Verde Prato canta en euskera y trae al presente y al siglo XXI el amor, mimo y cuidado por el folclore antiguo.
Desde hace tiempo hay una corriente de proyectos musicales que combina referencias y sonidos del pasado, folclore de raíz, con sonidos y tecnología del presente. Baiuca es uno de los exponentes patrios de la combinación de tradición y modernidad, combinando los sonidos tradicionales gallegos con la música electrónica del presente. Los andaluces Califato 3/4 también han seguido esa vía creativa, pero recurriendo a sus propias raíces del sur. Un camino que refuerza Verde Prato interpretando cantos vascos populares con la tecnología contemporánea, folklore vasco del siglo XXI. Verde Prato es Ana Arsuaga, 26 años, cantante, compositora, música y productora vasca de Tolosa (Gipuzkoa). Además de su proyecto en solitario, Ana también forma parte del colectivo Serpiente y Mazmorra. Y como Verde Prato acaba de lanzar su primer álbum: Kondaira Eder Hura.
Verde Prato @verdeprat0 por Maria Muriedas
Entrevista con Ana Arsuaga, Verde Prato, último exponente del folklore vasco del siglo XXI.
¿Por qué un nombre como Verde Prato para este proyecto musical?
Se me hacía difícil elegir un nombre para el proyecto, y me acordé de que una obra de teatro de mi madre, que dirige el taller de teatro municipal de Tolosa, se llamaba así. El cartel del estreno me había gustado desde pequeña, con ese nombre, que en realidad hace alusión a un cuento de Basile, así que lo elegí.
Antes de Verde Prato, ya habías estado en dos proyectos musicales diferentes, ¿cómo empezaste en la música?
Mis tías tienen una academia de piano a la que íbamos todos los primos de niños, así que mi primer contacto fue ese. Más tarde, cuando fui a Bilbao a estudiar la carrera de Bellas Artes, muchas de mis amigas y amigos eran músicos. Bea, una de ellas, me propuso hacer un grupo, que luego fue Serpiente. También estuve en Mazmorra, con otros amigos de diferentes trayectorias relacionadas con la música.
¿Qué te impulsó a saltar en solitario como Verde Prato?
Para un concierto en el Club Larraskito en Bilbao, me propusieron tocar un par de canciones sola, como un experimento. Me pareció interesante, y probé. Más tarde, me salieron más conciertos, y me hizo ilusión, así que ya me metí de lleno en el proyecto.
¿Prefieres hacer música en solitario o dentro de un grupo?
Me gustan las dos opciones. Sola puedo decidirlo todo y dirigir el resultado hacia lo que quiero de manera más precisa, pero en grupo tienes las virtudes y el talento de los demás, no caes tanto en tus automatismos.
Tus canciones tuvieron éxito antes de lanzar el álbum.
En realidad, el LP acaba de salir, se llama Kondaira Eder Hura, así que estoy muy contenta. Lo que había en internet hasta ahora sí que eran algunos de los temas grabados en directo, sin producir, sin arreglos… Pero no he podido sacarlo antes, gran parte del problema ha sido la pandemia, que ha atrasado todo el proceso.
¿Qué te ha llevado a resucitar el folklore vasco?
Es algo que siempre me ha atraído, las canciones populares, ya que forman parte de la vida de una manera muy natural, se cantan en las comidas, en celebraciones familiares, etc. Eso me parece muy emocionante, esa fuerza que tienen; por otro lado, se suelen basar mucho en la tradición oral, y con Verde Prato quería experimentar sobre todo con la voz, de modo que me sirve como fuente de inspiración en muchos sentidos.
¿Por qué crees que esta nueva generación de jóvenes artistas como tú tiene un ojo en el pasado y lo antiguo?
A mí me parece normal, como te digo, me parece un tema tan interesante, que lo que me extrañaría es que nadie indagase en él. De todos modos, aunque ahora se den a conocer más proyectos que beban de las raíces, creo que siempre han existido propuestas así; por ejemplo, en Euskal Herria, ha sido algo muy común también en el pasado (Soroak, Haizea, Oskorri, Mikel Laboa, Lourdes Iriondo…).
¿Cómo compones las canciones?
Normalmente, voy cogiendo elementos que me apetece utilizar, un tipo de base, un bombo concreto, una estructura particular… y empiezo a experimentar sacando melodías de voz y de teclado encima de eso. Después, sigo con la letra, y voy adaptando estructuralmente la canción, añadiendo arreglos, o detalles… de todos modos, varía bastante de tema a tema.
¿Por qué crees que la gente conecta con tu música aunque no sepa vasco?
Creo que la capacidad de emoción de la música va más allá de la lengua de la letra; no deja de ser un valor añadido, pero es curioso que sin él, una canción nos puede arrebatar muchísimo, a mí me pasa con música en idiomas que desconozco, así que con el euskera me imagino que podrá pasar de la misma manera.
¿Con quién te gustaría colaborar?
Si nos ponemos a soñar, con Kali Malone, por ejemplo.
Además eres pintora, ¿cómo compaginas estas diferentes áreas creativas?
Para mí son diferentes herramientas de conocimiento, aprendo mucho con ambas, y cada una tiene sus particularidades, la pintura es un proceso más solitario, el momento de introversión es me da la sensación de que no se termina; con la música, en cambio, están los conciertos, y ahí el contacto con los demás es diferente al de una exposición, es mucho más directo y físico –la música la sientes en el cuerpo, te guste o no. Y bueno, las compagino como bien puedo jaja Pero mi plan es seguir con las dos.
¿Sientes que Verde Prato encaja en una escena española que tiende a sonidos más urbanos y más pop?
Tengo cierto recelo a clasificar y meter tanto en grupos, creo que aunque siempre va a haber cosas en común con otros proyectos, cada uno tiene sus particularidades.
¿Qué música estás escuchando ahora mismo?
Pues esta semana he escuchado bastante a Los Zafiros.
Planes para 2021.
Componer y tocar mucho.