Por fin hoy reabren los museos e instituciones en Berlín. Previo a este nuevo arranque de motores, nos invitaron a la exposición Sun Rise | Sun Set en el Schinkel Pavillon. Pospuesta desde febrero y en display hasta el 25 de julio, la muestra colectiva e intergeneracional exhibe piezas que tratan de las cambiantes relaciones interespecie en el planeta Tierra.
En Berlín hay espacios contemporáneos dedicados a la fotografía, al video-arte, a la pintura, al grafiti, al arte digital, al sonoro, a la escultura. Una pieza cuasi escultórica per se es el pabellón de planta octogonal trazado por Schinkel. Karl Friedrich Schinkel es uno de los arquitectos estrella del neoclasicismo alemán y artífice de la configuración de Berlín en su periodo prusiano.
Pues bien, el Schinkel Pavillon está especializado en escultura contemporánea de manera directa e indirecta, y con una visión ampliada y renovada del concepto escultura volumétrica; en sus propuestas siempre prima el aspecto escultórico. Por eso Sun Rise | Sun Set en el Schinkel Pavillon presenta en perfecta simbiosis y en diálogo directo, efectivo y referencial: instalaciones escultóricas con organismos vivos, esculturas inertes, fotos escultóricas naturales y artificiales, experimentos escultóricos, esculturas biotecnológicas, pinturas de paisajes escultóricos, paisajes de sonido o soundscapes, filmes y video arte.
Imagen de portada, vista de la instalación. De adelante hacia atrás: Henri Rousseau, La Belle et la bête, c. 1908, Courtesy of Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie, Sammlung Scharf-Gerstenberg. Pamela Rosenkranz, Infection (Calvin Klein Obsession for Men), 2021, Terra Preta, scent, LED light, Courtesy of the artist and Sprüth Magers, Berlin. Derecha: Precious Okoyomon, Ditto Ditto, 2020. Courtesy of the artist. Izquierda: Pierre Huyghe, Cerrio Indio Muerto, 2016, foto. Courtesy of the artist and Esther Schipper, Berlin © Schinkel Pavillon and the artists, foto: Andrea Rossetti.
Anj Smith, Nachträglichkeit (2010). Private Collection, London, Courtesy the artist and Hauser & Wirth, foto: Alex Delfanne
Catastrofe ecológica y especismo
En un momento en el que la habitabilidad del planeta está cada vez más comprometida debido a la actividad humana, la exhibición aborda la necesidad colectiva de redefinir nuestro papel como parte de un todo y de encontrar nuevas formas de vivir en el mundo replanteando los límites de nuestra especie. Y sobre todo no invadir el habitat de las demás (consecuencia de ello es la COVID-19, que arrasa el planeta ya por más de un año) y dar la bienvenida a la hibridación en todas sus formas.
Por eso, siguiendo la noción de sistemas circulares y perspectivas rizomáticas, Sun Rise | Sun Set pone de manifiesto los vínculos entre los seres humanos y su entorno no humano y fomenta actitudes alternativas que aspiran a la regeneración de la Tierra. La muestra pretende reconsiderar las relaciones siempre cambiantes entre humanos, animales, plantas en pos de una no rivalidad interespecie. Así como reconfigurar nuestra relación con objetos inanimados, tecnologías y no-seres.
Salida del Sol | Puesta del Sol
La exposición colectiva reúne a artistas contemporáneos con artistas de los siglos XIX y XX. En total 18 artistas que acumulan 27 piezas localizadas en las dos plantas octogonales y los pasillos y recamaras que llevan hacia ellas, con el fin de dar una visión múltiple y poliédrica a la catástrofe ecológica presente.
Las obras nos guían a través de paisajes surrealistas, híbridos biotécnicos, escenarios futuristas y conceptos especulativos para crear una experiencia multisensorial que contrarresta la actual temporada oscura de restricción, incertidumbre y pérdida.
La bella y la bestia, una montaña verde, Calvin Klein y una roca con gusanos
Una vez en la expo, nos recibe una montaña gigantesca y luminosa de tierra con vista de color verde de la suiza Pamela Rosenkranz. La pieza lleva por título Infection (Calvin Klein Obsession for Men) (2021). Delante de ella y en una gran vitrina, protegida de todo —ahora veremos porqué— y de todos, La Belle et la Bête (ca. 1908) de Henri Rousseau atestigua la interdependencia, tanto simbiótica como destructiva, entre el hombre y la naturaleza, o entre la civilización y la naturaleza.
