Los problemas deslucen el concierto de Radiohead y PJ Harvey arrasa
Era fácil reconocer a los fans de Radiohead que tan sólo habían comprado la entrada del viernes para ver a sus ídolos. Y no por la pulsera amarilla que les marcaba, ni por las camisetas con el nombre de la banda, sino porque abarrotaban las primeras filas del escenario Heineken desde varias horas antes de que salieran Thom Yorke y los suyos. No les vino mal, ya que estando allí pudieron disfrutar de uno de los grandes conciertos del día (y del festival), que fue el que ofrecieron Savages. Tras el éxito arrollador de su segundo disco, “Adore Life”, había una expectación inmensa por ver si serían capaces de hacer funcionar en directo la enésima reformulación del post-punk que ofrecen. Su respuesta fue clara: aprovechar el tirón y el carisma de su cantante, Jehnny Beth, para ofrecer un show vibrante. Beth no paraba de moverse, arengar al público y lanzarse sobre él en un crowdsurfing continuo que parecía desesperar a los empleados de seguridad, dejándonos una imagen memorable: una decena de personas, manos arriba, sujetan a Beth por las rodillas mientras ella contempla los miles de personas allí reunidas desafiante y continúa cantando. Espectacular.
Imagen inicial: Savages / Esta foto: Beirut (Fotos Eric Pamies)
Con tal subidón de energía en el cuerpo le llegó el turno a Beirut, quienes tuvieron que lidiar con la dura tarea de tocar justo antes del grupo más esperado de la noche. Debió ser difícil para Zach Condon y los suyos ver como una riada de gente pasaba por los laterales de su escenario si apenas girar la cabeza para coger sitio en el escenario de enfrente, mientras que otros aprovechaban para coger fuerzas en las barras. Pero si ésto le molestó, no dio muestras de ello y ejecutó un concierto que navegaba entre lo íntimo y lo festivo, entre el ukelele y los ritmos balcánicos-fronterizos a golpe de trompetas. Sonaron temas de su reciente “No No No” pero los más vitoreados fueron los ya clásicos “Santa Fe” y “Nantes”. Quizás en otro horario y otro escenario hubiera triunfado más.
Radiohead. Foto: Eric Pamies
Y llegó la hora. Unas 40.000 personas (según datos oficiales) se congregaban para ver a Radiohead, los ídolos del indie noventero, haciendo evidente quiénes eran los máximos cabezas de cartel de este Primavera Sound. Pero la decepción llegó cuando empezó a sonar la intro de su nuevo single “Burn the witch”: o estabas en las primeras filas o apenas se oía. Por si fuera poco, las pantallas no mostraban imágenes de lo que ocurría en el escenario, sino más bien un mosaico difuminado de cada uno de los miembros de la banda, así que si no habías corrido para coger sitio era difícil enterarse de algo. Este volumen limitadísimo continuó durante buena parte del concierto, para la desesperación de muchos, que se lamentaban por no poder escuchar con claridad los temas de “A moon shaped pool”. Más adelante el problema pareció solucionarse -a medias-, aunque se requería la colaboración de público y su silencio para seguir el concierto con algo de gracia. Por suerte esto ocurrió y fue así como se llegó a los grandes éxitos, despertando más de una lágrima: “Karma Police”, “No surprises”, “Pyramid Song”, “Everything in its right place”, “Idioteque”. Un repertorio ideal que se completó en el primer bis con “Bloom”, “Paranoid Android”, “Nude”, “2+2=5” y “There There”. Y cuando todo parecía acabado, segundo bis con “Creep”, segunda vez que la tocaban en 7 años (la anterior, unas semanas antes en Francia). Pero hubo algo que le faltó a esta lista de éxito, y fue, además del volumen adecuado, la emoción. Pese a interpretar todo de manera correcta, parecía más un ensayo a puerta cerrada que un concierto multitudinario. Pocas palabras, nula conexión entre ellos, nada que hiciera adivinar que estábamos ante el momento más esperado del festival. Más tarde fuentes de la organización confirmaron que el volumen fue exigencia del grupo, que les gusta tocar así. En fin, habrá que respetarlos.
