PAOLO SORRENTINO LLEGA A HOLLYWOOD CON SEAN PENN TRANSFORMADO EN GÓTICO
No puede negársele a Paolo Sorrentino una cierta audacia en su meditada maquinación para dar el salto a Hollywood con lo que, con toda probabilidad, pretendía hacer pasar como la enésima epopeya épica de redención y catarsis que, año sí y año también, hace babear a los miembros de la Academia, siempre tan receptivos ante estas improbables alegorías de superación personal, metamorfosis mastodóntica mediante. A priori, la ecuación parecía imbatible: a los parámetros citados se unen un actor consolidado y socialmente comprometido como Sean Penn, unos secundarios de lujo (Frances McDormand, en una de las escasas ocasiones en las que no rueda a las órdenes de su marido), un guión propio que le exonera de la acusación de mercenario, la necesaria dosis de corrección política con la referencia al Holocausto y una banda sonora de altura firmada por el legendario David Byrne, que deja para el recuerdo una performance en vivo de las que hacen historia.
Lo que el director italiano ha pasado por alto es que, cuando de arte (ergo cine) se trata, el todo es algo más que la suma de las partes. Y es que el pulso con el que asume su condición de director de orquesta lo convertiría en digno rival del controvertido mago Uri Geller en el momento de sentarse frente a un plato de sopa. Es esta temblorosa y dispersa batuta de Sorrentino lo que acaba convirtiendo su propuesta en un lamentable subproducto cuyo catatónico y maqueado protagonista, evidente alter ego estético de Robert Smith, roza el transformismo (y el ridículo) en su rutilante y repentino deambular a la caza del nazi que torturara a su padre décadas atrás. Una historia deslavazada e informe que, muerto el rey, sólo desprende un relativo interés en su elenco de secundarios. Lo que nos lleva a una duda existencial: ¿basta con acreditar un background made in el viejo continente para que actores generalmente sensatos como Sean Penn se dejen embaucar por la pátina de qualité de semejante impostura?
“Un lugar donde quedarse” se estrena hoy en cines
26 de mayo de 2012 a las 10:56
Porque el actor principal de una película sea “gótico” no significa que en su BSO tenga que sonar Christian Death o Bauhaus.
18 de mayo de 2012 a las 6:11
no sé quien escribe este artículo, quien sea, no le gusta el cine más allá de las ridículas comedias americanas, increible ver como ha sido incapáz de entender nada del film que nos ocupa, que por otra parte, es un muy digno film, sean penn transformado en gótico ?, chaval, lo considerado gótico urbano actual nada tiene que ver con lo que representa “cheyenne” en la peli, está claro que….o eres muy jóven, o demasiado mayor, si no te enteras que iggy pop, david byrne, talking head…. nada tiene que ver con “lo gótico” de lo que tu hablas. qué pena de post señor
11 de mayo de 2012 a las 13:46
¡Jajaja, cierto!!!!! Nominamos a Sean Penn para ser enviado al limbo de los no-muertos… ;-) XXX
11 de mayo de 2012 a las 12:13
así en pequeñito parecía Joaquín Reyes haciendo de Robert Smith ;)