De adelante hacia atrás: Henri Rousseau, La Belle et la bête, c. 1908, Courtesy of Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie, Sammlung Scharf-Gerstenberg. Pamela Rosenkranz, Infection (Calvin Klein Obsession for Men), 2021, Terra Preta, scent, LED light, Courtesy of the artist and Sprüth Magers, Berlin
Henri Rousseau
Rousseau se inspirada para La Belle et la Bête en el cuento tradicional francés La Bella y la Bestia, y representa la relación sexual entre una mujer y un lobo. En medio de la rápida destrucción de los ecosistemas naturales, causada por la actividad humana, hay que cuestionar radicalmente términos como “belleza” y “naturaleza salvaje”, formulados hasta el momento desde una perspectiva exclusivamente humana.
Así, en el juego de Rousseau entre el erotismo, el deseo, la violencia y la muerte, ¿quién representa “la belleza” y quién “la bestia”?
Pamela Rosenkranz
Detrás de la bestia-bella, Rosenkranz, perfuma con Obsession, el perfume de Calvin Klein, una montaña de tierra fermentada —con carbón vegetal, heces humanas, fragmentos de cerámica y huesos de animales— y rica en nutrientes. Obsession contiene feromonas de gato producidas sintéticamente. Estas feromonas o atrayente sexual artificial se utilizan para cazar gatos depredadores, atrayéndolos a las llamadas fototrampas. La montaña además está iluminada con luz LED verde brillante que activa una serie de reacciones imperceptibles. Con todos esos procesos, se pone de manifiesto cómo algunas sustancias y patógenos pueden saltar entre especies, y poner en marcha cambios de gran alcance. Identifíquese en este ámbito el coronavirus.
Ryūichi Sakamoto
Rodeando esa montaña de vida patógena, se escuchan unos chasquidos de teclas, es la pieza sonora IS YOUR TIME (2017) de Ryūichi Sakamoto. Esta obra fue creada a partir de un piano de cola que sobrevivió el devastador tsunami de 2011 en Japón. También identificado con una ingente liberación de agentes patógenos.
Precious Okoyomon
Acaba este diálogo entre bellas, bestias, compost, patógenos, feromonas y sonidos de tsunami, las lombrices de tierra presentes en la pieza de la artista y escritora nigeriano-estadounidense Precious Okoyomon. Ditto ditto (2020) ha sido creada específicamente para esta exposición. Las lombrices revuelven la parte central llena de tierra de una vasija cubierta de musgo que se asemeja a una roca sedimentaria. Este tipo de rocas se forman por acumulación de minerales en la superficie de la Tierra, a los que sigue una cementación. Mientras que las lombrices son las ingenieras del ecosistema: mueven la tierra y a su paso convierten el suelo y la materia vegetal en fértiles. La obra consagra los procesos naturales de muerte, descomposición y renacimiento que las lombrices llevan a cabo en este vientre rocoso.
Precious Okoyomon, Ditto Ditto, 2020, Courtesy of the artist © Schinkel Pavillon and the artist, foto: Malina Heinemann
Huevos y rocas: Rachel Rose
Saliendo del primer octágono, encontramos una serie esculturas en forma de huevo de cristal fusionados con rocas, es Borns de Rachel Rose. Rose resignifica un ciclo único en el que lo natural, lo industrial y lo orgánico son partes del mismo. Al igual que los planetas, las estrellas o los soles, los Borns están hechos de roca y vidrio, es decir, de arena. El vidrio es un material líquido en movimiento lento, como una roca líquida; y el huevo es un recipiente embrionario en el que crece la vida. El huevo es un símbolo de la vida, la fertilidad y el rejuvenecimiento. Pero al final, lo que Rose nos quiere decir es que al igual que el vidrio y el huevo, la vida puede romperse fácilmente y las estructuras realizadas por el hombre pueden desmoronarse con facilidad.
Rachel Rose, Borns, 2019. Courtesy of the artist and Pilar Corrias Gallery, London. Al fondo: Henri Rousseau, La Belle et la bête y Pamela Rosenkranz, Infection (Calvin Klein Obsession for Men) © Schinkel Pavillon and the artists, foto: Andrea Rossetti
Paisajes futuristas y acuario de peces sin ojos
Ya en la planta de abajo, la exposición muta en una “máquina deseante” —usando el término de Deleuze-Guattari— que prolifera en ecosistemas y líneas temporales alternativas que celebran escenarios futuros especulativos. El icónico paisaje Swampangel (1940) de Max Ernst y el acuario de agua biotecnológica de Pierre Huyghe, Circadian Dilemma (El Día del Ojo) (2017) forman un organismo y su imagen casi duplicada al óleo casi ocho décadas antes, en el que flora, fauna, seres humanos y tecnología se entrelazan.
