El artista madrileño Alan Neil cierra la etapa de su primer y contestario disco El Desarraigo con el impresionante videoclip Transhumanismo dirigido por la Kinki Factory
Alan Neil es de esos artistas que si no existiesen habría que inventarlos. Son cometas que pasan pocas veces pero que, cuando llegan, sacuden todo con su propuesta. El vallecano desembarcó en el panorama musical el año pasado con su primer largo El Desarraigo, una acertada fusión de elementos del flamenco y de sus diferentes palos, con la electrónica más rave con denominación de origen poligonera. Un Arca cañí.
“Aunque siempre he hecho música, en 2017 tuve una crisis personal, familiar y laboral. Dejé un curro precario que me tuvo absorbido, la situación de homofobia en casa se hizo más dura y mis mejores amigos se fueron de España para sacarse las castañas. Mi refugio fue la música y siempre había tenido en la cabeza unir mi infancia que es el cante jondo y las peñas flamencas de Vallecas con el sonido de la ruta del bakalao y la electrónica que después he mamao. Mi música sería la fusión de una procesión andaluza con una rave en el polígono de Vallecas.” , nos cuenta Alan Neil sobre el origen de su proyecto.
El artista Alan Neil es pura inspiración y su música está repleta de influencias del pasado, presente y del futuro. Un aura del cine de Eloy de la Iglesia pero con toques arty, actitud punk y ecos de extrarradio. Un amalgama de estimulos que dan lugar a un proyecto único y especial, nunca antes visto en España.
“Estoy muy arraigado a Baeza (Jaén), y en mi casa siempre se ha vivido una cultura muy andaluza. Con lo cual la iconografía católica y lo andaluz siempre han estado presentes. Por otra parte lo cyberpunk, lo quinqui y lo urbano también forman parte de mí, toda esa cultura de electrónica de raves y discotecas de la periferia.”, explica Alan Neil sobre los orígenes de su proyecto artístico.
A modo de cierre de El Desarraigo, Alan Neil une fuerza con la Kinki Factory y crea un videoclip muy cuidado y lleno de referencias para Transhumanismo, el corte más experimental del largo. Co-producida por TOYZZ, fiel compañero de fatigas musicales de Neil y con Oriol Colomar en la dirección de fotografía e Israel Stonem como director artístico, la pieza audiovisual nos muestra todas las aristas de Alan Neil como artista y nos mueve entre sus múltiples inspiraciones. El barroco —con la dimensión de Velázquez, los claroscuros de Caravaggio y las atmósferas de José de Ribera— es la piedra angular. El artista hace suyo el tenebrismo de ese periodo y lo actualiza.
Asimismo, la religión y sus símbolos juegan un papel muy importante en Transhumanismo. El sacramento de la comunión aparece invertido, mostrando la excomulgación como algo liberador. El pecado se convierte en un aliado. Esto queda representado por la serpiente que Alan Neil acaricia y que más que como un enemigo, se siente como una aliada.
Mención especial al apartado estilístico del vídeo, a cargo de Rocco Marvin, que ha creado la perfecta ilusión mezclando lo eclesiástico con el folclore español, las dos partes más importantes en el universo artístico de Alan Neil. Sin duda, destacan la falda- mantel de productos reciclados diseñada por Rodrigo Falero y Agustín Power y el espectacular jersey de punto liso realizado a mano con cientos de claveles de ganchillo bordado, obra Lucía Cano Soto, que recrea la Cara de la Guerra de Salvador Dalí.
Por supuesto, no podemos dejar de hablar de la comunidad LGTBIQ+. Dentro de la obra de Alan Neil, la lucha y el activismo para con la causa son dos de los elementos vertebradores de su enorme arte. En sus propias palabras: “Al criarme en un entorno fuertemente religioso ha tenido mucha importancia en como he adoptado lo nacional-católico utilizando su imaginario. Tanto en mis letras como en mi imaginario visual. Intento hablar de mis movidas pero siempre normalizando, no quiero ser una parte más de la academia queer, creo que ahí es donde nos ve cómodo el “enemigo”, creo que lo más radical es ganar la normalidad.”
Transhumanismo es el punto y seguido de una carrera que no ha hecho más que comenzar. Alan Neil es un soplo de aire fresco, un artista genuinamente nuestro y que valida y defiende nuestra cultura, la visible y la invisible. Todo un ejemplo de que no siempre hay que mirar afuera para inspirarse y emocionarse.