ENTREVISTA ÍNTEGRA DE CARMEN COCINA (parte entrevista publicada en número Abril Neo2)
DECÍA GODARD QUE PARA HACER UNA PELÍCULA BASTABAN UNA CHICA Y UNA PISTOLA. A VIGALONDO LA NOUVELLE VAGUE LE QUEDA LEJOS, PERO, EN UN PARALELISMO REMOTO, SU ADHESIÓN (SUBVERSIVA) AL MINIMALISMO HA TRAÍDO AL FANTÁSTICO ESPAÑOL UNA REVIGORIZACIÓN PAREJA A LA QUE EL LONGEVO CINEASTA FRANCÉS BRINDÓ AL CINE EN LOS 60. LOS PARÁMETROS SON OTROS, PERO LA MÁXIMA SE MANTIENE: MENOS ES MÁS.
Resta en despliegue técnico, efectos especiales, postproducción y promoción y suma un guión ingenioso y delirante, unas interpretaciones cercanas y certeras, un par de calles desiertas de Madrid y toneladas de humor vitriólico y con un punto freak: ciencia-ficción en su versión más humana, teatral y audaz. Así parió el cineasta cántabro su opera prima, “Los cronocrímenes”, y así ha nacido también “Extraterrestre”, con un ligero aroma a screwball comedy como valor añadido, quizá el empujón que Borja Cobeaga necesitaba para involucrarse como productor ejecutivo de la película. Una opción que, en la era hiperbólica de la imagen y la adicción a la pirotecnia audiovisual, ha de calificarse como mínimo de arriesgada. Con el Bayona de “El Orfanato” metido de lleno en Hollywood, una se pregunta si la estrategia de Vigalondo no tiene bastante de suicida. Siempre quedarán Capitanes Intrépidos.
En las distancias cortas, Vigalondo peca de incontinencia. Motriz y, sobre todo, verbal. Habla por los codos y gesticula de la cabeza a los pies, con largas pausas para calibrar la expresión más acorde al torrente de ideas que presumiblemente fluyen en su cabeza como de un surtidor sin tregua al que un niño travieso hubiese acribillado a base de agujeros porque sí. Se explaya con cada respuesta, venciendo a duras penas el descarrilamiento, como si lo poseyera un diabólico afán de completitud. No parece, sin embargo, que esta farragosa hiperactividad mental haya pasado factura a sus películas. Surrealistas in extremis (aunque él lo llame “hiperrealismo”), el espectador avispado detectará que, por cada giro perspicaz, decenas han sido descartados: la espontaneidad en la pantalla lleva detrás una ardua labor de selección y perfeccionismo. La apuesta por convertir en implícitos los elementos fantásticos, situándolos fuera de plano o como mera mención en los diálogos, es la seña de identidad más distintiva de este cineasta, la antítesis al derroche de medios como pátina de oro a la oquedad argumental que viene lastrando al sci-fi de gran presupuesto. Con él, lo que prima es la materia ídem. Y de ésa él tiene a raudales.
“Extraterrestre”: “Partí de una idea para un corto sobre una pareja que se conoce en una noche de borrachera, acaban en casa de ella, quieren follar y no pueden, derribando ese cliché de que el sexo en pantalla es siempre maravilloso. Decidí darle un tono cómico-melancólico, que se cerraba con la contemplación de unas extrañas luces en el cielo, aunque lo primordial era el desencuentro amoroso y el flirteo como espejo de una generación forjada a base de traiciones. Luego decidí no mostrar las luces, sino sólo apuntarlas; esa atractiva ambigüedad es el germen de la historia”. Ciencia-ficción: ““Extraterrestre” lo es de principio a fin, aunque a ella se superponga una trama propia de la comedia romántica y de enredo. Aunque ésta no sea la mezcla más habitual, la combinación de la ciencia-ficción con otros géneros no es nada nuevo: “Blade Runner” es además una película de detectives, “El planeta de los simios” de aventuras… Ocurre con casi todos los clásicos”. Austeridad: “Me atrae el reto de que la contención técnica no mitigue el impacto expresivo o emocional en el espectador, manteniendo la impresión de espectáculo. Me manejo bien con los bajos presupuestos, no me gusta la falsa ostentación. Esta limitación es positiva porque te empuja a explorar posibilidades que de otro modo no tendrías que considerar, abriendo la veda a incógnitas y conjeturas que hacen que el espectador se monte su propia historia. Como generación, sabemos que lo que nos es presentado como cierto no tiene ni pies ni cabeza; ahí está el flagrante caso del 11-S. Ante un suceso extraordinario, nos creemos la teoría institucional más extravagante antes que una posibilidad más sólida, pero más aburrida”. Hiperrealismo: “En esta línea, los personajes se pasan la película especulando con chorradas. No es surrealismo, sino hiperrealismo, ya que éstas son las reacciones más lógicas en una situación límite. Estamos acostumbrados a películas apocalípticas en las que el héroe se pone el mundo por montera y se lanza a salvarlo sin más, pero al fondo hay un montón de extras a la deriva, presos del desconcierto y la impotencia. Eso es mucho más realista, y es ahí donde yo coloco la cámara”. Hollywood: “Mi trabajo no es nada oscarizable: nunca rodaré un biopic con una estrella con prótesis. Sin embargo, mis películas tienen más éxito en el extranjero, por lo que trato de evitar el localismo en la acción. Me pongo en la piel del espectador y pienso en él, que es lo opuesto a pensar en la taquilla. Cuando veo una película, me gusta ser manipulado en un sentido dulce, como un pelele, que me lleven a territorios confusos y exquisitos. Es importante dejar un margen para la imaginación”. Cultura cinematográfica: “En el pueblo cántabro en el que crecí no se podía ver otra cosa que no fuera la tele. No supe lo que era un VHS hasta los 16, y mi imaginario interno se nutría más de libros que de cine. En los 80 “Blade Runner”, “Gremlins” y “Los Goonies” hacían del cine algo maravilloso e inalcanzable. Fue con el cine gore e indie de los 90 (Kevin Smith, Hal Hartley, Jarmusch) cuando me dije que quizá yo podía hacerlo”. Universalidad: “No soy partidario de hacer cine para que le guste a todo el mundo. Cuando eso ocurre, la película no es memorable para nadie. Cuando alguien odia algo que hago, pienso que eso es precisamente lo que le encanta a otro”. Fantástico español: “Está en un momento espectacular, con “Promoción fantasma”, “Luces rojas” y “Rec 3” ahora mismo en cartelera. Es una quinta que me interesa muchísimo como espectador, y a la que me siento orgulloso de pertenecer como cineasta”. Humor freak: “Me sentí halagadísimo por participar en algunos sketches de Muchachada Nui, en los que se filtra el buen rollo y el ambiente festivo del rodaje. En cuanto a Miguel Noguera, adapté el papel expresamente para darle más protagonismo”. Proyectos: “Estoy trabajando en varios frentes, con ‘Windows’ a la cabeza. Pero estas cosas llevan tiempo, así que no puedo decir cuándo vendrá lo próximo”.