El arte interviene como ingrediente principal en una noche llena de luz
Si fuese verdad que pudieras traspasar el espejo con la mano, ¿la pondrías? Sensaciones, placeres gustativos, manos arriba y ojos bien abiertos, este es nuestro mundo. Bombay Sapphire nos presentó a lo largo de las dos noches del pasado fin de semana, una capilla transformada en un club de música donde los invitados eran los que se veían reflejados en él. Transformación arquitectónica que nos permitió ver, a través de los paneles LED y espejos, una realidad doble con luces azules. Eyesberg Studio recreó un espacio tridimensional imitando a la propia elaboración de los botánicos de Bombay Sapphire.
The Art Room tuvo lugar en el Convento de los Ángeles, edificio original donde se conserva gran parte de su arquitectura y carácter de trazado gótico. En el interior de la capilla del Pie de la Cruz residen los pórticos del renacimiento más importantes de la ciudad. Proyectada por el maestro Bartomeu Roig consta de una nave de cinco tramos con capillas laterales, ábside poligonal y una fachada sencilla con el rostro de su historia. Los más curiosos fueron entrando por la puerta, datada del siglo 16 con un escudo y un relieve que representa un Ángel de la Guarda, el cuál nos protegería de los aullidos más inesperados de la noche. ¡Glup Glup! Los hielos y la ginebra equilibrada se mueven en su copa al compás del piano de Francesco Tristano, cuya música nos relata el más íntimo destino de este cóctel. Junto con Marc Álvarez, Group Bar Manager de elBarri, no nos dejará sin tener el placer de maridar sus pociones.
Para satisfacer nuestros paladares más exigentes, The Art Room contó con algunos de los bartenders más reconocidos del momento, como Alberto Pizarro de Bobby Gin, Sergio Padilla de Boca Chica, Giacomo Gianotti de Paradiso, Miguel Palau de Ocaña, Alfredo Pernia y Miquel Pérez de Solange y el equipo de bartenders de Dr. Lagarto. A nivel de diseño, Mau Morgó, experimentalista con sangre pura, nos puso en escena el diseño más inesperado y menos convencional. Cada uno de ellos ha confiado su talento para crear una auténtica obra de arte moderno inspirada en el universo de Bombay Sapphire y en su implicación con el territorio del arte y el diseño. El azul irrumpía en la fiesta sin final… un azul tal vez zafiro, ultramar… venazos eléctricos y composiciones mezcladas con el clasicismo de la época. Si mirabas a tu alrededor, arriba o abajo, todos sentíamos que pertenecíamos al mismo lugar. Nuestros pasos nos llevaban a estancias que parecían infinitas donde las palabras se alineaban con los proyectores directos a nuestras retinas. Una fiesta que nos atrapó desde el primer al último momento.
Francesco Tristano