Surcamos aguas baleares, como lobos de mar, con Cutty Sark como gasolina de nuestra aventura
Igual que no hay verano sin ‘Romano’ (para los estudiantes de Derecho), tampoco hay verano sin que el barco de Cutty Sark te recoja para vivir la experiencia bucanera del año. Una aventura que poco tiene que envidiar a las que se marcan cualquiera de tus colegas y que durante 4 días, con sus 24 horas bien aprovechadas, dejan inoculado en tu interior no solo el sabor de esos tragos de whisky sino la pasión por el mar, desde un punto de vista ‘contrabandista 2015’. Una experiencia que vivimos en primera persona hace unos días y que de Ibiza a Formentera y de vuelta, provocó que nos resultara complicado seguir viviendo el verano como si nada. Si pensabas que Ibiza era isla exclusiva para fiestas nocturnas que veían amanecer y vuelta a empezar, estabas muy equivocado y si no que se lo pregunten al capitán McCoy (capitán y contrabandista durante la Ley Seca que hizo de Cutty bebida indispensable en los garitos más secretos y exclusivos). Convirtiéndonos por derecho propio en tripulantes de una goleta sostenible (y comida macrobiótica), un grupito de periodistas pudimos descubrir el trayecto que días después vivirían en sus propias carnes (tostadas al sol balear), los ganadores del concurso organizado por la marca en cuestión. Una divertida peripecia en la que le dimos la vuelta a la isla y celebramos cada uno de sus rincones. Nos bañamos en la cala Atlantis y saludamos al sol (y recargamos el body de buenas energías) en Es Vedrà; nos zambullimos en los barros de Formentera (malolientes pero te dejan la piel que ni cualquier tratamiento anti-age) y nos bebimos la puesta del sol en Beso Beach (el chiringo donde dicen que la Moss se deja caer una vez tras otra y no al suelo precisamente…, o si?); nos dimos con nocturnidad y premeditada alevosía a la vida más hedonista en el Pikes (hotel donde el colega Freddy Mercury ‘construyó’ su retiro más canalla), en el restaurante Heart (bajo el mando del hermanísimo Albert Adrià y Guy Laliberté, mandamás de El Circo del Sol) o en la sesión con más flow de Amnesia y para no olvidarnos del espíritu más pirata, recorrimos la cueva de Can Marçà, en honor a aquellos admirados héroes que permitieron poder seguir bebiendo Cutty Sark hasta un estadio de ‘buenrollismo’ sin igual. El tiempo nos acompañó, las aguas a veces nos odiaron y envidiosas se enfrentaron al poder de los motores de nuestros dinguis y mientras tanto, nosotros íbamos grabando con la mirada cualquier detalle para no olvidarlo. Hacerse la foto no era nuestra primera opción, porque lo que nos queda claro tras convertirnos en cuttybandistas de pleno es que surcarse los mares, beberse las barras o entregarse al desenfreno más sano es solo cosa de profesionales que llevan en secreto una vida de contrabandista y grabado en el pecho Ibiza como piedra Rosetta para el resto de la humanidad. Además, lo que ocurra en Ibiza (en alta mar), que allí se quede.., hasta el próximo año.