Baila, maldito mono sin pelo, baila…
Cuando los antropólogos enumeran aquellos aspectos que nos diferencian de los animales olvidan algo. La relación incluye la consciencia, la bipedestación, el pulgar oponible y el habla. Pero pasan por alto una actividad que convierte a los humanos en lo que son: el baile. Porque la capacidad de bailar ha servido a los hombres para adorar a los dioses, pedir lluvia y, sobre todo, como vehículo social y forma de establecer relaciones con las que transmitir el código genético. Por eso ‘Prom King’ es un elemento esencial dentro de la lucha de los humanos por mantenerse en la superficie de este planeta. El primer disco de Skylar Spence, que saldrá a la venta el próximo día 18, es una poderosa herramienta de perpetuación de la especie a base de esa irresistible fuerza que es el baile. Los diez segundos que abren el álbum ya dejan claro que para ello nada mejor que recurrir a la época dorada del género.
Ryan DeRobertis, la persona detrás del personaje, reelabora la música disco setentera renovándola con sedimentos de las épocas posteriores y los instrumentos de la actual, una influencia que se extiende hasta la portada y tipografía de su marca. Justo después de esa “Intro”, el temazo “Can’t You See” nos refleja en la bola de espejos enlazando quizá el único aspecto que tienen en común aquella época y esta: el culto a la imagen y el hedonismo, repitiendo como un mantra “I’m in love with my own reflection”. El propio Skylar lo define perfectamente: “Mi disco trata sobre el narcisismo que provoca la nostalgia”. Un pelín más moderna suena “Prom King”, entrecortada y sintética, pero con la misma facilidad para mover el cuerpo. La fórmula avanza una década para plantarse en los ochenta en “I Can’t Be Your Superman”. Pero “Bounce Is Back” nos devuelve a la pista de baile y el rollo funk. Violines y saxos en plan sexy.
Skylar Spence no desaprovecha las ventajas de esta época, como él mismo afirma “no pasé por un estudio. Grabé este disco en el baño de mi casa y eso no hubiera sido posible en otra época” y sin duda el alicatado le ha dado ese reverb tan particular a “Affairs”, mientras que en “Cash Wednesday” nos parece identificar esa evolución que Daft Punk debería haber tenido. En esta nueva reencarnación, tras ser Saint Pepsi, DeRobertis ha decidido que nada tiene más sentido cuando haces música que poner a la gente a bailar. ¿Acaso hay mejor manera de aprovechar todo esos milenios de evolución?
Fotos: Daniel Dorsa