En medio de una atmósfera de luces y colores, Olafur Eliasson (1967) provoca una reacción emocional a los asuntos urgentes del planeta con su retrospectiva ‘En la Vida Real’ en el Museo Guggenheim Bilbao, inaugurada durante el pasado fin de semana y en display hasta el 21 de junio de 2020.
La muestra es un recorrido por la trayectoria de Eliasson a través de 34 de obras creadas entre 1990 y 2020. Esculturas, fotografías, pinturas e instalaciones, el arte de Olafur Eliasson se deriva de su interés por la percepción/experiencia sensorial. Los elementos centrales de su labor artística son, como buen nórdico, su preocupación por la naturaleza, el medio ambiente, y la geometría .
Su trabajo destaca por convertir al espectador en protagonista, permitiéndole adentrarse en muchos de los desafíos de nuestra sociedad y ofreciéndole diferentes experiencias que conllevan, en palabras de Eliasson, “tomar parte en el mundo”.
Desde los túneles de niebla hasta las galerías de lluvia, las instalaciones hipnóticas de Olafur Eliasson destacan el estado del planeta. El danés-islandés ha concebido instalaciones artísticas para concienciar sobre el cambio climático. Tan apreciada como criticada fue la instalación de más de 120 toneladas de hielo procedentes de Groenlandia en la Plaza de la República de París, durante la Cumbre del Clima de 2015. Cruzar toda Europa con esas moles de hielo y mantenerlas congeladas no debía ser muy ecológico … Además de moldear los corazones y las mentes de la cultura, creo que el mundo del arte debe considerar su propia huella ambiental.
No es solo Greta —que también es nórdica— sino que Olafur, en septiembre de 2019, fue nombrado Embajador de Buena Voluntad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En palabras del propio artista: “El arte no es el objeto, sino lo que el objeto hace al mundo”.
‘En la Vida Real’ hay cascadas
La muestra abre con una Cascada (2019) de proporciones espectaculares que se encuentra en el exterior, en el Estanque Sur de la parte trasera del museo. Una cascada torrencial de once metros de altura aparece en el aire con chorros de agua blanca cayendo vertiginosamente. Esos chorros emergen de un humilde andamio. La belleza del artificio que simula el fenómeno natural parece más extrema en comparación con las prosaicas placas de titanio del colosal edificio que alberga el museo.
Olafur Eliasson, Cascada (Waterfall), 2019 Foto: Erika Ede
Una vez dentro del edificio, hay que dirigirse a la segunda planta, que alberga la exhibición de Olafur Eliasson. La primera sala es instantáneamente dramática: una especie de cosmología alojada en una única y vasta vitrina. Los cientos de objetos que están delante de nosotros — suspendidos, apilados, estáticos— son cautivadores. Son los prototipos de Eliasson, hechos de no mucho más que papel, goma, madera, alambre, cera o piezas de Lego.
La Sala de las Maquetas
Hélices, hemisferios, cintas de Mobius, cúpulas geodésicas, pirámides o globos, estas son las formas fundamentales que apoyan todo lo Olafur Eliasson crea. En conjunción (entre 1996 y 2014) con el artista, matemático y arquitecto islandés Einar Thorsteinn, cerca de 450 maquetas nos muestran la forma en que sus mentes han trabajado durante mas de 30 años: anillos de interconexión, espirales descendentes y caleidoscopios de plata.
La muestra continúa con un viaje a través de los elementos, incluyendo —literalmente— tierra, aire y el fuego. Mientras una camina —sola— hacia el próximo espacio, verá su figura multiplicada en la pared mediante sombras de colores. Es la pieza Tu Sombra Incierta (Color) (2010). Cuando llega el resto de visitantes, las sombras comienzan a proliferar hasta que la fría pared blanca resembla el parpadeo del fuego vivo. Cuanta más gente, mayor es el efecto, ¡el espectáculo comienza!
