Emilio Aragón dirige al gran Robert Duvall en su segunda película
Si con Pájaros de Papel (2010), Emilio Aragón nos presentaba un argumento nostálgico en el que los personajes se afanaban por enfrentarse a su destino e intentar, por una vez al menos, ganarle la partida, con Una noche en el viejo México no solo intenta repetir la jugada sino que además cuenta con un verdadero caramelo en pantalla: Robert Duvall. La leyenda americana vuelve al cine, tras 2 años fuera del circuito, con un papel tejido a la medida de su gran talento. En esta ocasión el talludito actor da vida a Red Bovie, un llanero solitario en horas bajas que por azares del destino se encuentra con su nieto, el joven Jeremy Irvine, al que no conoce y con el que comienza una relación a lo road movie en su camino hacia la frontera con el viejo México. Una aventura que se complica en la carretera con un robo, una huida tex-mex de unos peligrosos narcos y una historia de amor y donde Duvall no deja de pasearse escena tras escena, desdibujando al resto de personajes que ante él, quedan totalmente eclipsados. Un western de sobremesa al que Aragón se enfrenta dejando hacer a su actor estrella y que con guión de Bill Wittliff, se afana en no decaer en ningún caso aunque no siempre lo consiga. A pesar de ello, nos queda una película entretenida, divertida, gracias a las apariciones de Angie Cepeda como cantante mexicana a la que los gringos no toman en serio por sus curvas, y ‘salvajemente’ criminal, por contar entre su elenco con el español Luis Tosar, actorazo de raza que realiza un ejercicio parecido al de Bardem en su aclamada ‘No es país para viejos’. Una noche en el viejo México aprueba, por tanto, como película sin pretensiones, decae en ocasiones por el carácter predecible de su argumento, pero hace disfrutar al fanático del séptimo arte con un cowboy llamado Robert Duvall que pese a jugar de cliché en cliché, a lo abuelo gruñón, tiene cuerda para rato. ¡Y si no que se lo digan a Kirk Douglas!