Hablamos con el joven estudio madrileño Taller de Casquería, compuesto por Elena Fuertes, Ramón Martínez, Álvaro Molins y Jorge Sobejano, sobre su último proyecto Nave Pilarica, finalista en los premios FAD 2020: la conversión de una nave industrial de Madrid en un espacio polivalente que aloja en su interior una casa, una galería, un taller, una exposición, un evento.
Situada en el barrio de Usera esta construcción del 1969 ha sido testigo de múltiples usos y acontecimientos que ahora tienen su eco en la transformación llevada a cabo por Taller de Casquería. Nave Pilarica fue un almacén de maquinaria, un taller de coches, unas oficinas, y una empresa de producción y distribución de elementos de calefacción. Un lugar con historia que hoy se ha convertido en la vivienda de la pareja de artistas Elisa Celda y Gabriel Alonso; y también la sede del Institute for Postnatural Studies.
Imagen superior: Planta baja, espacio de trabajo en Nave Pilarica
Imagen superior: Baño de la planta baja en Nave Pilarica
Nave Pilarica nace de una situación urbanística que nos explica Taller de Casquería: “La normativa urbanística vigente busca recuperar los patios de manzana y por tanto el derribo de las estructuras que los ocupan. Si bien parte de esta situación es comprensible, ya que existe una pretensión de mejora de las condiciones interiores de las manzanas residenciales, se condena la ciudad cada vez más a un uso unitario y esta tipología a la desaparición. Nuestra propuesta para Nave Pilarica trata de dar con herramientas urbanísticas y arquitectónicas que permitan mantener estas estructuras en un contexto que quiere verlas desaparecer.”
Imagen superior: Entrada a la nave, túnel de lavado y cortina en Nave Pilarica
Con esta idea en mente Taller de Casquería logró manejar todas las cuestiones que planteaba esta situación legal y urbanística. Un año de trabajo que finalmente concluyó con el diseño y creación de este proyecto. Un espacio que ofrece al visitante y al habitante un catálogo de piezas construidas que permiten la flexibilidad y la adaptabilidad del lugar. Unos artefactos que hablan de la manera de hacer de Taller de Casquería. Desde sus proyectos más pequeños se aprecia un gusto por el detalle constructivo, por la unión entre las partes. Sus encuentros son limpios pero mantienen la huella humana de las cosas hechas a mano. Una artesanía moderna hecha con precisión y afecto.
Imagen superior: Escalera de ascenso a la planta de arriba en Nave Pilarica
La intervención espacial llevada a cabo por Taller de Casquería, y construida por Fast&Furious Office, divide el programa en dos plantas: público en la planta principal, a pie de calle, y las zonas más privadas de dormitorio y cocina en la planta de arriba. Tras un proceso de derribo de aquellos añadidos existentes en la nave se pone en valor un espacio central que se abre hacia el techo en busca de amplitud y luz. Una intervención inteligente que subraya las virtudes propias del espacio y que se cualifica a través de estas construcciones puntuales.
Imagen superior: Planta de arriba en Nave Pilarica
La flexibilidad de Nave Pilarica se plantea por tanto mediante su diafanidad y la creación de unos elementos dispuestos en el espacio que posibilitan las diferentes funciones domésticas. Unos artilugios como son el túnel de lavado o el tanque pasteurizador que, nos explica Taller de Casquería, “ocupan la nave de forma temporal, sin condicionar de forma definitiva las posibilidades de este espacio y por lo tanto facilitando que un inquilino posterior pueda volver a programarlo.”
Imagen superior: Baño y dormitorio de la planta primera en Nave Pilarica
Imagen superior: Habitación de Nave Pilarica
Una flexibilidad que está vinculada, para Taller de Casquería, a unos condicionantes psicológicos ya establecidos: “La mayor barrera viene impuesta por un prejuicio construido a partir de la imagen socialmente extendida de lo que es una vivienda, una oficina, un aula de universidad o una sala de conciertos.” Quizá por ello su empeño en romper esta barrera a través de la creación de imágenes sugerentes como el interior de esta nave en la que todas y todos quisiéramos trabajar, soñar, vivir.
Fotografías de María Eugenia Serrano Díez