Los influencers de instagram necesitan mucha ropa para mantener sus cuentas vivas e interesantes. ¿Es el diseño de ropa virtual la respuesta sostenible a una necesidad de los influencers y la industria de la moda?
La ropa ha ido cumpliendo diferentes funciones a lo largo del tiempo. Muchas de ellas son complementarias. Primero fue la función de protegernos de las condiciones climáticas adversas o de los entornos hostiles para el ser humano. Con el tiempo se fueron generando necesidades sociales, y finalmente, en la sociedad posmoderna y posmaterialista, la función principal de la ropa es la de servir de medio de auto expresión a través del estilismo. Todas estas funciones siguen siendo validas y complementarias en la era digital. Pero ahora estamos en los albores de la edad virtual, ¿a partir de ahora cuál será la nueva función de la ropa? ¿La ropa virtual es el futuro?
Para vivir en una sociedad, en teoría, postmaterialista, la producción y el consumo materialista se ha disparado. Cada vez hay más marcas de moda, más diseñadores de ropa, más colecciones y más plataformas de consumo y exhibición de ropa de todo tipo de coste, de muy bajo a muy alto. Paralelamente, aumenta la conciencia ecológica y sostenible. Y a pesar de que la preocupación por el impacto ecológico ante tanta productividad textil es cada vez mayor, el consumo de ropa y accesorios sigue siendo un gran negocio. ¿Podría ser una alternativa el diseño y consumo de ropa virtual?
La crisis económica y la conciencia ecológica han reactivado el mercado de segunda mano. Paralelamente, muchos diseñadores y empresas con conciencia ecológica buscan su nicho de mercado apostando por la reutilización de materiales, o el tratamientos de residuos plásticos para generar nuevos tejidos sostenibles. Una nueva alternativa ecológica y sostenible parece encontrarse en el diseño de ropa virtual. Gracias a la herramientas digitales, al menos los muestrarios de venta de las colecciones se materializarían solo en las pantallas, con el ahorro de costes en materiales y producción.
Ya hay fabricantes de ropa virtual. Una de las empresas más conocidas es la holandesa The Fabricant. Esta empresa está especializada en diseño de moda virtual en 3D, hiperrealista y animada. Realizan editoriales de moda digitales, ropa virtual y en ocasiones también colecciones de moda virtual, nunca física. Todo en realidad está un poco en pañales, es costoso y lleva tiempo. Pero cuando todo se agilice, entre los 5 y 10 próximos años, las marcas no tendrán que viajar con grandes equipos de personas y equipajes a lugares remotos para fotografía sus catálogos. Podrán hacerlo todo virtualmente, sin la contaminación que generan desplazamientos aéreos.
La verdad es que cada vez vivimos más en mundos de mentira. Nos encantan los avatares, ¿quién no tiene el suyo propio para enviar por whatsapp? Incluso los videogamers ya se gastan una pasta en máscaras virtuales para sus avatares en Fortnite. Y son muchas las personas que juegan a los estilismos con las muñecas virtuales de Covet Fashion. Por no hablar de los Influencers de Instagram que basan su prestigio luciendo nuevos looks constantemente. Estilismos que probablemente solo puedan fotografía una vez. Ellos son los que más necesitan ropa virtual para mantener activas sus cuentas.
Es cierto que los Influencers reciben constantemente ropa para promocionar en sus cuentas. Los más afortunados reciben la ropa que les gusta, e incluso pueden llegar a cobrar por ello buenas cantidades de dinero. Pero desgraciadamente, no todos llegan a ese nivel. Lo más habitual es que a pesar de dedicarte a promocionar y etiquetar marcas todo el rato, no recibas nada a cambio. O puede que sí, pero que ni tan siquiera te guste lo que te regalan. Al final todos tienen que invertir para mantener sus perfiles altos.
Por ejemplo, el departamento de comunicación de una marca prestigiosa me chivó que un famoso reconocido influencer español iba a la tienda, compraba lo que quería y luego lo subía a su cuenta de Instagram con un sonoro GRACIAS, como si dicha marca le hubiera hecho un regalo, cosa que era falsa, pero que al Influencer le viene bien porque le da un status y anima a otras marcas de menor nivel a apostar por su perfil. Otra táctica que usan influencers más casposos es comprarse artículos de lujo entre varios, para ir compartiéndolo entre varias cuentas y así amortizar un poco el gasto. Los hay que solo compran si se “admiten devoluciones”. O sea se compran algo de temporada o la última drop de turno, un hype, se hacen la foto y al día siguiente lo devuelven. Pero lo gracioso es que todo es para subir una maldita foto a Instagram. Los accesorios y ropa virtual podría ser una solución para los ávidos influencers con necesidad de aparentar.
El mundo de la influencia ya se ha profesionalizado. Incluso hay cursos, y hasta se dan masters en algunas universidades. Algunos aspirantes emprendedores lo ven como una empresa. Por ejemplo, me hablaron de un joven que disponía de un capital de 200.000 euros para invertir en la empresa cuyo producto a la venta era él como Influencer. Estos 200.000 los gastaría, a modo de inversión, durante 2 años en viajes, ropa, personal shopper, fotógrafo, comprar seguidores y likes. Una buena inversión que como es lógico querrá recuperar. Pero quizás esa inversión la podría minimizar si en lugar de comprarse ropa cara, invirtiera en ropa virtual. Hay una empresa que ya vende ropa virtual a Instagramers.
Hay una empresa escandinava, de Noruega, que ya ha visto negocio en ese nicho de mercado que son los Influencers de Instagram. Se llama Carlings. Ellos ya tienen su propia colección de ropa virtual (Digital Clothing Collection). La idea de estas colecciones es que tú no compras nada físico, sino prendas virtuales, que debería ser mucho más económico. Una vez que tú compras la prenda, el equipo de diseñadores 3D de Carlings la inserta a una foto que tú les envíes. El objetivo final de esa foto es simplemente Instagram. ¿No es absurdo y maravilloso? De momento, la colección de ropa virtual de Carlings consta de 20 prendas muy llamativas y futuristas. Y los precios oscilan de 10 a 30 euros. Y la segunda colección está a punto de ser cargada. Aunque también os digo que todo esto también puede ser ruido y experimentos promocionales. Carlings fundamentalmente vende ropa física y tiene casi 90 puntos de venta físicos en Noruega.
Esta claro que hay futuro en la ropa virtual, al menos en algunos sectores de la población. No se descarta que en un futuro se pueda acceder a grandes catálogos de ropa virtual a través de cuotas de acceso. Seguro que algún día las grandes marcas de lujo desarrollarán sus propias colecciones de ropa virtual, incluso modelos de alta costura, porque hasta las premier y las alfomabras rojas serán virtuales. Nadie saldrá de su casa, ni cogerá un avión para ir un maldito evento. Esa es la sostenibilidad del futuro, la única solución posible. El futuro es virtual.
Los diseñadores de moda que quieran formar parte de este futuro tendrán que formarse en las tecnologías virtuales y en 3D. Es el futuro. Lo del moulage ya no se lleva, a no ser que sea modelaje virtual, claro esta.