LOS FENÓMENOS

LA BURBUJA INMOBILIARIA SOMETIDA A IMPLACABLE JUICIO

Dicen que en épocas de crisis las mujeres se lanzan a la compra indiscriminada de pintalabios rojo. Sí, como lo oyen. La llamada Teoría del Pintalabios ha sido un efecto que se ha repetido entre las féminas desde aquel martes negro de la Gran Depresión de 1929, en el que el deseo de poner un contrapunto al golpe económico maquillando su devastador paso, provocaba que fueran muchas las que ofrecieran en su rostro esos brotes verdes pero en formato de colorado carmín. Un dato que nada tiene que ver con el lado más frívolo de la especie humana, sino con el optimismo y ese “al mal tiempo, buena cara” al que desde que el hombre es hombre se ha venido enfrentando. Atendiendo a esta teoría, podríamos explicar que el 2014 está siendo para el cine español ese pintalabios que necesitaba y es que este año ha sido en el que más ha recaudado el cine patrio desde sus orígenes. Con 123 millones recaudados, una cuota de mercado del 25,5 y casi 21 millones de espectadores, enfrentándose a ese diabólico 21% de iva cultural, hemos demostrado que el cine español no solo está en su mejor momento sino que además queremos consumirlo no solo como paliativo de lo que está ocurriendo sino por la enorme calidad que presenta. Prueba de ello es la última cinta en llegar, Los Fenómenos, que uniéndose a compañeras como 8 Apellidos Vascos, La Isla Mínima, Magical Girl, Hermosa Juventud, 10.000 Km., Relatos Salvajes o la aún pendiente de estreno, Musarañas, recoge el testigo y se sitúa no solo entre las mejores de este ranking sino entre las historias con las que el público más se siente identificado. El director gallego Alfonso Zarauza aborda sin cortapisa alguno, la reciente debacle del sector de la construcción a través de los ojos de una mujer, Neneta (Lola Dueñas), que decide volver al pueblo que la vio nacer tras haber sido abandonada por Lobo (Luis Tosar), su pareja. Allí y con la única intención de sacar la vida de su hijo adelante decide enfrentarse a su futuro como peón de obra en un mundo exclusivo de machotes, pero ‘brillante’ en cuanto a importantes sueldos en B. Lola Dueñas vuelve a dejarnos flipando con una interpretación tan natural como perfecta en cualquier movimiento y gesto, descubriéndonos a esa mujer en apariencia frágil tanto como personal como sentimentalmente, que retoma las riendas de su vida en un entorno que le es arisco en un primer momento. Un papel que interesa dada esa contradicción en el progreso de su personaje, en el que cuánto más se afana por salir del túnel (y parece que lo consigue) más hondo cava el agujero de su presente más cercano. Una víctima de un mundo en el que todos soñamos con tener una casa en propiedad y que supuso (y aún sigue suponiendo) el tejer una tela de araña que arrastró consigo todos nuestros sueños y anhelos de despegue económico. Dueñas en un mundo de hombres, pero varones que en este caso suponen unos auténticos fenómenos, refiriéndonos a esa cuadrilla de la que comienza a formar parte y que pese a un inicio de novatadas y bromas machistas se hace un hueco en ese grupo de trabajadores como ella, que dado su alto rendimiento por metro cuadrado les hace coronarse con el ese título que da nombre a la película. Luís Tosar y Juan Carlos Vellido suponen en esta historia, dos de las tres aristas del triángulo amoroso. Tosar por ser la pareja que abandona a Dueñas y Vellido por ser el abandonado que retoma relación con Dueñas y que Zarauza perfectamente adhiere a la trama social sin que en ningún momento se vea la relación amorosa metida con calzador. Un trabajo impecable por parte de los 3, ofreciendo unas interpretaciones a la altura de lo que se espera de ellos y que se sitúa paralela al absoluto cariño que se coge a esa cuadrilla con Balboa (Miguel de Lira) a la cabeza. Estamos por tanto ante una cinta que pone broche social a este año en que el cine español ha luchado con todo su potencial para demostrar que al mal tiempo que estamos sufriendo por esas personas corruptas que siguen sumiéndonos en la miseria, ponemos la mejor de nuestras caras, luchando por seguir adelante y aferrándonos a esa esperanza, único brote verde que existe en este momento. Un guion escrito a dos manos por el propio Zarauza y Jaione Comborda y una premiada fotografía de Alberto Díaz Bertixi que completan esta cinta que seguramente atraiga no solo a la crítica sino al público en general, verdaderos fenómenos que como los de la obra, siguen luchando por perseguir su sueño, pese a que el barro, el cemento y los especuladores traten de ahogarles. Aún hay luz al final del túnel, señores; mientras tanto no duden en ir a verla.

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