La ilusión que desprende el actor Daniel Grao es solo perceptible por aquellos que tenemos la suerte de entrevistarle. De trato amable y unas maneras de gran talento que poco a poco se ha ido descubriendo en cine y televisión, ahora vuelve al teatro con La Piedra Oscura de Alberto Conejero, dirigida por Pablo Messiez en sala Princesa del María Guerrero. Un papel hecho a su medida en el que da vida a Rafael Rodríguez Rapún, amante de Lorca y uno de los artífices de que los papeles del escritor ganadí no quedaran en el olvido. Grao conmueve, seduce y hace aplaudir a un público que ve reflejado en él, una parte del sentir actual ante la “barbarie” política, económica, social y cultural. Grao se sincera sin artificios con Neo2 y nosotros recomendamos La Piedra Oscura, una y otra vez, por ser una obra necesaria y directa al corazón.
¿Cómo surgió ‘La Piedra Oscura’? ¿Conocías ya de antemano a Alberto Conejero? A Alberto no lo conocía, a Pablo sí. Le admiraba. Personalmente nos habíamos conocido cuando estaba con Emilia en los Teatros de Canal y ahí fue donde me insinuó que podríamos hacer algo juntos. Una mañana me citó a tomar café y me pasó el texto para que me lo leyera. A las 2 de la madrugada le escribí un mail a moco tendido y le di las gracias por pensar en mí. Creo que es el texto más bonito que he dicho nunca.
¿Cómo fue la preparación de “el tres erres”, Rafael Rodríguez Rapún? ¿Qué es lo que más te gusta del personaje? Desde un principio, como Rafael no era una persona muy conocida partimos como si fuera un personaje de una ficción. Alberto tenía mucho material gráfico y eso ha ido haciendo un trabajo inconsciente a la hora de crear el personaje. Un hombre que existió, del que manejas datos reales y que hace que te muevas muy profundamente se convierte en un trabajo muy personal. Que, además, Federico G. Lorca ‘atraviese’ la función, me ponía mucho. ¿Quién no ama a Lorca en general y en particular, los actores? Yo llegué a esta profesión de manos de un profesor de literatura deslumbrado por ‘Poeta en Nueva York’.
El año que viene harán 80 años de la muerte de Lorca. ¿Piensas que se le ha hecho justicia? ¿Qué se le ha situado en el lugar que se merece o que aún sigue levantando ampollas? La función viene a reivindicar, entre otras cosas, esa memoria histórica pero desde un punto sano y sanador, nada de volver otra vez a crear bandos que separen. Una obra que retrata el absurdo de los bandos y que pone su granito de arena para que se cuide bien la herida y cicatrice, de verdad, porque aún hay cosas pendientes.
¿Cómo es trabajar con el jovencísimo Nacho Sánchez? Una maravilla, una revelación. Pablo hizo un taller de 3 días, en vez de un casting, algo que me parece mucho más justo sobre todo para alguien más joven (aunque había de todo) y de ahí salió este chico que lleva formándose desde los 9 años. Su físico, sus ojos y el código que maneja es lo que ha hecho que nuestro viaje cada noche sea tan fácil.
El propio título de la obra ya hace referencia a una ausencia, a algo que no se quiere olvidar. ¿Piensas que la mayor tristeza del ser humano es el olvido? Es la verdadera muerte, la que nos asusta tanto, cuando ya no existes en nadie, cuando has desaparecido del todo. Rafael Rodríguez Rapún primero quiere salvar su pellejo y cuando ve que es imposible, quiere salvar el legado. Por ese amor a Federico es como que se salva un poco él, deja una semilla.
¿Qué sentimientos te quedan al finalizar cada día la obra? Me quedo muy blandito después de las lloreras. Sufro pero con un sentimiento bello, hay mucha calidez. Una redención que se experimenta y permite que no acabe en el pozo, sino que lo viva de manera serena. Durante el trascurso de la obra hay momentos muy dolorosos pero en mi se queda como un cierto reposo. En el texto e incluso en la dirección que hace Pablo Messiez, el amor se prefiere a la venganza. Una memoria histórica que se plantea dura pero con el único interés de no olvidar.
¿Por qué crees que ahora el hablar de estos temas lleva a la desunión, a la violencia, más que a un encuentro de dos posturas. ¿Piensas que la política ha usado el argumento como arma arrojadiza? La conciencia social parte de cada uno. No creo en la revolución política ni que sea la solución última. Se debe producir una re-evolución poética y ampliar el nivel de conciencia y este nivel y el ego no es compatible. La obra me enamora porque pese a que, a priori, ves que existen dos bandos, enseguida se caen porque no se sustentan y lo demás pierde todo su sentido.
¿Qué te aporta el teatro? No encuentro distinción entre tele, teatro…, en cuanto al género, puesto que de igual modo estás interpretando. Si no hablamos del soporte, no es lo mismo puesto que hay que ajustarse técnicamente ya sea frente a una cámara o a un espectador, pero luego como actor, el viaje es el mismo. Hay un matiz en el que quizá me puedo imaginar en una serie que no me encante, pero si me guste el personaje o con quien voy a trabajar, mientras que en el teatro, me es imprescindible enamorarme del todo. Allí vives la totalidad. No puedo hacer una obra que me medio guste.
