Esto no es una crítica cinematográfica. Solo tratamos de entender el fenómeno Hierve, el estreno más visto de la historia de Filmin. Una película que narra en plano secuencia hora y media de pesadilla en la cocina. No es real, pero podría serlo.
La velada Boiling Point la firma el director Philip Barantini, que antes fue chef. Su alter ego es el gran Stephen Graham, actor que encarna al jefe de cocina Andy Jones. El escenario, un restaurante de moda de Londres, en realidad Jones & Sons de Dalston, de un amigo suyo llamado igual que el protagonista.
La acción comienza fuera del restaurante, con el chef manteniendo una tensa conversación telefónica con su ex. Es Navidad y la conciliación y los problemas personales le acompañan al trabajo. Se mastica el desasosiego, más cuando Andy se topa con una inesperada inspección de sanidad. Histeria y lloros.
A partir de aquí, la película Hierve nos sumerge en un pase nocturno de lo más incómodo. Clientes especialitos. Carne demasiado pasada. Lucha entre cuadrillas y una sonrisa para Instagram. Influencers impertinentes y chicas de fiesta y chupitos. Celos y recelos. Salvar el culo al compi. Problemas financieros y chefs estrella de bajona tras el egotrip. El crítico que no sabe coger la copa de vino. Y hasta un shock anafiláctico para rematar la fiesta.
Jaume Ripoll Vaquer, cofundador y director editorial de Filmin puso esto en su cuenta de Twitter:
“Tras sus 6 primeros días, #Hierve se convierte en el estreno más visto de la historia de @Filmin superando a #TheAssistant
Qué gran manera de empezar el año.
¡Larga vida a Stephen Graham!
El crítico gastro Philippe Regol opinó:
“Nada de lo que no se sepamos de lo que puede ocurrir en algunas cocinas, pero se deja ver.
Un detalle curioso: cómo la periodista gastronómica agarra la copa con la mano”
Òscar Broc hizo lo propio:
“Apabullante. Gloriosa hora y media rodada en plano secuencia. La crudeza de los fogones y sala en un restaurante de éxito y la estupidez con la que tiene que lidiar el sector con ciertos clientes. Influencers, chefs y críticos gastronómicos a caldo. Top es poco”.
Hierve nos enfrenta a una tripulación que cada noche tiene que lidiar con el vivo y el directo. Sin que nadie se suela preguntar por lo que pasa ahí dentro. Justo cuando Masterchef empieza a hartar a parte del personal, algo tan real se agradece.
Pero ¿qué hace el chef metiendo la cuchara babeada en la crema para probarla? Desde el principio nos preguntamos qué diablos contendría la botella blanca de la que bebe compulsivamente. Y acertamos. Total, que Hierve no deja de ser un thriller en el que la tensión sube como la espita de una olla a presión. Hasta que rompe a hervir, claro.
Conciencia dentro y fuera. Visibilizar lo invisible. Ya no vale todo. Ya era hora.