The Last Shadow Projects. Foto: Alex Amorós
Con el ritmo metido en el cuerpo había que buscar una alternativa bailable, y el esperadísimo regreso de The Avalanches parecía la opción más adecuada. Habían pasado dieciséis años desde que saliera su primer disco, con la consiguiente expectación, por lo que muchos se sintieron algo defraudados cuando se encontraron frente a algo que se asimilaba más a un DJ-set que a un concierto con todas las letras. Apenas sonó un fragmento de su tema presentado días antes, “Frankie Sinatra”, pero ni rastro del clásico “Since I left You”. Aún así, la pseudo-sesión fue muy disfrutables si se afrontaba sin complejos.
En el cartel del sábado un nombre destacaba por encima de los demás: Brian Wilson, líder de los legendarios Beach Boys, interpretaría íntegro Pet Sounds, un disco fundamental para entender el pop contemporáneo y que cumple ahora cincuenta años. No es de extrañar que, a pesar de ser las ocho de la tarde, el escenario Heineken estuviese a rebosar de gente de todas las edades. En orden riguroso, empezaría sonando “Wouldn’t it be nice”, con un Brian Wilson sentado al piano y con una voz que, a pesar de no ser la misma que tanto brilló en su día, aún conseguía emocionar. La nutrida banda ayudaba a conseguir que todo sonara con perfección matemática, con Al Jardine y su hijo ayudando en las notas agudas a las que la voz de Wilson ya no llegaba. Entrañable y bromista, el estadounidense tuvo palabras para el público constantemente, visiblemente agradecido. Y cuando acabó Pet Sounds (apenas dura cuarenta minutos) llegó el tiempo de los clásicos imborrables: “Good vibrations”, “Monster mash”, “Surfin’ girl” y por supuesto para cerrar “Surfin in the USA”, que convirtió Barcelona en CAlifornia y el Mediterráneo en el Pacífico durante unos minutos.
Brian Wilson. Foto: Eric Pamies
Otro de los atractivos del festival, pero por razones algo distintos, era el concierto de Los Chichos. Mucho se criticó su confirmación en el festival, como si se tratara de exponerlos como atracción turística más que por su extensa y prolífica carrera musical (como ellos reconocieron, tienen más de 500 canciones). Sea como fuere, lo cierto es que el escenario Adidas se quedó pequeñísimo frente a una masa de gente que quería ver el espectáculo, bailar o tocar las palmas. Una lástima, ya que apenas comenzado el concierto empezaron a sonar en el escenario contiguo las bases de Pusha T, creando una amalgama de sonidos que impedían escuchar con claridad las historias de amores callejeros de los rumberos. ¿Volverán a repetir en un escenario grande?
Los Chichos. Foto: Dani Cantó
PJ Harvey. Foto: Alex Amorós
Cayó la noche y de negro apareció PJ Harvey saxofón en mano y rodeada por una big band que firmaría uno de los mejores sonidos del festival. Con menos garra y más sobriedad de lo habitual, fue desgranando el reciente “The Hope Six Demolition Project”, disco concebido como obra artística en un museo que tuvo su reflejo en los visuales que coronaban el fondo del escenario. Intensa, emocionante y continuamente volcada en hacer vibrar al público logró el clímax general con los temas de su disco anterior, “Let England Shake”, pero sobre todo con un “Down by the water” que sonó a liturgia mientras miles de personas callaban empequeñecidos por la inmensa presencia de la cantante. Concierto difícil de olvidar que nos mostró la cara de una PJ que no necesita más que su voz para triunfar.
PJ Harvey. Foto: Alex Amorós
Comenzaba la recta final del festival y era el turno de la electrónica, con Moderat como plato fuerte de la noche. El trío alemán formado por Modeselektor y Apparat ofrecieron un show que fue de menos a más. Comenzaron oscuros y densos, lanzado los cortes más experimentales de sus discos “Moderat”, “II”, y “III”, hasta que sin previo aviso le llegó el turno al baile. Subidas de tempo, visuales espectaculares y un volumen muy por encima de lo que habíamos visto hasta ahora reventaron los tímpanos y las zapatillas de un público muy metido en lo que estaba viendo. Y tan sólo quedaba finalizar la noche, que como ya es habitual desde hace diecisiete años, corrió a cargo de DJ Coco. Homenaje a Bowie para empezar y lista interminable de hits de los últimos años, con Chimo Bayo incluído para celebrar que un año más el Primavera está muy vivo y para quedarse. El próximo año más.