El documental Not a game pone en la balanza los aspectos positivos y negativos de los videojuegos. Por un lado, cómo pueden ayudar en asuntos como salud mental, personas con discapacidad o inclusión social. Por otro, su lado oscuro: machismo, violencia, racismo, homofobia y clasismo. Para sacar nuestras propias conclusiones, tendremos que verlo en Movistar+. Nosotros entrevistamos a su director, el experto en documentales de investigación Jose Gomez.
Not a game analiza el impacto de los videojuegos en la sociedad actual. ¿Cómo surgió tu interés por este tema?
Jose Gomez: La idea viene inicialmente de una agencia de entretenimiento, en un contexto de padres e hijos. Hablo con mi equipo y llevamos la idea a un punto más allá, que es el impacto que los videojuegos tienen en la sociedad. No solamente en padres e hijos. Empezamos el documental por el proceso de investigación, sobre las temáticas de las que partimos: inclusión, adicción, violencia, profesionalización. Esos son nuestros puntos de partida. De ahí aparecen historias, complementadas con las contribuciones de expertos abalados internacionalmente. Buscamos un espacio de debate. Es el objetivo final del documental, que genere opinión.
Es decir, como director, como parte del equipo de dirección, no está dentro de nuestras funciones el decirle a la gente cómo tiene que pensar. Nuestra función es recabar la información de fuentes fiables, expertos abalados a nivel internacional. Y por otro lado, contar una serie de historias que ayudan y facilitan al entendimiento de algunos puntos. Porque se experimentan a través de otras personas. Ambas cosas nos dan las herramientas para crearnos nuestra propia opinión como audiencia. Debatir de una forma imparcial, honesta y objetiva.
¿Eres consumidor de esta industria?
Lo curioso es que no. Ni nadie del equipo. No somos consumidores de videojuegos. Yo jugué al Pong y al Pac-Man de muy pequeño y nunca los volví a tocar. De hecho, antes de empezar la documentación para la película estaba bastante despistado del impacto que los videojuegos tienen a nivel social. Era consciente de la evolución de los eSports hasta cierto punto, pero definitivamente desconocía aspectos pedagógicos o incluso terapéuticos que los videojuegos tienen. Ha sido un proceso de aprendizaje para mí, porque eso también ayuda a la autenticidad del documental. Como director, no tenía ningún tipo de interés en contar la historia de una forma u otra. Era completamente imparcial. La recopilación de información fue sin ninguna agenda. Creo que eso le dio una narrativa original y auténtica.
El documental, además de repasar la historia de los videojuegos, está integrado por una cantidad ingente de entrevistas a jugadores, familias y profesionales. ¿Cómo seleccionaste las personas que aparecerían?
Como decía, partimos de una serie de temáticas. De ahí entramos en el proceso de preproducción, que tiene un elemento periodístico importante. Necesitamos no solamente encontrar la información adecuada, las fuentes adecuadas. Necesitamos encontrar historias que sean interesantes. Que puedan tener un vínculo emotivo con la audiencia. Y que ilustren mediante la experiencia de personas normales y personajes reales. La selección de esas personas es parte del proceso de investigación, donde la parte periodística cobra importancia. Hay que ver la viabilidad de algunas de las historias. Algunas historias llevan a otras. Algunos expertos llevan a historias, y algunas historias llevan a expertos.
Not a game: su narrativa
¿Cuánto tiempo te ha llevado su grabación, entre la documentación, los viajes y las entrevistas?
Fue un espacio de tiempo bastante corto para un documental de este tipo. Fuimos a pasos acelerados. Desde que la idea original llega a nosotros y empezamos a trabajar en ella son ocho meses, incluyendo la posproducción. Normalmente dura un año una producción de este tipo. Echamos mano de recursos, de músculo periodístico. Había que tenerlo listo a la mayor brevedad posible por una serie de razones y aun así nos llevó sus ocho meses.
Con tanto material bruto entre manos, tenías que resumirlo en la hora y media que dura la película. ¿Cómo ha sido la labor de montaje?
Este tipo de documentales, en los que no existe un peso grande de la voz en off –aunque existe una voz en off pero no es intrusiva, es una voz en off que simplemente ayuda a entrelazar las secuencias–, es en el proceso de montaje donde realmente se hace el documental. Es mucho material, porque la narrativa se cuenta a través de entrevistas. Y hay muchas entrevistas de media hora, cuarenta minutos o una hora, y luego se trasladan al documental 15 o 20 segundos. Pero esas participaciones muchas veces son importantes no solo por quién es el experto, sino por la calidad de la información que se da.
No hay otra forma de hacerlo que con paciencia. Tanto los editores como yo tenemos que ser capaces de estructurar. A veces el factor suerte tiene su papel también, porque hay puntos donde las historias son orgánicas, no se controla al 100% a la gente. No estamos hablando de actores. Que las cosas salgan depende un poco de la suerte. Son muchísimas horas de posproducción. Y a eso súmale que eran seis o siete idiomas.
Not a game: un reflejo del mundo real
Por un lado vemos el lado bueno de los videojuegos, cómo han ayudado en aspectos como salud mental, personas con discapacidad o inclusión social. ¿Servirá el documental para eliminar prejuicios?
Pues ojalá. Nuestra labor es recabar información y presentar historias. Nuestra responsabilidad es que esa información sea alabada, auténtica, fidedigna, y que provenga de fuentes que sean cotejadas. Por su parte, las historias tienen que estar bien contadas y estructuradas. Todo ello nos crea una narrativa. Y esa narrativa crea un espacio para el debate. En ese espacio la audiencia tiene la opción de crearse sus propias conclusiones. Si esto sirve para eliminar prejuicios te puedo decir que es un gran éxito.
También vemos el lado malo, cómo existe machismo, racismo, homofobia y clasismo en este mundo virtual. ¿Un reflejo del “mundo real”?
Sí, clavado. Es lo que es. La actitud en los videojuegos es como en el deporte, lo que se puede ver en las gradas o en parte de los fans. Nunca se puede generalizar. Pero muchos de estos aspectos son un reflejo de la sociedad. Los problemas de machismo, racismo u homofobia no existen únicamente en el mundo de los videojuegos. Es obvio que existen en muchos otros aspectos de la vida. A veces, en algunas áreas, en este caso en los videojuegos, son más evidentes. Documentales como este deben crear espacios en los que se busquen soluciones. Buscar la evolución de estos problemas de una forma positiva.
Pero tal y como dices es un reflejo de la vida real. Aquí en el Reino Unido llevamos muchos años tratando de erradicar el racismo del fútbol. Se está logrando. Hoy en día son muy contados los incidentes. No ha pasado de la noche a la mañana, ha llevado muchísimos años. Muchísimos ejercicios de autorreflexión, de reflexión social. De trabajo social. De leyes. Y de que los gobiernos se involucren y tomen parte. En los videojuegos es lo mismo. Se necesita regulación legal, tienen muchas lagunas. Como sociedad tenemos que hacer estos ejercicios de reflexión.
Not a Game Documentary – Trailer from Villa Lunera Films on Vimeo.