Paredes blandas, edificios intervenidos, campos de fútbol cuyo trazado ha sufrido modificaciones, escaleras circulares, estos son algunos elementos del nuevo montaje de L/B en la parisina galería Loevenbruck
Contra la idea de que la belleza estética poco tiene que ver con la realidad, y que sólo aquello que se presenta lejos del juego de espejos de lo bello es capaz de ofrecer un comentario certero del mundo, L/B, el colectivo de artistas compuesto por Sabina Lang (Berna, 1972) y Daniel Baumann (San Francisco, 1967), se posicionan en la barricada estética para ofrecer sus comentarios y análisis de la cultura de masas, la moda, la democracia, la tecnología o el consumo. Su hacer se ubica en algún lugar entre las instalaciones escultóricas, el diseño industrial y las artes visuales, cuyas influencias y atenciones van de la Bauhaus al Pop Art. Pero a diferencia de sus predecesores no se trata de citar el universo de los objetos y el consumo rápido, o elaborar una serie de objetos funcionales cuya cualidad estética y artística no está anulada, sino de construir con los materiales que conforman la cultura pop e industrial de nuestros días una serie de dispositivos inclasificables, y de colocarlos tanto en el exterior como en el interior de todo tipo de arquitecturas. El impacto estético que L/B generan es tan grandilocuente y lúdico como el espacio que ocupan. Hace unos años el madrileño edificio de Telefónica fue recorrido por cinco hinchables dorados cuyo brillo invadía toda la fachada. No resultaba difícil entender estos cilindros como la parte exterior de algo mucho mas grande que recorría el interior del edificio. Así funcionan las ensoñaciones de L/B. Sus obras no se plantean como un tipo de arquitectura radical, cuya monumentalidad responde a las intenciones de cambios de estilo de sus autores, sino como una suerte de construcciones efímeras realizadas con materiales simples y económicos, cuyas funciones están más cerca del juego y la fantasía colorista que de la inserción de un nuevo estilo urbano. Expertos en modificar apariencias de fachadas emblemáticas, pero también de interiores y zonas de libre circulación, a través de elegantes y neutros patrones donde lo absurdo de cada emprendimiento conduce a todo tipo de fantasías.
Hasta el 4 de junio, Galería Loevenbruck – París