La gastronomía nos hace libres. Lo vemos en Street Food: Latinoamérica, la serie documental de Netflix que recorre los mejores puestos de comida callejera de países como México, Brasil, Argentina o Colombia. Un festín de arepas, tortillas, guisos tradicionales, helados, refrescos, empanadillas, bocadillos y caldos que definen la identidad de una cultura que tiene en las mujeres a sus mejores y más resistentes valedoras.
Ahora que viajar es inviable, al menos sí podemos hacerlo mientras salivamos desde nuestro sofá. En Street Food: Latinoamérica visitamos mercados y plazas para conocer aquellos bocados populares que mantienen bien alto el pabellón de la cocina callejera de algunas de las ciudades más importantes del continente. Ciudades que huelen a comida en cada rincón. Y sobre todo descubrimos el testimonio de un puñado de mujeres cuya historia es pura supervivencia y empoderamiento.
“Todas las señoras cocinando con sus guisos, sus olores y su buen ánimo”. Esto se dice en uno de los capítulos de Street Food: Latinoamérica, producción de los mismos creadores de Chef’s table. En realidad lo dice otra mujer, Luisa Acosta, historiadora y cocinera, miembro de Slow Food Colombia y de CESAC (Colegio de estudios socioculturales de la alimentación y las cocinas colombianas).
Imagen superior: Sándwich de chola (La Paz, Bolivia). Lonjas de carne, escabeche y ajicito.
Imagen superior: cartel de de Netflix Street Food: Latinoamérica
Y es que, aunque de vez en cuando se cuela algún hombre, Street Food: Latinoamérica es una serie de cocineras. Y de periodistas, críticas, escritoras, historiadoras. De madres, hijas y esposas que han encontrado en su puestecito un espacio de libertad, reafirmación, independencia y dignidad. A través del orgullo y autoestima de Doña Vale, Mamá Luz, Doña Suzana, Pato Rodríguez o Doña Emi, entendemos el valor aún más incalculable de sus tamales, sus buñuelos o sus asados.
Señoras invisibles y humildes convertidas en patronas que son historia viva de la gastronomía de una ciudad sin necesidad de formación académica ni de portadas de revista. No son influencers de nada pero hacen felices a mucha gente que cada día sueña con calentar su estómago con sus mismas recetas de siempre.
Imágenes superiores: Pato cortando su gran tortilla rellena
Buenos Aires, Argentina.
Carne, carne y carne.
Choripán, milanesa, pizza, empanadas, fugazzeta…
-La tortilla rellena de papas, jamón y queso de Las Chicas de la Tres (Pato Rodríguez), en el Mercado Central.
Imágenes superiores: Moqueca de Suzana, el Ré Restaurante y Acarajé de judías relleno de gambas y puré de boniato
Salvador de Bahía, Brasil.
Acarajé, pirao y abará, feijoada…
-Moqueca del Ré Restaurante (Suzana Sapocaia: Doña Suzana). Guiso de pescado con aceite de palma y leche de coco.
Imágenes superiores: Doña Vale y selección de aguas frescas
Oaxaca, México.
Tlayudas, tamales, piedrazos de vinagre, empanadas rellenas de mole, aguas frescas…
-Memelas de Valentina Hernández (Doña Vale), en el Mercado Central de Abastos. Tortilla gruesa embarrada en asiento con queso para la tradicional más salsa especial de chile morita hecha en molcajete en el caso de las de Doña Vale.
Imagen superior: El ceviche de Al Toke Pez
Lima, Perú
Anticuchos, picarones (rosquillas), causa, mazamorra, butifarras, platos combinados…
-Combinado de ceviche (pescado, cebolla, limón, ají y sal) y chicharrón de pota de Al Toke Pez (de Tomás Matsufuji “Toshi”).
Imagen superior: Mamá Luz llegando al mercado La Perseverancia.
Bogotá, Colombia
Arepas, tamales, bandejas paisa, sopas, Rompe colchón (caldo de pescado y leche de coco), motes de queso (sopa del Caribe de ñame y queso)…
-Ajiaco de Tolú, en la Plaza de Mercado La Perseverancia (Luz Dary, “Mamá Luz”), sopa tradicional de Bogotá con papas y pollo, mazorca y guascas.
Imagen superior: Carlos y Constantina de Apis Sabor Irupaneño haciendo buñuelos
La Paz, Bolivia
Salteñas, riñoncitos, rangas rangas, sándwiches de chola, helados de canela (quitapenas), buñuelos, apis (bebida de maíz morado o amarillo)…
-Rellenos de papas y carne con salsa no picante de Emiliana Condori (“Doña Emi”).