¿Qué te hizo convertirte en cómico? Haber tenido una adolescencia y primera juventud algo atormentada y oscurita porque me salvó. Son momentos en la vida que puedes tirar en direcciones muy opuestas, por no estar pasándolo muy bien, y viene algo que te salva. Primero con este profesor del que te hablaba y luego la posibilidad de transformar lo malo en oro puro, en material de trabajo. Tardé mucho en pensar en la profesión. Empezó siendo una necesidad y después de la formación ya sí que me metí hasta las trancas y me fui sanando. Como primera escuela me formé durante 4 años en el estudio de Nancy Tuñón, que es una señora maravillosa argentina, que años más tarde me enteré que llegó a la vez que Juan Carlos Corazza a España, aunque él viniera para Madrid y ella se quedara en Barcelona. Allí empezó mi proceso de formación y entrenamiento que aún sigue su curso.
¿Miedos? Nunca he sido muy consciente de la dificultad de la profesión en sí. Sí que es verdad que frente a mis trabajos, alguna vez surgen miedos pero para con la profesión, quizá de forma inconsciente, he sido muy idealista.
¿Qué no te gustaría olvidar nunca? ¿Qué no te gustaría que se olvidara nunca? La raíz de lo que soy, aplicándolo al lado más personal y al social. En general no debemos olvidar, debemos re-recordar e intentar colorear la foto en blanco y negro de uno, para que la futura foto sea más bonita. No es mentirse ni engañarse, sino regenerar ese recuerdo sanándolo. No creo en el borrón y cuenta nueva, es pan para hoy, hambre para mañana. En el presente puedes cambiar el pasado.
¿Qué opinión te merece el tema de la cultura en nuestro país? ¿Piensas que en algún momento, como en la obra, las dos posturas se van a encontrar? A veces tenemos el error de mezclar cultura con entretenimiento y soy testigo en las redes sociales, por ejemplo, de debates absurdos. Está todo un poco mezclado y mal utilizado. Políticamente no estamos en el mejor momento para la cultura e incluso para la educación. Es curioso que las asignaturas que propician el ejercicio del pensar, del libre pensar son las que están en detrimento y solo se está potenciando máquinas de trabajar. Aun así, se está viendo cómo pese a la subida del IVA estamos asistiendo a un cada vez mayor interés del espectador por lo que se está haciendo, ya sea en cine o en teatro. Esa mezcla o contradicción demuestra que hay algo vivo que está a punto de estallar y prefiero eso a épocas en las que, por ejemplo, en cine siempre eran los mismos los que hacían las películas, los que recibían esa subvención y que tanto daño hizo. Una época de cine para los cineastas, de teatro para los teatreros. La hermandad con el público, que es el que verdaderamente da sentido a esto, va por buena racha pese a las dificultades de la cultura en general. Creativamente eso estimula y debemos ser conscientes que los políticos son una imagen de lo que nosotros somos en realidad.
¿Qué planes o nuevos proyectos tienes pendiente? Gracias a Dios, La Piedra Oscura está yendo muy bien y se está hablando de gira e incluso una vuelta a Madrid, supongo que para el otoño. Estoy acabando de rodar la segunda temporada de Sin Identidad y en marzo tengo planeado comenzar a grabar ‘El contenido del Silencio’ de Helena Taberna, entre Canarias y País Vasco, junto a Juana Acosta y Goya Toledo.
¿Qué papel te gustaría interpretar y aún no te han propuesto? Mi asignatura pendiente es la comedia. Sé que puedo tener mucho drama encima, mucha profundidad pero quizá la comedia estaría genial para lanzarse a una manera diferente de hacer las cosas y ver desde que lado poder encajar el género. Seguramente desde el lado de convertirse en víctima de la situación (cómica), que es lo que de momento creo que se me daría mejor.
¿Qué prefieres: trabajar con algún director /actor en especial o que te den un buen papel? No tengo mi lista cerrada, pero de momento mis sueños se han cumplido. Recuerdo ver Hamlet de Pandur, con Blanca Portillo, en el Matadero y alucinar y al año siguiente ser dirigido por Blanca en La Avería o de ver La Omisión de la familia Coleman y pensar en trabajar con Claudio Tolcachir, cuando aún no sospechábamos que el argentino trabajaría con actores españoles y hacerlo en Emilia. Con Pablo me pasó también viendo Las Plantas, Los Ojos… Me voy enamorando y se van cumpliendo mis sueños.
¿Qué opinas del teatro argentino? He tenido la suerte de ver varias cosas en Buenos Aires y luego te das cuenta que no es una cuestión de nacionalidad, sino de lo que nos llega aquí y lo que hemos adoptado. Hay de todo, pero quizá lo que rescato es lo artesanal. Que un director escribe, un actor dirige y escribe y esa funcionalidad de la pequeña sala, de la autogestión que hace, por ejemplo, que un actor que dirija, sepa lo que pedir a sus actores porque entiende el espacio que necesitan. Hay más libertad y por ello hace del teatro algo más vivo, en el que palabras y gestos puedan ir cambiando de una función a otra. Algo orgánico en el que lo que importa, como dice Pablo, es que a los cuerpos que vienen a vernos les pase algo, más allá del gusto que es una cuestión de criterio. Que el cuerpo salga distinto a como entró y frente al que Pablo va experimentando.
¿Quién te gustaría que viniera a ver la obra? Todo el mundo. Siempre un actor quiere que el teatro esté lleno. Asier Etxeandia dice que el amor es un teatro lleno, pero con esta obra siento como una justicia que se tiene que ver, se tiene que escuchar por gente de todo tipo. Es un viaje bonito de hacer como espectador y como actor y lo siento como una necesidad de que se oiga y que se vea.
¿Cómo te gustaría ser recordado? Nada desearía más que mis hijos sintieran que el haberme tenido como padre, les ha sido positivo y en esa depuración de generación a generación, sientan que hice mi parte y gratitud por ello.
‘LA PIEDRA OSCURA’ de Alberto Conejero
Dirigida por Pablo Messiez
Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa
Hasta el 22 de febrero de 2015