Una fusión de performance, instalación escultórica, video y fotografía, las obras del artista suizo-francés Julian Charrière surgen de investigaciones en lugares liminales.
Al explorar sitios con identidades geofísicas marcadas, como volcanes, paisajes polares o zonas radiactivas, Julian Charrière con sus obras presenta historias alternativas y abre ventanas especulativas que atraviesan tanto el tiempo geológico profundo como el humano. Sus proyectos trascienden los límites de las disciplinas artísticas y cuestionan la concepción humana de “naturaleza” desde el Romanticismo hasta el mismísimo Antropoceno.
Foto de portada: “Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Foto: Anders Sune Berg
Retrato de Julian Charrière. Behind scene en “Stone Speakers”, 2024. Foto: Roselena Remistella
Con sus instalaciones inmersivas, Julian Charrière (1987) desafía la percepción y representación del mundo natural. Aquí el artista nos comparte su enfoque sobre el paisaje y cómo el arte puede contribuir a la conciencia colectiva frente a la crisis ambiental creando nuevas narrativas planetarias que invitan a repensar el futuro de la Tierra. Un diálogo sobre la transformación de nuestra relación con el entorno a través de una mirada sensorial.
“Towards No Earthly Pole”, 2019, fotograma
Seguidamente hablamos con Julian Charrière, quien nos comparte su enfoque único sobre el paisaje, la intersección entre ciencia y arte, y cómo las obras de arte abren nuevas perspectivas para enfrentar la crisis ambiental, invitándonos a repensar nuestra relación con la Tierra y su futuro.
María Muñoz-Martínez: ¿Cómo fue tu infancia? ¿Tus experiencias tempranas despertaron tu curiosidad por la naturaleza y la exploración?
Julian Charrière: Mi infancia fue bastante especial, aunque también complicada debido a una discapacidad que me dejó sin poder usar una de mis caderas durante un tiempo. Crecer con cojera me permitió experimentar el mundo a un ritmo diferente. Estaba rodeado de un paisaje con una presencia muy fuerte: el Lago de Ginebra, visible desde mi ventana, con sus propias condiciones atmosféricas; las Montañas del Jura detrás de mí; y, al otro lado, los Alpes, coronados por el Mont Blanc. Era un entorno dramático que me marcó desde joven y despertó un deseo de explorar y comprender, aunque mis limitaciones físicas a menudo me ralentizaban. Por eso, esta combinación de movilidad limitada y la incapacidad de participar en las actividades comunes de niños, como el fútbol u otros deportes, me llevó a hacer otras cosas. Pasaba tiempo solo, vagando por el bosque, observando aves, nadando y investigando lo que encontraba bajo la superficie del lago.
“Controlled Burn”, 2022, fotograma
Los inicios
MMM: ¿Cómo comenzó tu trayectoria como artista? ¿Hubo un momento decisivo que te impulsó?
Julian Charrière: Pues no ha habido un momento decisivo que me haya puesto en el camino para convertirme en artista. Fue más bien una serie de eventos, intereses, inquietudes y un deseo de cuestionar el mundo de diferentes maneras. Pero si tuviera que nombrar a alguien o algo que me motivó a seguir esta dirección, sería Massimo Furlan, mi profesor de arte en la escuela secundaria. Massimo fue—y sigue siendo—un notable artista de performance que me abrió horizontes a nuevas formas de interactuar con la realidad y a traducir esas experiencias en diferentes formas y lenguajes. Me llevó a espectáculos y performances que dejaron una gran impresión en mí y me ayudaron a entender lo que significaría ser un artista.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Foto: David Stjernholm
“Based in Berlin”
MMM: Berlín es un potente centro artístico. Ya llevas aquí años… ¿qué te hace quedarte?
Julian Charrière: La primera vez que visité Berlín solo, tenía 15 años. La ciudad me impactó profundamente y supe de inmediato que parte de mi vida tendría que desarrollarse allí. Un par de años después, cuando decidí estudiar arte, seguía convencido de que Berlín era el lugar donde quería seguir este camino. La libertad que se sentía, el espacio para las posibilidades, la diversidad de ideas que encontraba, y la fuerte mezcla de cultura y contracultura era algo que no había experimentado en ninguna otra parte de Europa en ese momento. Hoy, las cosas han cambiado, pero Berlín sigue siendo un centro creativo, probablemente el más fuerte en Europa, al menos en términos de producción artística. Ya no es el Eldorado que fue, ya que la gentrificación ha remodelado la ciudad, y nosotros, como artistas, hemos contribuido a esa evolución.