Pierre Huyghe
En Circadian Dilemma, el paisaje está modelado a partir de una cueva mexicana y en ella viven 6 peces de la especie Astyanax mexicanus (uno de ellos vidente y el resto ciegos), junto con bacterias y algas microscópicas. Por temas evolutivos, en algunos ejemplares de esta especie los ojos han retrocedido para adaptarse a la vida en la oscuridad perpetua de estas cuencas —si bien no han perdido completamente la capacidad de ver—. El título hace referencia al ritmo circadiano, el ciclo de 24 horas que determina el reloj biológico de multitud de formas de vida en el planeta. El Día del Ojo forma una biosfera independiente que reacciona mediante un sofisticado software a las condiciones climáticas de su entorno: luz, viento, presión atmosférica y temperatura imitando la brutal arbitrariedad de los procesos evolutivos y los efectos de los cambios climáticos radicales.
Izq: Max Ernst, Swampangel, 1940. Cortesía de Fondation Beyeler, Riehen/Basel, Schenkung Ulla & Richard Dreyfus-Best. Centro: Emma Kunz, Work No. 25, s/f. Cortesía de Emma Kunz Zentrum, Würenlos. Der: Pierre Huyghe, Circadian Dilemma (El Día del Ojo), 2017. Cortesía del artista, Marian Goodman Gallery, New York; Hauser & Wirth, London; Esther Schipper, Berlin; and Chantal Crousel, Paris © Schinkel Pavillon and the artist, foto: Andrea Rossetti
Max Ernst
Huyghe está muy influido por paisajes fantásticos del surrealismo, de hecho la curadora que nos atendió explicó que en su estudio tiene una copia de Swampangel. Pues bien, Max Ernst creaba sus mundos pictóricos fantásticos oscilando entre el sueño, la alucinación y la realidad. E influenciado la astronomía, la etnología, el psicoanálisis y las ciencias naturales.
El paisaje pantanoso de Swampangel fue creado utilizando la técnica conocida como decalcomanía, en medio de la II Guerra Mundial y justo antes de exiliarse en los Estados Unidos. La pieza puede situarse dentro su serie “paraísos envenenados” que evocaban la calamidad de su tiempo. Así como la de Huyghe clama la calamidad de la nuestra. Y por diferentes motivos que tienen que ver con el virus que campa a sus anchas, y los aplazamientos que provoca en todo, Swampangel debe abandonar la exposición antes de que finalice. Su lugar lo ocupará el maravilloso dibujo Baumlandschaft (1935) del surrealista también alemán Richard Oelze, muy relacionado conceptualmente con Ernst.
Richard Oelze, Baumlandschaft (ca. 1935). Cortesía de Galerie Brockstedt, Berlin. Foto: Sebastian Schobbert/Berlin
Espacios pendulares y fluidos: Emma Kunz
Tímidamente situada entre los dos paisajes futuristas, está la Obra nº 25 de Emma Kunz, que cierra el ciclo para una comprensión holística del mundo que oscila entre lo fantástico, lo real y lo potencial. Kunz, que poseía dotes sanadoras, consideraba sus cuadros como espacios en los que se podía entrar, y además utilizaba el péndulo y las fuerzas de la naturaleza para crear dichos espacios.
Fósil de dinosaurio y biblioteca de melanina: Max Hooper Schneider y Neri Oxman
Saliendo de esta segunda sala octogonal nos encontramos con un fósil de la época del Eoceno intervenido con metal, como lo oyen. Fossil Epizoon (Dyrosaurus) (2020) de Max Hooper Schneider es la segunda pieza de la muestra creada especialmente para ella. Esta escultura robótica surge de la yuxtaposición del fósil Dyrosaurus —que tiene (según las pruebas de carbono 14) entre 56 y 33,9 millones de años— y una escultura de aluminio en forma de araña. Su objetivo es huir de los sistemas binarios convencionales: natural/artificial, vivo/muerto, animal/máquina.
Neri Oxman, Melanin Library, 2020. Cortesía de la artista y The Mediated Matter Group © Schinkel Pavillon and the artist, foto: Andrea Rossetti
Ya transitando por las salas circundantes hacia la salida, se encuentra Melanin Library (2020) de Neri Oxman. Una biblioteca de melanina que consta de tubos de ensayo con materiales naturales que contienen melanina: plumas, tinta de calamar, semillas o hongos. Su investigación sobre el uso de la melanina representa el prototipo de una nueva práctica de diseño que puede contrarrestar los efectos del cambio climático global mediante un pensamiento integrado sobre el objeto y el entorno, el medio ambiente y el ser humano.
Flores y esculturas que parecen flores: Karl Blossfeldt y Joan Fontcuberta
Cinco fotos de Karl Blossfeldt de la serie Wunder in der Nature (1928-32) se oponen a una Joan Fontcuberta. La naturaleza, dijo Blossfeldt, es “la mayor artista” y “también nuestra mejor maestra en el campo de la tecnología y la arquitectura”. Era la época del Art Nouveau y la fascinación por las formas ornamentales y el mundo vegetal en contra de la rampante industrialización.
