Todo está inventado. Si hace décadas una chica con el clítoris en la garganta reventó los moldes de la industria del porno, ahora le toca a otra desgraciada pasar lo suyo por tener el ojete allí donde la mayoría tenemos la boca. Y viceversa, claro.
Películas Pieles: la diferencia es bella
Imagen superior: frame de la película Pieles con Ana Polvorosa
Imagen superior: frame de la película Pieles con Lucía de la Fuente
Eduardo Casanova se ha quedado a gusto en su primer largo. Pieles es un alegato incómodo y a veces lacerante a favor de la diferencia. El joven realizador madrileño encuentra el antídoto para luchar contra la incomprensión y los efectos perniciosos de mostrarse distinto a los demás: libertad radical y beligerante, rechazo frontal a la autocensura. Pieles, estrenada el pasado 24 de marzo en el Festival de Málaga, hace añicos cualquier tabú. Hace un corte de mangas -lo del beso negro lo deja para otro momento- en tonos chicle al bus anti-trans. Es pura expresividad visual rodada muy de cerca, sin ningún distanciamiento. Como en tantas óperas prima, en Pieles está todo Casanova. Falta que suene Gossip de fondo.
Imagen superior: frame de la película Pieles con Antonio Durán “Morris” y Carmen Machi
Por la pantalla van desfilando una galería de personajes rotos que parecen haber sido maqueados por David Lachapelle. Ana Polvorosa, Macarena Gómez y Candela Peña, magulladas de origen a la espera de sus almas gemelas, también traumatizadas. Un relato de la infelicidad invisible por ser desagradablemente visibles.
Imagen superior: frame de la película Pieles con Ana Polvorosa
Ese universo propio exhibido en Pieles ya se había venido gestando en sus trabajos anteriores como guionista y director de cortos. Uno de ellos, Eat My Shit, es germen de esta incursión en primera división, ya anticipó su dosis de polémica y de aquel explícito bautismo ha llegado esta más poética firma: Pieles. Porque cada uno tenemos la nuestra, más o menos recauchutada, una que nos marca a veces demasiado. Lo de la belleza en el interior y todo eso. Aunque cabe profundizar más allá de malformaciones, cicatrices y fealdades y considerar que tras la epidermis fílmica hay más chicha: ni géneros ni etiquetas. El bicho raro es bello.
Imagen superior: frame de la película Pieles con Mara Ballestero y Lucía de la Fuente
El actor que interpretaba al chaval modosito de Aída, ambos acreditados en incontinencia verbal, apuntaba maneras y precocidad. Estudió luego guion en la escuela de San Antonio de los Baños, pero se curtió más en el callejeo de La Habana. Casanova aspira ahora a convertirse en chico maravilla a la espera del estreno definitivo de Pieles para el gran público el próximo 9 de junio, a sabiendas de que no es una cinta para todos los públicos. Queda claro que Casanova se ha empapuzado en el cine de Tod Browning (Freaks es una alusión obvia) y John Waters. Alguna de Almodóvar ha debido ver (esa presentación en créditos de film y dirección). Referentes para un primer cóctel ha tenido. Sensibilidad y ternura por sus criaturas, también. Puede que tenga también que ver con Todd Solondz, uno de sus reconocidos ídolos y exponente del cine indie más incómodo. Pero, si su maestro encarna la grisura de la cotidianeidad freak, Casanova no puede evitar exudar glamour. Distintos tonos de fealdad para dar voz al costumbrismo periférico, fuera de radar.
Imagen superior: frame de la película Pieles con Enrique Martínez y Ana Polvorosa
La incomprensión ante la diferencia se revierte desde el embellecimiento de cada plano a través de una planificación cuidada al milímetro. No renuncia a la simetría videoclipera y publicitaria, que tanto le gusta y practica. Él mismo compara la estética en el audiovisual con la repostería. Pero Pieles es un chute de algodón de azúcar… amarga. Aunque muy rosa. Y lila. Banderas de España, penes flácidos, prótesis, filias, mal gusto, algún chándal. Nada es casual en su vocación anti-castrante.
Imagen superior: frame de la película Pieles con Carmen Machi
Conviene acudir a Pieles con el estómago vacío. Los diez primeros minutos no son fáciles de digerir. El happy end, imposible de olvidar.
Imagen superior: frame de la película Pieles con Eloy Costa y Carmen Machi
Imagen superior: cartel de la Berlinale de la película Pieles de Eduardo Casanova