DE CÓMO EL SUEÑO DE UNA PERSONA DIO LUGAR A UN ICONO
Evolución
(Del lat. evolutĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de evolucionar.
2. f. Desarrollo de las cosas o de los organismos, por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro.
Cuando leemos la palabra evolución lo primero que se nos viene a la cabeza es Darwin, su barba, y los monos. Sin embargo, la usamos constantemente. Hablamos de la evolución del sonido de una banda, de la evolución de la nueva cocina e incluso hasta en política. Pero la evolución, que no es más que cambio, afecta a toda y cada una de las cosas que nos rodea. De hecho, nos encanta ver imágenes de objetos cotidianos antiguos, logos de marcas e incluso viejas imágenes de nuestra ciudad para ver como evolucionan con el tiempo. Y aunque nos resulta divertido, la mayoría de las veces no somos conscientes del trabajo que hay detrás.
Pensemos en zapatillas. Para toda una generación, el disponer de unas Nike con cámara de aire era todo un logro. La cámara de aire representaba el Olimpo de las zapatillas, una tecnología que, paradójicamente, parecía futurista y a la vez habitual; como si siempre hubiese estado allí. Pero la cámara de aire, tal y como la conocemos, tiene un origen y una larga evolución, propiciada por una persona, David Forland.
Cuando David Forland, Director del Departamento de Innovaciones en Amortiguación de Nike, se unió al equipo de desarrollo de las Nike Air en 1985, el concepto de una zapatilla con cámara de aire no era una novedad. El modelo Nike Tailwind, presentado en 1978, ya contaba con esta tecnología, sólo que era invisible al quedar encapsulada dentro del talón. Fue entonces cuando el diseñador Tinker Hatfield propuso la posibilidad de que esta cámara de aire fuera visible, pero no sería hasta la llegada de Forland cuando las Air Max cambiarían para siempre la historia de las zapatillas deportivas.
Desde el principio, el objetivo de Forland era doble: por un lado, conseguir que la cámara de aire fuera visible y por el otro, conseguir deshacerse completamente de la espuma en el proceso de fabricación. Tendrían que pasar veinte años hasta conseguir cumplir ambas completamente.
El primer momento crucial surge, como casi todas las ideas brillantes, de una idea repentina. Mientras trabajaba en el diseño, Forland se planteó qué pasaría si la cámara de aire se girara, colocando las costuras en la parte superior e inferior en vez de hacerlo a lo largo del perímetro. Dicho y hecho. Con esta idea en la cabeza creo un prototipo que daría lugar en 1987 a las Nike Air Max 1, primeras zapatillas con la cámara de aire visible. El comienzo de un icono.
Desde ese día, el trabajo de Forland estuvo dirigido a aumentar el volumen de aire de la cámara para mejorar la amortiguación, lo cual pasaba por eliminar la mayor cantidad de espuma posible entre la suela y la cámara. De esta premisa nacieron los modelos Air Max 90 y Air Max 180, siendo este último el llevar una unidad Air-Sole visible 180 grados.
Sin embargo, en ninguno de esos modelos la cámara de aire de la parte delantera era visible. Hasta que apareció el blow molding, un novedoso sistema de fabricación que permitía crear unidades Air-Sole de formas tridimensionales que no dependían de la presión del aire, permitiendo adaptarlas a la curvatura de la parte delantera de la zapatilla. Usada por primera vez en las Air Max 93, no fue hasta las Air Max 95 hasta que no se pudo ver por primera vez la cámara de aire delantera.
Las innovaciones se seguirían produciendo gracias al incansable esfuerzo de Forland, que con las Air Max 97 conseguiría crear una cámara de aire que abarcase toda la suela, conectando la parte delantera y trasera. Tras mucho trabajo y el desarrollo de otros modelos como las Air Max Plus de 1999, en 2006 se presentaron las Air Max 360, en las que por fin se lograba prescindir por completo de la espuma en el proceso de fabricación gracias a una nueva tecnología llamada Caged Air. Habían pasado veinte años y por fin el sueño se había cumplido. A pesar de ello, el deseo de Forland por ofrecer las mejores zapatillas le llevó hasta las Air Max 2015, donde gracias a un diseño tubular y unas ranuras de flexión se ha conseguido la plataforma de amortiguación más flexible de la historia de las Max Air.
En palabras de David Forland: “Trabajamos muy duro para conseguir fabricar la primera unidad Air-Sole moldeada por soplado, y no teníamos ni idea de si gustaría a la gente”, explica Forland. “Recuerdo que en la época en que aparecieron las primeras zapatillas Air Max, estaba en el aeropuerto hablando por teléfono con un técnico del laboratorio y vi pasar a alguien que las llevaba. Me quedé mirando fijamente desde la cabina telefónica y dije ‘Aquí hay uno que las ha comprado y la amortiguación funciona’. El riesgo era grande, pero la recompensa fue aún mayor. Esto sólo fue el punto de partida de las Air Max”.
Hoy en día, las Air Max son todo un icono, especialmente los primeros modelos. Las reediciones que cada cierto tiempo saca Nike agotan sus existencias en cuestión de días, y los modelos originales alcanzan precios desorbitados en las subastas online. Todo gracias al sueño de un hombre, que tras más de treinta años nos descubre lo complicada que resulta a veces la evolución.
