Extracto del texto de introducción del libro Flashatnight (Monsa). Un proyecto sobre la escena underground de Madrid, Berlín, Londres, Barcelona y Milán entre otras ciudades europeas.
Markus es el único amigo que me ha pedido que le acompañe a un cuarto oscuro de localización técnica para un photoshoot de una revista (que por cierto, nunca llegó a hacerse). Una putada que no le dieran permiso para hacer la localización porque yo le dije que sí entusiasmado, a pesar de que esos locales no son nuestro hábitat natural e íbamos a parecer dos japonesas perdidas en una película de Tinto Brass. Y es que Markus te lía para lo que él quiera. Y tú, desprotegido, dices que sí a tu propia muerte con tal de formar parte de la aventura junto a él. Su vitalidad es una pandemia contagiosa sin vacuna posible.
Markus tiene una sensibilidad personalizada, anárquica y curiosona, peligrosa y atrevida. Y un carácter de ex niño gordo. Y habla (con un acento medio andaluz-madrileño-londinense cocido a su propio fuego) atropelladamente, como si la velocidad del lenguaje no se correspondiese con la de su cabeza. Markus es de esas personas, en la vida de todos siempre hay alguna, a la que es imposible entender bien lo que te dice por teléfono. Lo suyo es pasar de todo, es el borbotón, la cascada arrasadora. Sientes que las palabras se le quedan pequeñas. Esto, que para mí en términos generales es una herejía (soy defensor acérrimo de las palabras), en el caso de Markus, me resulta tremendamente liberador. Creo que por eso es fotógrafo. Porque el obturador de la cámara, ese yonki mecánico de imágenes, sí que furrula a la misma velocidad que él y su cerebro. El lenguaje es demasiado lento para Markus.
Un click, un instante en el que se recoge toda una vida, eso va mucho más con su rollo. Porque estudió diseño y fotografía, al menos eso dice él. Yo le creo. Digo que yo le creo porque en sus fotos no se nota tantas horas de estudio. Su cultura de foto-guerrilla se pasa por el forro cualquier tipo de escuela y encuadre. Que conste que digo esto en plan piropazo, porque los grandes primero aprenden las reglas y después se las saltan. Saber hacer de la falta una virtud pertenece al terreno de la inteligencia y de la creatividad más gratificante y necesaria. Eso es lo que Markus consigue con sus fotos: crear su propio código, su propia escuela construida desde el error, la sinceridad y el buen (y mal, tan necesario como el otro) gusto (aunque él, esto no me lo ha dicho, pero lo imagino, se piense que es el colmo del academicismo y crea que todo lo que hace está perfectamente estudiado).
Las fotos de Markus no se explican: se viven, se sienten. Es fotoperiodismo personalizado al cubo: un reportaje del National Geographic mojado en ácido que te traslada a universos desconocidos (jartitos como estamos de ver tanto Safari). El suyo, principalmente. Doy fe de que estas páginas recorren sus guaridas, sus rincones, sus colegas, sus hábitats, desde lo íntimo a lo más social, pero todas y cada una de ellas son él en estado puro. Para eso, para mostrarse, hay que tener un buen par de cojones, con la dosis de inconsciencia justita. Él tiene todo eso y más: tiene talento. Mirad su trabajo y atreveros a decir que no es así.
Markus, esto él no lo sabe todavía, va a cambiar mucho en los próximos años. Se va a depurar, se va a hacer más él. Eso es bueno: es el camino que todo artista inicia en la búsqueda (tan legendaria y aún me pregunto si cierta) de su voz única. Algún día le publicarán en importantísimas revistas. Cuando menos lo esperéis estará haciendo retratos de vete-a-saber-tú-quién para las portadas de las diversas publicaciones internacionales tops. Y si no al tiempo. En ese momento, él pasará de festines y festivales, y habrá alcanzado lo que logran los grandes que, al contrario de lo que muchos piensan, no es el reconocimiento sino la libertad, tan esquiva y cojonera, de vivir como se sueña, haciendo lo que realmente sientes entre el corazón y el estómago. Pase lo que pase, no perderá su esencia. Eso lo tengo bien claro. No es mal final para una historia que comienza. De hecho… es la hostia.
Presentación libro viernes 15 de enero (18.30 – 21.30)
Tienda Carlos Diez (Loreto y Chicote, 4)
PARTY (a partir de la 1) Stardust – Red Room – (Isabel la Católica, 6)
+Sailor vs Robert Calvin +Poison Dolls perfomance
16 de febrero de 2010 a las 14:45
A mi parecer… no es para tanto. O no son sus mejores fotos o sobra tanto piropo.
No es la hostia. Solamente me parece de los pocos que se saquen continuamente la réflex de fiesta…
15 de enero de 2010 a las 11:01
los que tenemos la suerte de conocer a Markus, sabemos que vivir un paso más allá de la línea que delimita una vida estable mantiene el equilibrio de su arte y la sinvergonzonería con la que trabaja.
15 de enero de 2010 a las 10:18
no comments…creo que Javi ha estado muy acertado en todos y cada uno de los adjetivos que describen a este pequeño personaje de gran creatividad que es a la vez como un hermano para los que tenemos la suerte de tenerle cerca
11 de enero de 2010 a las 21:53
Aún más ganas de ir me entran
11 de enero de 2010 a las 21:35
Las fotos son bonitas, pero no las veo tan ‘underground’ la verdad…
11 de enero de 2010 a las 18:59
Qué bonito, Markus, que hablen así de uno…