Sharu Sikdar, joven artista con sede en Hong Kong, se centra en coleccionar, ensamblar y desmontar objetos naturales. La artista utiliza la naturaleza como una metáfora para conectar aspectos de la cultura humana y hablar sobre su fuerza y vulnerabilidad.
Sharu Sikdar usualmente se va a explorar y recolectar materiales. Realiza investigaciones y desarrolla experimentos. Ella manipula los objetos para crear fotografías, pinturas o esculturas. Los materiales elegidos son los de la naturaleza, son transitorios. La obra sigue cambiando con el tiempo. Los colores y las texturas cambian. New Skin es uno de los primeros trabajos que la llevaron a trabajar con materiales naturales. Fue más un experimento al contrastar materiales hechos por el hombre con materiales naturales. Utiliza la pintura para que forme parte de las ramas de los árboles, dándoles una nueva piel.
Sharu Sikdar desarrolla un enfoque centrado en la paciencia, la lentitud y la necesidad de una relación más íntima con el mundo. Meticulosa, toma cada elemento e invita al espectador a contemplar esta naturaleza. Esta obra es una oda al tiempo, a la de la naturaleza. Sharu Sikdar trabaja con materiales naturales, a veces muy frágiles, para resaltar su calidad, sus características, su fragilidad y su fuerza. Al manipularlos, ella crea figuras que vienen a dibujar nuevas formas en el espacio. Este es el caso de su obra titulada “Una hoja, una historia”. Las hojas se representan como personas, frágiles pero fuertes. Su acto de reparar las hojas cosiéndolas con otras hojas para reflejar la comprensión y el amor, fortaleciendo los vínculos entre sí. Las obras más exitosas no son necesariamente aquellas que toman la naturaleza como un escenario, sino las que se fusionan con ella.
Las preocupaciones de Sharu Sikdar a veces se traducen en trabajos pequeños y frágiles. La naturaleza es tan neutral, tan desprovista de intenciones, formas o significados, que cualquier trabajo que tome como tema principal solo puede ser una proyección. El espejo se extendió a los hombres que contemplan y se revelan en todas sus privaciones, pero también en su dimensión de seres históricamente determinados. Sus obras juegan con la ilusión de una naturaleza que disfrutamos contemplando. Este gran vórtice, con sus múltiples aberturas, cuestiona la relación que el hombre tiene con la naturaleza. A través de su trabajo, invita a echar un vistazo alrededor. Sharu Sikdar trata de engañar al espectador. Estas obras, construcciones tortuosas hacen que los visitantes quieran dar la vuelta, mirar todas las facetas que contienen. En el fascinante trabajo, ella reintroduce el poder desbordante de una naturaleza a través de esculturas, lee mejor los horizontes de las esperanzas.