El próximo viernes, 22 de febrero se estrena en España Obediencia, el debut de Jamie Jones ambientado en los disturbios de Londres de 2011.
Obey (Obediencia) supone el debut de Jamie Jones, cineasta que (al igual que Emily Jones, la productora del filme) vive a medio camino entre Madrid y Londres. La capital inglesa ha sido precisamente la elegida para localizar su primer filme, ambientado en los disturbios ocurridos en la ciudad a lo largo de 2011.
Dichos disturbios arrancaron en el barrio londinense de Tottenham el 6 de agosto de 2011 tras el fallecimiento de Mark Duggan. Joven de 29 años, padre de cuatro hijos, de raza negra, que murió por disparos de la Policía Metropolitana de Londres.
Su muerte desató una escalada de violencia (saqueos y enfrentamientos con la policía principalmente) que se extendieron a otras zonas de Londres, como en Wood Green, Enfield Town y Ponders End. Finalmente se contagiarían otras ciudades inglesas incluyendo Birmingham, Wolverhampton, Nottingham, West Bromwich, Bristol, Lincoln, Manchester y Salford.
Los protagonistas de Obediencia
No obstante, Obediencia no pretende ser una película acerca de dichos disturbios. Más bien los utiliza como escenario para contarnos la historia de su protagonista: Leon (Marcus Rutherford). Joven, de color, inadaptado, sin estudios ni experiencia laboral.
Su madre (T’Nia Miller) está entregada al alcoholismo y a su amante, un despreciable maltratador. Leon solo encuentra una vía de escape en el boxeo, pero cuando cierran el gimnasio del barrio se queda sin alternativas.
Intentará refugiarse en los brazos de Twiggy (Sophie Kennedy Clark), una “viva la vida” que vive de okupa en okupa y de la que se enamora irremediablemente. Pero por mucho que quiera ir de antisistema, Twiggy es blanca, rubia y de familia bien, y ambos pertenecen a mundos diferentes en realidad.
Obediencia se estrena en nuestro país el próximo viernes, 22 de febrero. La fotografía corre a cargo del español Albert Salas, por la que fue premiado en el Festival de Tribeca. No obstante, lo más reseñable es la creíble actuación del protagonista, Marcus Rutherford, sobre cuyos hombros recae realmente el peso del filme. Cine social para un personaje perdedor con mucha ira que canalizar.