LA REINA LANA

La cantante neoyorquina se marca un ‘veni, vidi, vici’ en Madrid

Siempre que una cantante, de esas que vuelven locas a las masas, llega a Madrid, provoca en la ciudad un cierto histerismo colectivo. No sabemos si por Lana del Rey o porque la primavera comenzaba a alterar la sangre de algunos, pero cierto fue que el paso de la americana por nuestra ciudad no dejó a nadie inmune. No se hizo mucho esperar. Según cuentan los datos, fueron casi 2.000 fieles los que se acercaron a misa de 21, en La Riviera madrileña, para escuchar las arengas a modo de susurro de la sacerdotisa de lo indie. Del Rey supo qué producto ofrecer y qué dosis de gorgoritos dar para que la locura fanática de la mitad de los allí presentes, convirtiera a la otra mitad sin disimulo. El primer hit que nos hizo entonar a todos como si de una plegaria se tratara fue ‘Cola’. Acompañados por un cuarteto de cuerda, unos cuantos leones de atrezzo, palmeras (que ni en Miami Vice) y grandes bocanadas de tenebrismo y romanticismo gótico, la que fuera abanderada del lado más soft del indie americano (no sé si aún lo sigue siendo), hilvanó temazo tras temazo haciendo alarde de una capacidad vocal cuestionada en sus anteriores actuaciones. ‘Body Electric’, ‘Blue Jeans’, ‘Born to Die’, ‘Carmen’, ‘Blue Velvet’, ‘Without you’ o el ‘Knocking on heavens door’ de Bob Dylan, nos prepararon para sus más íntimos ‘Young & Beautiful’, ‘Summertime Sadness’, ‘Burning Desire’ o ‘Video Games’. El caracter hipnótico de Lana parecía no tener límites. Entre canción y canción, tuvo tiempo para reírse, beber de su vaso de Pepsi, emocionarse, firmar autógrafos, recoger peluches del suelo (y toda clase de creaciones DIY de sus creativos fans) e incluso fumarse un pitillo. ‘No conozco las reglas de este lugar. Me apetece fumar. ¿Alguien tiene un cigarro?’ Como era de esperar el escenario se llenó de cajetillas. Al final fue su novio Barry O´Neill, de los Kassidy, el que no solo la teloneó sino que le llevó el ansiado ‘accesorio’. El espectáculo llegaba a su fin, el público seguía pidiendo más y más temas y la verdad es que la Del Rey no parecía nada cansada. ‘Nathional Anthem’ puso broche final a un show fácil de digerir, entretenido e incluso mágico para aquellos que no se sabían todas las letras y seguramente apoteósico y apocalíptico para aquellos que llevaban desde las 2p.m. haciendo guardia en el recinto y disfrutaron de los más de 15 minutos de acordes de su himno americano. Unos fans que no sabían ya si corear, gritar, levitar o grabar en mp4 todo el concierto (¡qué de batería!). Lo que sí es verdad, es que Lana en Madrid actuó como el Cesar en la Batalla de Zela, ya que ‘veni, vidi, vici’. Seguramente la cantante con esta actuación ya ha superado los límites de lo indie, lo más seguro es que lo mainstream se haya convertido en la piscina donde siga haciendo sus burbujas, pero su look a lo Nancy Sinatra, sus estilismos a lo Sparkle Jump Rope Queen y su ‘coño que sabe a Pepsi Cola’ ya son marca registrada.

LA REINA LANA

LA REINA LANA