En nuestra primera velada indoor nadie nos ha aplaudido a la entrada, no nos hemos sentado con ningún peluche o muñeca hinchable, ni nos ha atendido ningún robot. Menos mal. Simplemente nos han dejado ser felices. Siendo más seguros. De lo que se trataba.
Pero siguen pasando cosas. Con el recuerdo de Anthony Bourdain en la boca del estómago, con las estatuas tambaleándose y los rebrotes azuzando el inconsciente, queremos justamente ser más conscientes. Nos lo enseña Xanty Elías, el chef de la alegría, a punto de revivir otro Acánthum en una normalidad desconocida. Nos acordamos de él y de más cosas en nuestro primer restaurante chispas post-pandemia, del que ya os contaremos próximamente.
Imagen superior: Tiradito de Fayer
Imagen superior: interior del restaurante Hevia
Hace semanas y fases que nos quitamos el pijama para echarnos a las calles, sentarnos en las terrazas y por fin acodarnos en las barras. Sin darnos de codazos, que la distancia social nos dejó melancólicos frente al vaso vacío y las olivas. Pero llegó la mesa y nos sentamos a ella.
Ay, la mesa, con su buena poesía desnuda ahora ya para siempre al despojarse de su mantel de cuadros. Ay, el mantel de cuadros… Vale, basta. Nostalgia, la justa. En realidad, estuvimos tentados de aporrear la mesa empuñando los cubiertos como un niño fuera de control reclamando sus espaguetis con chorizo. ¡Queremos comer, queremos comer! Pues nos pusimos morados. Nos manchamos el babero. Brindamos. Como siempre hicimos, pero con más ganas y sin apenas miedos. Fue en Fayer, el restaurante israelí-argentino que acaba de aterrizar en Madrid. Pero eso es casi lo de menos.
Imagen superior: El cocinero Rolf Fliegauf de Take a chef
Y es que, si el delivery ha cumplido su misión –hasta Hevia se ha animado al reparto de lujo, o Tripea con Triperito, o Kitchen 154 con sus pedidos al vacío— y deberá encontrar su afinamiento para poder quedarse, nunca podrá suplir el ritual que significa salir a comer. Salir-a-comer, música celestial. Iniciativas como Take a chef, con la que convertir tu casa en un restaurante Michelin, podrán mezclar ambas experiencias (¿quién friega luego todo eso?). Pero queremos salir, maldita sea, aunque sea para volver impregnados en aires de bohemia y de fritanga.
Imagen superior: Uno de los platos de El Bar de Paco Morales
Malo será no poder volver a lugares como Bodegas Maribel, con el cierre echado para siempre después de casi veinte años en Lavapiés. O a Casa Patas. Qué desolación. Así que esto es una cuestión de todos, de volver para que ellos no se vayan nunca.
Hay tanto que viajar, que visitar, que comer y que beber que el mismísimo Bourdain nos impulsa a seguir su credo de bandarra gourmand. Ojalá su espíritu presidiera vuestras siguientes comilonas, sean donde sean. Lo mismo en lo último más casual de Iván Cerdeño, a cielo abierto de su cigarral de Toledo, que en El Bar de Paco Morales, la opción más informal del chef cordobés de Noor. Tan sólo dos de los últimos ejemplos de adaptación de la alta gastronomía a formatos para todos los públicos. Es lo que hay.
Ya contamos que Acánthum, en Huelva, se moverá entre ese concepto a la carta más apegado a la realidad y otro más fantasioso, algo que no todos, ni empresarios, ni chefs ni público se podrán permitir, pero con lo que se seguirá conviviendo en según qué casos. Poco a poco llegarán todos los Michelin, con El Celler de Can Roca imponiendo su ley desde el 23 de junio como primer triestrellado en hacer sonar la campana de comandas.
Imagen superior: Izquierda: Portada del libro El Chef de la Alegría. Derecha: Preparación del pulpo en Acánthum
La agenda, pues, empieza a apretarse. El verano llega y ya planeamos picnics, barbacoas locas de piscina y bacanales a la sombra. Manteniendo la distancia como sea. Yo haré lo que pueda, que para eso ahora soy persona seria y cabal que arrastra el carrito de una criatura que siempre parece tener hambre. Para cuando ya lea tiene guardado un ejemplar de El chef de la alegría, que acaba de ser premiado como mejor libro de gastronomía infantil del mundo en los Gourmand World Cookbook Awards 2020. Xanty, junto con la profesora Cinta Jiménez, fomenta la educación en la cultura gastronómica dentro del programa “Los niños se comen el futuro”. Leer para comer mejor, un plan siempre infalible.