“Se puede evitar a la gente, pero no se puede evitar la arquitectura”. Hace más de veinte años que la artista italiana Monica Bonvicini (Venecia, 1965) hizo esta observación que define su práctica artística hasta hoy día. Su trabajo explora la relación entre espacio, arquitectura, sexualidad, género y poder a través de múltiples formatos como la escultura, la instalación, el dibujo, la fotografía y el video. Para su solo show en la Berlinische Galerie de Berlín realiza una instalación site-specific en la que analiza la arquitectura del edificio del museo, la forma en que se percibe y sus usos potenciales.
Radicada en Berlín desde hace más de tres décadas, Monica Bonvicini adquirió notoriedad en los años noventa con obras en las que hace uso específico del lado fetichista de materiales y objetos procedentes de la industria de la construcción, como acero, andamios, cadenas y cuero. Sus trabajos también son considerados de fuerte carga sadomasoquista. Golpea las arquitecturas con las estructuras de poder masculinas e investiga repetidamente la lógica de funcionamiento entre espacio privado y público, incluyendo en este último las reglas impuestas en los espacios expositivos institucionales.
Belts Ball (double ball), 2017
La exposición en la Berlinische Galerie lleva por título 3612.54 m³ versus 0.05 m³. La primera cantidad corresponde al volumen espacial de la sala mientras los 0.05 m³ representan el volumen de la artista, calculado en base a su altura y peso, pero exportable a cualquier visitante. Así de pequeño se siente el espectador en este gran cubo blanco, haciendo patente la relación entre el espacio y su contenido.
En su instalación, Bonvicini ha bloqueado el acceso a la sala con la pieza Passing (Paso), consistente en una pared de paneles metálicos de diez metros de altura que cubre en su totalidad la altura del espacio. A la pared se antepone un andamio que hay que cruzar para alcanzar la pequeña puerta de acceso al ambiente principal. Del otro lado, la pared metálica está revestida de aluminio, dotándola de un aspecto reflectante. Inmediatamente después, uno se encuentra con una segunda restricción —esta vez parcial— que da pie al segundo trabajo, Waiting #1 (Espera), consistente en una valla de metal, sutilmente deformada, de la que pende una cadena con dos esposas. Traspasada la valla, en el centro de la habitación, cuelga una especie de escoba hecha de cinturones de cuero negro con sus hebillas —sugieren de por sí la idea de castigo—, sujeta al techo con una cuerda negra y una estructura con dos columnas laterales. Esta tercera pieza que lleva por nombre Breathing (Respiración), barre el suelo a un ritmo fijo accionada por dos cilindros de aire comprimido. Se balancea cada vez más violentamente produciendo un sonido metálico al tocar el suelo, para finalmente golpear como un látigo las paredes situadas a izquierda y derecha, como si este látigo realizara un trabajo esencial, limpiar el espacio y restaurar el orden. Cada espacio coloca al visitante en relación con el mismo y en este caso, pasar por debajo es por cuenta y riesgo propio.
Passing, 2017. Instalación site specific.
Los restantes elementos de la instalación parecen, no obstante, añadidos de forma arbitraria, en una esquina hay unas grandes bolas negras realizadas igualmente con cinturones de cuero entrelazados. Los silenciosos vigilantes también aparentan formar parte de la pieza mostrando la carga específica de género en el mundo de la arquitectura, la construcción y el arte.
La expo se puede visitar hasta el 26 de febrero de 2018 en Berlín y paralelamente Monica Bonvicini también participa en la actual XV Bienal de Estambul.
Fotos: Jens Ziehe © Monica Bonvicini and VG Bild-Kunst.