Qué ciudad. San Sebastián es ese joyón del que siempre es difícil estar a su altura. Ella siempre está hermosa, siempre brilla más, nunca desfallece en su eterna decadencia de época. Y pasa que iba siendo hora de que tuviera alguna ventana más desde la que asomarse a tanta grandeza. Una como Lasala Plaza Hotel. No tuvimos más remedio que acudir a su llamada para contároslo.
Dónde.
Lasala Plaza Hotel acaba de ser inaugurado como hotelito boutique y art-hotel con categoría de cuatro estrellas superior. Difícil elegir un mejor lugar para abrirse a la ciudad, en plena Parte Vieja, conectado con la bahía y el muelle del antiguo y bullicioso barrio de La Jarana. Con entrada por ese rincón de encanto que es la plaza de Lasala, presidida por el león de bronce que lleva ahí desde 1863, cuando fue traído de la Plaza Vieja. Fue el guardián de la ciudad, ahora será el guardián de los huéspedes.
Propiedad.
El hotel pertenece al grupo SADE, fundado en 1925. La Sociedad Anónima de Deportes y Espectáculos es parte indisoluble de la mejor Donostia del último siglo, con sus frontones, teatros y cines. La cultura es su esencia y desde 2009, cuando abrieron Astoria 7, añade también la hospitalidad. Esta nueva apertura de Lasala Plaza Hotel supone subir el listón. “Ha nacido una estrella”, dicen ellos. El mejor título de película posible.
Inspiración.
El ideario del hotel es que se note que es un hotel de San Sebastián. Lasala Plaza es un homenaje constante. Desde el encontronazo con el edificio se ha querido transportar al recién llegado a la Donostia de finales del siglo XIX, aristócrata, romántica, de alta sociedad. Pero restando clasicismo, sin exceso de boato, con la modernidad como desahogo. Y la cultura del mar (salazones, balleneros, bacalao…) en toda su devoción. No hay más orgullo por el medio marino en una ciudad volcada a su bahía.
Aunque no es un hotel temático, se introduce el leitmotiv con fototipias de 1897 de casi todos los puertos de España y con unas esculturas bárbaras en el lobby.
La extensión cultural del hotel se articula en su colaboración con los seis museos de la ciudad: Museo Naval, Museo San Telmo, Museo Romano Oiasso, Factoría Marítima Vasca Albaola, El Castillo de la Mota y el Aquarium.
Edificio y arquitectura.
Pareciera haber estado esperando a ser ocupado por alguien especial. El hotel Lasala ha llegado y su edificio de 1917 cobra nueva vida. Por su condición de edificio protegido por el plan de patrimonio urbanístico y por formar parte de la plaza, sus fachadas y elementos principales permanecen intactos y sus luminarias exteriores de bajo impacto ocultas. La rehabilitación ha sido tan compleja que los llevó a reducir el número de habitaciones previstas.
Estilo clásico francés. Así podría definirse en principio el tono general de Lasala Plaza Hotel. El acceso se hace por una entrada de dos niveles que conecta visualmente con el desayunador de la primera planta. Sobresale en este espacio de primer contacto una escultura de madera y bronce diseñada por Joaquín Zubiria y construida por el artesano Aitor Muñoz. Una obra de trece remos verticales en otro vínculo sentimental con el mar: las traineras. El mostrador de recepción es una pieza de roble que recuerda a una quilla. Los atriles a unos amarres. En los baños de esta planta baja, de madera y piedra marquina, ojos de buey.
El lobby es amplio y da para la espera tranquila entre el lounge y la biblioteca. Al fondo, el restaurante. Y mucha madera de Elondo.
Los pasillos distribuidores de las habitaciones se encaran en penumbra, con paredes forradas de terciopelo verde y puertas de madera con señalética de cobre.
Imagen.
Laura Berthier pone la imagen de marca e identidad visual, como el logo del león de Lasala o el diseño de los amenities, con forma de dosificadores o goteros.
Interiorismo.
Es Luisa López Tellería, decoradora casi siempre en conexión con la gastronomía, la responsable del gusto final por el neoclásico francés, sobrio y de líneas geométricas, que sobre todo brilla en las habitaciones.
Maderas nobles, mármol, alabastro, plata en cubertería, cobre por todas partes.
Colores ocres y azules en tapizados y lencería de cama. Alfombras de diseño propio.
Mucho mobiliario de marcas nacionales como Sancal. También piezas de Patricia Urquiola, debilidad de Luisa. Sofás reciclados del anterior uso del edificio.
Destacan detalles como unos óleos a partir de fractales de sal y unas mesillas basadas en las cajas de sardinas que transportaban para vender las sardineras del puerto.
Habitaciones.
58, incluidas 2 junior suites con bañera y vistas al mar, en seis plantas, cada una dedicada a un museo.
Todas son exteriores y miran al mar o a la plaza.
Tamaño de 30 a 50 m2. Medidas de un hotel urbano.
Domótica: control central de la iluminación y hasta un váter inteligente con detector presencial que hace que se levante la tapa.
Ventanas pesadas, buenos cerramientos e insonorización muy eficaz.
Amenities Codage (París) con pastilla de jabón de violetas.
Toallas gruesas y enormes, sábanas de hilo egipcio y colchones dignos de reyes.
Restaurante.
Ander González, chef de Astelena 7, fue convencido para ponerse al frente de La Jarana Taberna, una mirada literal, conceptual y sentida al antiguo barrio del puerto. Con una puesta en escena informal, cundirá el txacoli y los pintxos.
Azotea.
Tenía que haber. El hotel se corona con la mejor piscina de San Sebastián. En las alturas del Lasala Plaza, esta terraza solárium rematada en cobre disfruta de vistas 360 a La Concha y la ciudad entera. Un chapuzón único para compartir el recuerdo de un hotel que Donostia llevaba tiempo esperando. Aunque no lo supiera.
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Lasala Plaza Hotel
Plaza Lasala, 2
lasalaplazahotel.com
Precio: desde 200 euros
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