LA PIEL QUE HABITOLA PIEL QUE HABITO

Qué desidia me produce cada nuevo estreno de Almodóvar, no por la obra del genio, sino por la inexplicable actitud de los que intentan machacarle sin piedad intentando autoconvencerse con cada nuevo título de que la marca Almodóvar está sobrevalorada, no es para tanto, y que los demás somos los que estamos equivocados. Porque a la gente de mentes pacatas y cortos de entendederas, el cine de Almodóvar les da de bruces contra su incapacidad de conectar con algo no “apto” para todos los públicos y eso les provoca un sonoro cabreo, como el que se coge ese crítico de ética cuestionable cuando desde su tan prestigioso periódico, destroza sin piedad cada intento del manchego de dar un paso adelante. Carlos, esta vez has quedado en evidencia. Esta cinta no es Los Abrazos Rotos. La Piel que Habito tiene dividida a toda España, pero, sin embargo (como siempre), la crítica de fuera la ha vitoreado y le han hecho la ola. De joven recuerdo cómo las primeras películas de Pedro eran destrozadas con el tópico aquel de “sólo salen travestis, yonkies y maricones”. Él era el primer director homosexual confeso de nuestro país, con mucha pluma y pelo de Pumuky, y me da que ese sigue siendo el único problema, si tuviera los hablares y aspecto de Vicente Aranda no estaríamos con este debate encarnizado (y aburridísimo) 30 años después.

LA PIEL QUE HABITO

La nueva cinta de Pedro Almodóvar es una vuelta al Almodóvar pre-Oscar, el que contaba la historia más disparatada del mundo con una honestidad brutal, sin importarle nada el que dirán y de una manera tan natural que cualquier argumento por absurdo que fuera te lo creías a pies juntillas. Con el éxito esa frescura se perdió y vinieron las oleadas de sobreactuación, el barroquismo vacío, los caprichos argumentales que iban haciendo más soporíferas y casi siempre fallidas las ultimas intentonas del cineasta. Lleva 10 años intentando hacer una peli negra, definitiva, lo intentó con Hable con ella, La Mala Educación y con Los Abrazos Rotos, fue tal el descalabro con esta última que el shock le ha hecho conseguir hacer la película que quería en esta ocasión. ¿Cómo? Muy fácil, despojándose de todos esos tics parodiados con maestría en aquel sonrojante sketch de Muchachada Nui. El exceso a todos los niveles ha dado paso a la contención más exacerbada, a una dirección de actores cauta y tenue que no sólo ha dado paso a la mejor (la única) interpretación de la carrera de Banderas, brillante oscuro y turbador en su papel de científico loco, sino que esa contención se ha aplicado a todos los campos del film, resultando en una película exquisita, mágica, desasosegante, extremadamente arriesgada, bella, sorprendente, única y terroríficamente creíble.

LA PIEL QUE HABITO

La Piel que Habito tiene la virtud de atraparte sin remedio a partir de su segunda hora, y es imposible salir de ella hasta días después de haberla visto, sus imágenes, sensaciones y atmósferas te acompañan sin remedio en tus sueños, en tu día a día, en el trabajo. Eso es algo muy flipante que sólo los muy grandes pueden conseguir. Rozando el ridículo a veces para alcanzar lo sublime, habrán escuchado que la cinta a veces provoca risa, no hagan caso, es risa nerviosa ante la honestidad con la que se cuentan situaciones tan monstruosas que la mente es incapaz de asimilar de buenas a primeras. Esa risa nerviosa que arranca el epílogo final, es la constatación de la valentía que impregna este peliculón, la lógica y el sentido común de la situación a la que se enfrenta el maravilloso personaje de Elena Anaya al huir de su trágico destino, ahora tiene una historia que contar, y si a nosotros nos pasara lo que a ella en la película, el relato probablemente provocaría risa y estupefacción a nuestro entorno. No se dejen engañar por el escarnio público, La Piel que Habito es una rara avis en la cinematografía mundial, no se ha visto ni se verá pronto algo parecido en estas carteleras pobladas de cine insulso, estúpido e insípido. Es un espectáculo en pantalla grande al que hay que asistir, dejar que la luz se apague y dejarse llevar, y el que quiera cine convencional lo puede encontrar en el resto de las pelis en cartel. ¡Hay que verla!
LA PIEL QUE HABITO

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