Karl Blossfeldt, serie Wunder in der Nature (1928-32). Cortesía de Galerie Kicken, Berlin y Hauser & Wirth
Braohypoda frustrata de la serie Herbarium (1982-85) es una reedición las fotografías de plantas de Blossfeldt que Fontcuberta realiza con plástico y otros artefactos de la sociedad de consumo. Enfrentadas pared con pared, lo falso y lo original apenas se distinguen. Como un caballo de Troya, su obra frustra la insistente creencia en la fotografía como instrumento de ciencia y objetividad. Pero al mismo tiempo, sus creaciones artificiales alimentan los debates actuales sobre la manipulación genética y la contaminación medioambiental.
Joan Fontcuberta, Braohypoda frustrate (1984/2015). Cortesía del artista
Sirenas y pulpos
El final del recorrido antes de salir a la calle lo conforman tres filmes. The Mermaids, or Aiden in Wonderland (Las sirenas o Aiden en el país de las maravillas) del Karrabing Film Collective, es una poderosa intervención en los debates contemporáneos sobre el cambio climático, el capitalismo extractivo y la toxicidad industrial desde el punto de vista de los indígenas.
Karrabing Film Collective
El colectivo está formado por 30 nativos de la comunidad de Belyuen y la antropóloga Elizabeth Povinelli y aborda el proceso de filmación como un modo de autoorganización. Su propósito es exponer las lacras del poder colonial y las difíciles condiciones de vida de la población aborigen del territorio del norte de Australia, con sus intentos de permanecer conectados a la tierra y a sus antepasados. Desde el año 2000, el gobierno australiano, apoyado por las corporaciones que extraen combustibles fósiles, ha negado a la población nativa el derecho a la tierra y el apoyo financiero o social.
Karrabing Film Collective, Mermaids, or Aiden in Wonderland, 2019, Video. Cortesía de las artistas © Schinkel Pavillon and the artists, Photo: Andrea Rossetti
Tres corazones, de ocho a diez brazos y un cerebro distribuido entre la cabeza y las extremidades
De Aiden y las sirenas a los pulpos. De las dificultades de los aborígenes australianos a las problemas que el cambio climático y la continua contaminación de los océanos provocan en los pulpos. Una especie que parece más cercana y emparentada con nosotros de lo que se suponía a pesar de poseer tres corazones, de ocho a diez brazos y un cerebro situado en la cabeza y en todas las extremidades. Ya que evolucionó hace 600-700 millones de años a partir de la misma sustancia viscosa viviente que los humanos.
El pulpo está considerado el molusco más inteligente del mundo. En la actualidad además, es símbolo de los debates filosóficos en torno a la era del Chthuluceno. A diferencia de la tan citada era del Antropoceno, el foco de atención no está en los humanos, sino en la interconexión interespecie, y por tanto en el reconocimiento de varias formas paralelas de percepción y de ciclos de vida.
Monira Al Qadiri y Jean Painlevé
El video de 2019 Divine Memory de Monira Al Qadiri sigue a varios pulpos. Distorsionados digitalmente en color rosa brillante se deslizan por el océano acompañados de ruidos de videojuegos y del recitado de poesía islámica. Divine Memory evoca sentimientos de asombro y respeto hacia las criaturas de nuestro planeta, apelando a una memoria primigenia y prehumana en la que podemos apoyarnos.
Monira Al Qadiri, Divine Memory (2019), video. Cortesía de la artista
En diálogo con la anterior, Les amours de la pieuvre/La vida amorosa de los pulpos (1967) de Jean Painlevé explora el ritual de apareamiento del pulpo. Acompañada de sonidos de sintetizador celestial y de la voz del narrador francés, la cámara sigue a los animales desde la bahía hasta aguas más profundas, donde tiene lugar el acto de apareamiento en primavera. Para Painlevé, el pulpo es una metáfora del ciclo de la vida, al que están sometidos por igual humanos, animales y plantas.
Lista de artistas participantes
Monira Al Qadiri, Karl Blossfeldt, Dora Budor, Max Ernst, Joan Fontcuberta, Karrabing Film Collective, Max Hooper Schneider, Pierre Huyghe, Emma Kunz, Richard Oelze, Precious Okoyomon, Neri Oxman, Jean Painlevé, Pamela Rosenkranz, Rachel Rose, Henri Rousseau, Torbjørn Rødland, Ryūichi Sakamoto, Anj Smith.
Torbjørn Rødland, Frost no. 4 (2001). Cortesía del artista & NILS STÆRK Copenhagen