “El suicidio silencioso de la crítica cultural” y “Una modesta proposición para exterminar a los críticos culturales. Atravesamos un momento durísimo.
Mucho movimiento, apertura mental, cambios, pero sigue pareciendo que España no apoya lo diferente y si no sigues el rollo endógamico o no encajas, te van a intentar destruir o machacar. Si no te vas de after con cierto tipo de personas, no tendrás futuro, ¿crees que esto es algo más español, humano o de los trolls de Internet?
Lo has descrito muy bien. Hay más posibilidades de sobrevivir si sales de fiesta con la gente correcta que si haces muy bien tu trabajo. Eso nos condena a la irrelevancia. Este fenómeno es propio de países sin mayorías ilustradas ni instituciones culturales fuertes. Hay mucho postureo. El ensayista Félix de Azúa explica que en España domina una cultura “espectacular y naricisista”, que “simplemente está diciendo ‘yo soy muy bueno’ y, además, en el sentido de ‘yo soy muy guapo’”. Ignacio Peyró, director del Instituto Cervantes en Londres, explica que “para la derecha, la cultura es eso que les gusta a las mujeres de los ricos”. Bajando a ras de calle, solemos confundir la cultura con la lista de la compra de la FNAC o con nuestras preferencias de contenidos en redes sociales, cuando en realidad es la forma en que vemos el mundo y nos relacionamos con él.
Víctor Lenore: “Ahora las redes multiplican nuestro lado más errático y nos quitan tiempo para dedicarnos a mejorar en lo que hacemos”
Esta nueva generación de músicos cree que, gracias a los likes y las redes sociales, su vigencia y su conocimiento de la industria musical es muy sólida, y hasta algunos exigen y montan campañas de cancelación si no son publicados en medios. Está claro que no todas las bandas son así, existen proyectos jóvenes, con mucha cabeza y mucho talento, que saben cómo funciona la cosa y se rodean de buenos profesionales. ¿Esto ha sido siempre así en la música o es cosa de las nuevas generaciones?
Siempre hubo músicos desquiciados, obsesionados con la industria más que con mejorar sus propias canciones. Las redes hacen que esto sea más visible. Si te fijas, los grandes compositores y cantantes se preocupan más por su arte que por el comercio, aunque algunos paguen no prestar suficiente atención al dinero. Ahora las redes multiplican nuestro lado más errático y nos quitan tiempo para dedicarnos a mejorar en lo que hacemos. Yo también peco de eso y es algo en lo que debemos trabajar porque Silicon Valley acumula mucho poder y tiene equipos potentes de psicólogos, psiquiatras y antropólogos estudiando cómo hacer que perdamos el tiempo en sus naderías. Hace poco leí un ensayito muy potente del filósofo Jean Baudrillard, reeditado por el Circulo de Bellas Artes de Madrid, donde explicaba que la banalidad es la nueva pornografía. Aceptamos sucedáneos digitales de cultura, espejismos sin sustancia.
¿Qué les dirías a las bandas que se quejan por no salir en medios?
Les diría que los grandes, desde Juan Gabriel a los DJs de la edad de oro de las raves británicas, pasando por Natos y Waor y por los superventas como Tijeritas, han triunfado sin apenas apoyo de los medios. Lo importante es la música y las relaciones sociales que crea, no los reportajes.
Víctor Lenore y el rapero Nega
No existe el manual del buen periodista y ahora, en el siglo XXI y con la aparición de las redes sociales, surgen muchísimas formas de comunicar, darse a conocer o volverse viral, ¿por qué crees que siempre se critica la forma en la que un periodista musical decide expresarse?
Somos un blanco fácil, sin mucho poder. Recuerdo pensar que este oficio se había terminado cuando en Ratatouille (una película infantil de Pixar) aparecía un crítico culinario feo, calvo y antipático, que es como nos percibe la mayoría del gran público. Yo veo a los críticos culturales de otra manera porque sus textos me han hecho comprender mejor la vida y disfrutarla más.
¿Consideras que, a largo plazo, las redes sociales se van a volver un pozo más oscuro o volverá a ser un espacio más o menos seguro donde expresar tu opinión y enseñar tu trabajo?
Es un combate muy desigual, donde tenemos todas las de perder. Me desanima que ahora buscas algo en Google y ya te salen veinte vídeos antes del primer texto. La cultura audiovisual ha noqueado a la escrita o sonora, por ejemplo ya no se entiende una canción sin videoclip, algo que enturbia por completo nuestras posibles fantasías. Mi posición política más radical es que soy antiprogresista, creo que el mundo es peor cada año y que necesitamos accionar el freno de mano de este tren, como advirtió Walter Benjamin. Hay mucha lucidez en algunos reaccionarios y creo que no está de más escucharlos (‘reaccionarios’ alude a reaccionar). Cuando pierdo la calma, me intento templar con autores de Chesterton, Simone Weil, Pasolini, Juan Manuel de Prada y Christopher Lasch, que tienen muchísimo que decir sobre nuestros problemas culturales.
Igor Pascual, Víctor Lenore y Jorge Ilegal
Ya has visto y vivido varias escenas, pero nunca una con pandemia, ¿qué crees que va a venir ahora?
Creo que nos espera paro masivo, crisis ecológica y desamparo social. La política es cada vez más impotente y necesitamos un cambio espiritual, similar a una conversión religiosa masiva hacia los valores igualitarios. También pienso que para salir de esta crisis necesitamos afrontar nuestros problemas de manera colectiva, con la determinación y solidaridad con la que Europa se enfrentó a los nazis en el siglo XX. Disculpen la falta de optimismo, pero es lo que pienso.
¿Cuál es tu BSO actual?
Cada vez me interesan más los grandes músicos populares: Roberto Carlos, Juan Gabriel, Violeta Parra, Damas Gratis, Camela… Mi canción preferida del disco de C. Tangana es la que hace con Carin León. Mi último descubrimiento es el colombiano Jimmy Gutiérrez. Hay mucha más vida y vanguardia en estas canciones sencillas que en toda la discografía del Niño de Elche. Otra cosa que escucho de manera constante es Luis Miguel, música romántica de toda la vida.
¿Qué bandas nacionales te gustan o te hacen tener fe en la música actual?
Muchísimas. Por citar unas cuantas, soy tremendamente fan de El Jincho, Jarfaiter, Xavier Baró, La Zowi, Mayte Martín, Biznaga y La Casa Azul, entre decenas de nombres.
¿Qué planes puedes contarnos de este incierto 2021?
Te contesto con una letra de Nacho Vegas: “Tengo un ambicioso plan/ consiste en sobrevivir”