Es el último proyecto del estudio de arquitectura madrileño Lucas y Hernández-Gil. Se trata de la reforma de una casa de pueblo que data del siglo XVIII y está ubicada en el sur de Extremadura. Una intervención de gran escala para darle el nuevo uso como hospedería. Un trabajo que rescata el carácter perdido de la arquitectura original y en el que se aportan nuevas soluciones sin mimetismos ni estridencias
La casa está en Villalba de los Barros, en la comarca de Tierra de Barros, entorno de tierras arcillosas con grandes extensiones de vides y olivos. Uno de los elementos más reconocibles de la zona es un castillo, una fortaleza almohade construida en el siglo XV. El proyecto está ubicado en la plaza principal y justamente en una de las casas más singulares. Son 380 m2 de reforma en los que se ha invertido unos 700€ por metro cuadrado. Se han necesitado dos años para acabar el encargo, eso sí, contando con permisos y licencias. Lo mejor de la intervención de Lucas-Hernádez-Gil es que el espacio final parece que siempre ha estado ahí. Un trabajo de arqueología renovadora que rescata el carácter de la vivienda pero que le da nuevas jerarquías.
La casa, de dos plantas, posee una configuración típica, con tres crujías de muros de carga y bóveda extremeña en planta baja, se abre a la plaza de entrada por un lado y a un pequeño patio por el otro. En este nivel se ha incluido toda el área social: zaguán, salón, cocina, comedor y patio. Se recuperaron los espacios originales, pero además se incluyeron nuevas aperturas hacia el patio y entre estancias para abrir así perspectivas y conseguir más luminosidad.
Respecto a los materiales nos explican Cristina Domínguez Lucas y Fernando Hernández-Gil, fundadores del Lucas-Hernández-Gil: “Se ha empleado un mortero de cal en bruto en todas las paredes y pintura a la cal en las bóvedas. El pavimento de barro original se había perdido por completo, pero acudimos a alfareros de la zona que nos fabricaron artesanalmente nuevas piezas, de textura y vibración similar a los antiguos pavimentos. Solamente la disposición diagonal e irregular de aquellos, en referencia especular de los techos, permite diferenciar y datar esta solería como contemporánea. Este ladrillo manual se extiende también en el exterior por el patio hasta el borde de la pequeña alberca que se ha construido para refrescar los calurosos días de verano”.
Han trabajado con oficios y artesanos locales. Una parte muy importante en sus proyectos es sacar partido del contexto que intervienen. Es un ejercicio de multiplicación donde se incorporan al proyecto materiales, oficios y conocimientos locales que lo enriquecen.
Un aspecto importante que Lucas-Hernández-Gil cuida al máximo en sus proyectos es el tema de la climatización, donde buscan el mayor confort con el menor consumo. En esta casa rural han aprovechado las virtudes climáticas de la arquitectura popular. Por ejemplo, sistemas pasivos como los muros de gran inercia, el patio con la alberca para crear una corriente de aire fresco y materiales como la cal y el barro que permiten la respiración de los muros manteniendo un correcto equilibrio de humedad y consiguiendo un espacio más saludable. También se han aprovechado las diferentes chimeneas de leña en las que se han instalado unos conductos de aire caliente que recorren todas las estancias. De igual manera, se ha aprovechado la energía solar para generar agua caliente mediante placas.
Hay un trabajo de carpintería muy destacable, tanto por la cuidadosa restauración de los elementos originales, ricamente decorados, como por el trabajo en las nuevas puertas, ventanas, fraileros y sus herrajes. Para el mobiliario se han utilizado piezas como; de Kresta Design y de Ikea, lámparas JU1 de Jørn Utzon, y las Formakmi de Jaime Hayón, ambas de &Tradition, y las lámparas Ikono diseñadas por Simon Legald para Normann Copenhagen. Les preguntamos por esta selección de mobiliario para una casa rural: “El mobiliario tiene que ser el adecuado al espacio y a la arquitectura. También es necesario observar el contexto cultural, pero esto puede ser, o bien para asimilarse, o bien para buscar el contraste. Nosotros hemos usado muebles Kresta que también los usamos en entornos urbanos muy modernos.”
Hay que aclarar que Kresta Design es la otra cara de Lucas-Hernández-Gil. Desde esta marca trabajan de una forma más lúdica la escala pequeña, el diseño de mobiliario e instalaciones.
Sobre la reestructuración de las estancias nos explica Lucas-Hernández-Gil: “El conjunto de dormitorios se ha llevado a la planta alta, un antiguo sobrao que se usaba como almacén y para curar matanzas. Este nivel se ha estructurado de nuevo casi por completo, pero tanto en las características de escala, acabados y mobiliario se ha querido mantener la atmósfera y carácter singular de la casa. La casa rural cuenta ahora con cuatro dormitorios y tres baños, zaguán, salón, cocina, comedor, patio y bodega. Está dotada de instalaciones modernas para asegurar el confort”.
La Casa rural en Villalba de los Barros es un ejemplo a considerar tanto por su arquitectura vernácula como por su sostenibilidad. Un proyecto que respeta la sabiduría doméstica del pasado pero que aporta nuevos usos y una estética contemporánea.
Fotografías: José Hevia