Olafur Eliasson, Tu sombra incierta (color), 2010. Foto: María del Pilar García Ayensa
Lo Hipnótico del Show
Todos en el mundo del arte sabe lo hipnótico que puede ser el trabajo del artista danés-islandés. Un fabuloso chorro de gotas de agua atrapado en una luz brilla ante mí como si fuese plata fundida que cae del cielo, es La Fuente Big Bang (2014). Una luz estroboscópica ilumina una fuente de agua en una galeria oscura, congelando sus movimientos en una secuencia de formas escultóricas siempre cambiantes. Cada estrobo dura solo unos instantes. Es el Big Bang y a la vez la visión de la torsión del agua plateada en una habitación negra: la naturaleza más el arte. Un trueno visual que crea fabulosas imágenes posteriores en la retaguardia del cerebro.
Olafur Eliasson, Belleza (Beauty), 1993. Foto: Anders Sune Berg
La pieza se asemeja a la obra que Eliasson presentó —a una escala mucho mayor— en la edición de 2010 de la Bienal de Arquitectura de Venecia: Your Split Second House. El espacio del viejo Arsenale de Venecia es sin duda mucho más efectivo. Allí, de la misma manera, el artista creó un espacio cavernoso y oscuro en el que latigazos y serpentinas de agua plateadas igualmente retorcidas destellaban en el ojo, desapareciendo antes de que el ojo pusiese ajustarse a sus formas inciertas.
De manera similar, jugando con las emociones, la experiencia más fascinante es posiblemente la más simple: un espacio oscuro lleno de fino rocío nebuloso a través del cual aparece el arco iris. Indiscutiblemente titulada Belleza (1993), Olafur Eliasson logra los efectos más sublimes de la naturaleza a través de los medios mas simples: tuberías instaladas en fila en el techo que emiten una fina neblina, un rayo de luz procedente de un foco, e ideas. Así, desde ciertos puntos, se puede ver cómo se forma un arco iris en la cortina de agua que varía en intensidad o desaparece a medida que el visitante se acerca o se aleja.
Olafur Eliasson, Fuente Big Bang (Big Bang Fountain), 2014. Foto: Anders Sune Berg
Liquen y Olas
Hay una sala completamente dedicada a sus obras primerizas, inspiradas como no por la naturaleza en relación con el paisaje islandés. Pared de Liquen (1994) es una pared color vainilla pálido, delicada y de aspecto quasi-elástico realizada con liquen de los renos escandinavo que cubre todo un lado de la galería. El aroma y la textura de la obra también afectan los sentidos, su aroma es dulce, limpio y traslada a un paisaje sereno. En el suelo, olas de agua dorada fluyen lentamente de un lado a otro en canales de cristal, es Máquinas de Olas (1995), como la lluvia, las olas son también fenómeno de la naturaleza.
Olafur Eliasson, Pared de Liquen, 1994
Olafur Eliasson, Máquinas de Olas, 1995
Espejos y Reflejos
En la sala siguiente, parece como si uno de los prototipos anteriores haya sido ampliado a una escala tan inmensa que los visitantes pueden caminar por su complicado túnel de triángulos espejados, viendo cómo cambia el mundo a cada paso. Tu Visión Espiral (2002), es un pasillo cilíndrico de espejos, compuesto por cientos de cortes triangulares y dispuestos según una compleja geometría. Caminando a través de la escultura, se vislumbra un brazo incorpóreo, una pierna, una oreja, ¿de quién son?, es difícil de decir. Al visitante se le presentan diferentes perspectivas al mismo tiempo y así percibe su posición de diferentes maneras. Tiene la posibilidad de renunciar al control del espacio y dejarse llevar por una “cierta incertidumbre”.
Olafur Eliasson ha trabajado con espejos y reflejos desde mediados de los 1990. En esta misma sala se encuentran una serie de espectaculares bolas espejadas colgantes: Esfera de Aire Frío (2012), En la Vida Real (2019) y Partícula de Polvo de Estrellas (2014). Esta última escultura colgante combina dos poliedros irregulares, incrustados uno dentro del otro para formar una sola esferoide hecha de vidrio parcialmente reflectante y translúcido y de finos puntales de acero. Dependiendo de las condiciones de iluminación y de la posición del espectador, la obra de arte de aspecto a medida que los paneles de vidrio captan la luz y reflejan el entorno.
