THE PRUSSIANSRECORTA, PEGA, PINTA Y COLOREA

Alguien dijo que, hoy en día, los futbolistas se llenan de tatuajes antes de llegar a jugar en primera división. Pero mucho antes de esto, los integrantes de los grupos musicales ya se comportaban como estrellas del rock sin tan siquiera haber grabado su primer disco. Bastaba con empuñar una guitarra y tocar en directo delante de cualquier colectivo humano, aunque estuviera mayoritariamente integrado por familiares y amigos. The Prussians tienen aprobada esta asignatura. Ahora queda por ver si convalidan todas las demás con ‘Mul Mul’ (Green Ufos), su primer disco. Hasta llegar aquí, los multiculturales integrantes de la banda han deambulado por multitud de escenarios y estilos, incluida la grabación de algún epé. Destilados desde las influencias heavies de los hermanos Bautista, originarios de Filipinas, el residuo se ha traducido en una línea electro-brit-pop, muy en la onda actual del fin del indie, cuando todo está tan difuso que cabe cualquier cosa, en algo que no es libertad ni creatividad, si no puro desconcierto. A The Prussians les ha valido para llegar hasta aquí, ganando certámenes para bandas noveles y labrándose un currículum escénico respetable. La banda mallorquina estampa ahora en un disco denso y meditado. Un desfile en el que asistimos a ritmos caribeños Vampire Weekend de baja intensidad de “The Place” o “The Hills”, ecos Coldplay para “Last Call”, cadencias sincopadas Block Party en “Arabian” o “Red Lips” y hasta reminiscencias folkies Fleet Foxes en “Pain Train”. El insistente punteo de guitarra y la voz adiestrada de Dominic Massó ayudan a vertebrar todo el elepé. Sin embargo, la unión de influencias resulta un tanto amalgama y por momentos se percibe cierta autocomplacencia, conformismo con haber llegado hasta el deseado nirvana, ver tus canciones impresas en la carpeta de un disco y tu nombre en el buscador de Spotify. Y ahí radica el error: ese no es el final del camino si no justo lo contario. Eso es exactamente el inicio de la lucha. Muchas veces se ha asegurado que el rocanrol tiene un gran porcentaje de actitud. Pero es mucho más fácil adoptar posturitas roqueras que hacerse acreedor a ellas en el estudio de grabación o en el escenario. A su favor tienen la juventud y un enorme margen de mejora. Como esos futbolistas que suben y bajan del primer equipo al juvenil pero que ya lucen un peinado extravagante.