Veinte años después de la primera, llega a los cines españoles la secuela de Trainspotting, con el reparto original de nuevo al frente y con Danny Boyle de nuevo tras la cámara.
Muchos críticos han acusado a Danny Boyle de nostálgico tras ver Trainspotting 2. Razón no les falta, pero eso no significa nada malo, ni tan poco bueno; es algo inherente a una segunda parte que llega dos décadas después, al límite de que el envejecimiento de los actores la pudiese hacer creíble y cuando muchos ya la habían dado por imposible.
En algunos sitios se anuncia como una adaptación de Porno, la secuela literaria que Irvine Welsh, autor de la novela, publicó en 2002. Eso no es del todo cierto, y es que a pesar de que ha utilizado algunas ideas o secuencias (como el arranque o la impagable macarrada del pub católico), Boyle le pidió a su guionista de confianza, John Hodge, una historia más profunda, que diese a esta segunda parte una justificación más allá de la meramente comercial.
El resultado es una película de reencuentros, de vuelta al hogar, con un Renton regresando a Edimburgo veinte años después de traicionar a su cuadrilla (a quien no recuerde bien el desenlace de la primera parte se le recomienda un visionado previo para refrescar la memoria). Por ello, y por contar con mayor presupuesto, veremos todas las localizaciones de la capital escocesa que no vimos en su día: el castillo, la Royal Mile, la cima de Arthur’s Seat, el barrio de Leith…
Aunque era complicado cuadrar agendas, no tenía sentido rodarla sin el elenco original, así que Boyle consiguió reunir de nuevo durante dos semanas a la banda: Ewan McGregor (Renton), Ewen Bremmer (Spud), Robert Carlyle (Begbie) y Jonny Lee Miller (que incumpliendo su contrato estético con su actual serie, Elementary, se afeitó la cabeza para interpretar de nuevo a Sick Boy). Y a pesar de sus distintos cachés, todos en igualdad de condiciones y de minutaje frente a la cámara para evitar envidias.
Igualmente veremos repetir a otros secundarios, aunque tal vez menos de lo que nos hubiese gustado, como a Kelly Macdonald (Diane), James Cosmo (Mr. Renton) o al propio Irvine Welsh (Mikey Forrester).
Sexo, drogas y rock&roll
¿Sexo? Sí, algunos personajes incluso han tenido progenie contra todo pronóstico, y hay quien acusará su edad con problemas de erección. Aunque, como en toda película, encontraremos algo parecido a una historia romántica con el triángulo amoroso conformado por Renton, Sick Boy y la nueva chica del grupo, Veronika (Anjela Nedyalkova).
¿Drogas? Claro, es la secuela de Trainspotting, nos sentiríamos estafados si no viésemos correr la mandanga. Aunque los años no han pasado en balde, y los cuerpos ya no son lo que eran.
¿Rock&roll? Bueno, y pop, y punk, y tecno… La banda sonora recupera los ya temas clásicos que aparecieron en la original, pero con nuevas versiones: el ‘Born Slippy’ reconvertido por Underwold en ‘Slow Slippy’, y por supuesto el ‘Lust For Life’ de Iggy Pop remezclado para la ocasión por The Prodigy. Wolf Alice y Fat White Family también se cuelan en el repertorio, al lado de otros clásicos de The Clash, Blondie, Frankie Goes To Hollywood o Queen.
Síndrome Peter Pan
Pero, en definitiva, Trainspotting 2 habla sobre lo mal que envejecemos los hombres. Mientras que los personajes femeninos han sabido alcanzar sus metas profesionales o, al menos, asumir las responsabilidades que conlleva una vida adulta, los masculinos siguen siendo unos eternos adolescentes que se niegan a aceptar su realidad.
Los que han sido padres no son ni mucho menos una modélica figura paternal, y los que no lo han sido dudan aún de si han hecho bien. Ninguno se ha convertido en la persona que quería ser, claro que eso es algo que nunca tuvieron demasiado claro entre juerga y juerga.
Renton, que en un principio aparece como la nueva esperanza, el que consiguió pasar página, vuelve a tropezar con las mismas piedras en cuanto regresa al barrio. Algo que justificará con su discurso actualizado del ‘Choose life’.
Una pandilla de perdedores sin oficio ni beneficio enfrascados en una eterna huída hacia delante que empieza a tener los días contados, y cuyas nuevas desventuras agradan, no sabe uno muy bien si por el cariño que tiene a los personajes o por su propio peso.
Y es que esos veinte años que han pasado para los protagonistas también han pasado para nosotros, que nos veremos claramente identificados en muchos de los gags que se nos presentan. Hay quien dice que funciona como película independiente para quien no haya visto la primera parte, pero, ¿quién no la ha visto? Si eres de esos pocos, ya estás tardando. Elige la vida.