Olafur Eliasson, izq: Esfera de Aire Frío, 2012. Der: En la Vida Real, 2019
Olafur Eliasson, Partícula de Polvo de Estrellas, 2014
Para el artista, estas obras ofrecen más que una experiencia visual lúdica. La geometría es uno de los tres intereses principales de Eliasson junto con el mundo natural y las experiencias perceptivas/sensoriales.
Habiendo agudizado los sentidos en estas previas instalaciones mencionadas, a continuación, Olafur Eliasson provoca una respuesta emocional, pero no sólo. Porque si el arte puede tener un efecto práctico en el mundo, este es el caso: provocar reacciones a cuestiones urgentes no sólo emocionales sino también intelectuales.
Glaciares
Eliasson creció en Dinamarca pero pasó sus veranos en Islandia. Días sin noches, noches sin días, hielo y glaciares son una gran parte este país tan políticamente progresista del Polo Norte, del que la mayoría estamos orgullosos. Es por eso que no sorprende que los glaciares sean uno de los temas principales del artista, especialmente durante la última década.
Una sala de proporciones gigantes que engulle toda la obra está a la Serie del Deshielo de los Glaciares (1999-2019). Un conjunto de 30 fotografías, agrupadas en pares, muestran glaciares islandeses tomados desde el aire en 1999 y veinte años después. A través de una interminable pared semicircular, se ubican juntas ambas imágenes, la de 1999 y la de 2019. Sin duda, el hielo se ha reducido a un ritmo alarmante. Olafur Eliasson ha sido durante mucho tiempo defensor del medio ambiente, con este simple gesto, se espera que muchos vean, entiendan y reaccionen al impacto del calentamiento global del planeta.
En otras salas hay más trabajos sobre el hielo. Pinturas hechas a partir de las formas que gotas procedentes de trozos de hielo derritiéndose generan sobre un papel con acuarela, más fotografías, y una escultura, llamada Pabellón de la Presencia de la Ausencia (2019). La pieza es un vaciado de bronce que hace visible el espacio desocupado por un bloque de hielo de glaciar que se ha derretido y es lo suficientemente grande como para meterse dentro.
Luz, Color y Espacio
Cambiando el registro, y por puro regocijo, Tu Atlas Atmosférico de Color (2009) es otra de mis favoritas, y probablemente igual de emocionante que Belleza y Fuente Big Bang. Los visitantes entran en un túnel de niebla luminiscente bañada en los tres colores primarios —rojo, verde y azul—, avanzan con incertidumbre, con las manos extendidas hacia la atmósfera envolvente de visibilidad casi nula.
Pero si un color le gusta a Olafur, es el amarillo oro. Su brillo comienza en la galería en la que se encuentra Habitación Para un Color (1997), inundando todo el espacio convirtiendo en dorado todo lo que toca. Las lámparas instaladas en el techo de una habitación blanca emiten una sola longitud de onda de luz amarilla, reduciendo la percepción del color del observador a tonos amarillos, negros y grises.
Olafur Eliasson, Habitación para un color (Room for one color), 1997. Foto: Erika Ede
El Estudio Expandido
El estudio de Eliasson, radicado en Berlín, reúne a un variado equipo de hábiles artesanos, arquitectos, investigadores, cocineros, historiadores del arte y técnicos de diferentes especialidades. Es un lugar no solo para la creación artística, sino también para el encuentro y el diálogo.
El Estudio Expandido quiere mostrar los intereses y las actividades del estudio de Eliasson en Berlín. El gran panel instalado como cloenda a la exposición muestra diversos materiales de investigación dispuestos en torno a palabras clave ordenadas alfabéticamente: medio ambiente, cambio climático, transhumanismo, big data, o Antropoceno. La lista completa de recursos de este inmenso panel se puede consular aquí.
Olafur Eliasson Activista
Convencido de que el arte puede ejercer una considerable influencia en el mundo fuera de los museos, Eliasson ha creado lámparas solares para comunidades sin acceso al suministro eléctrico (Little Sun), ha diseñado Luz verde – Taller artístico para solicitantes de asilo y refugiados, y para luchar contra el cambio climático ha fundado Ice Watch.
En la Vida Real
Museo Guggenheim Bilbao hasta el 21 de junio de 2020
Mas info sobre la expo: https://www.guggenheim-bilbao.eus
Fotos María Muñoz excepto donde indicado.