Aun así, Berlín conserva un poderoso sentido de libertad en cuanto a la expresión, y es una ciudad donde pueden prosperar diferentes formas de creatividad, un lugar donde se marcan tendencias y se persigue el discurso artístico. Después de dieciocho años, Berlín se ha convertido en parte de mí. He pasado más de la mitad de mi vida aquí: mi pareja, mis amigos y mi estudio están aquí. He construido mi vida en esta ciudad, y eso es lo que me mantiene arraigado aquí.
“Towards No Earthly Pole”, 2019, fotograma
Memoria, decadencia y el paso del tiempo
MMM: Pero ¿crees que ahora es el lugar adecuado?
Julian Charrière: Aunque Berlín ha cambiado mucho desde que llegué, sigue siendo un lugar interesante para los artistas. Cuando llegué en 2007, era una ciudad que te permitía vivir con muy poco—tanto financieramente como en términos de expectativas. Podías experimentar, correr riesgos y explorar sin las presiones que podrías encontrar en ciudades como Nueva York o Londres. No se trataba de seguir el ritmo o encajar en un mercado artístico establecido; en su lugar, había una libertad para dejar que tu trabajo evolucionara de forma más orgánica. Creo que eso fue lo que atrajo a tantos jóvenes artistas, esa sensación de posibilidades abiertas.
El propio paisaje de Berlín también me resuena profundamente. Es una ciudad que ha pasado por muchas transformaciones: guerra, división, reunificación y sientes esa sensación de historia y cambio constante casi en todas partes. Esa energía se alinea con lo que estoy explorando en mi trabajo: cuestiones de memoria, decadencia, el paso del tiempo, cómo los lugares y las personas dejan huellas no solo unos en otros, sino en los paisajes que habitan.
Gentrificación
Julian Charrière: Aun así, Berlín ha sufrido una transformación masiva, impulsada por la gentrificación y el aumento de los alquileres, esto ya supone una presión sobre la misma esencia de lo que Berlín representaba para los creativos: un lugar de refugio, experimentación y colaboración comunal. Los espacios para estudios se han vuelto prohibitivamente caros, y el sueño de una vivienda asequible es cada vez más difícil de conseguir. A pesar de estos desafíos, el espíritu de Berlín sigue siendo resistente. Incluso hoy, hay una comunidad poderosa, diversa y vibrante de artistas que siguen desafiando los límites y compartiendo ideas: por eso creo que sigue siendo un lugar donde uno puede prosperar.
“The Blue Fossil Entropic Stories III”, 2013
La soledad de los lugares liminales
MMM: Hablando de comunidades, tu trabajo probablemente te lleva a pasar tiempo en aislamiento, ¿encuentras la soledad inspiradora?
Julian Charrière: No me gusta particularmente la palabra soledad porque no me siento solo en estos lugares; siempre estoy en diálogo con el propio entorno. Gran parte de mi trabajo gira en torno a la inmersión y el encuentro, es decir, estar presente dentro de un paisaje, no aislado de él. Así que, en ese sentido, nunca estoy realmente solo. Aunque falta la presencia humana, estoy abierto a las voces del lugar, a las experiencias que eventualmente se cristalizan en el trabajo.
Esta forma de aislamiento no es desafiante ni problemática para mí; al contrario, es esencial. Permite una reconexión con otros seres, fuerzas y agentes que configuran nuestro mundo. El aislamiento de las personas puede acercarte en realidad a la presencia de todo lo demás, creando un espacio donde puedes sintonizar con los ritmos del paisaje, su quieto poder. En esa apertura, creo que adquirimos una comprensión que sería difícil de alcanzar de otra manera, una conciencia más profunda de cómo somos moldeados por los sistemas que nos rodean y de los que formamos parte.
“Stone Speakers”, 2024. Making Off. Foto: Roselena Ramistella
“Stone Speakers”
MMM: “Stone Speakers” se inauguró a mediados de octubre en Palais de Tokyo. ¿Qué pueden revelar esas grabaciones volcánicas de las que hablas en esta expo sobre el “lenguaje” único de cada entorno geológico?
Julian Charrière: La muestra “Stone Speakers” es inmersiva y nos invita a reimaginar el mundo mineral no como algo inerte, sino como algo vibrante y único. La instalación actúa como una cámara de eco donde los susurros de la Tierra se hacen audibles, enfatizando que las montañas y formaciones geológicas son entidades con voces y derechos propios. Este trabajo nos incita a ver a los volcanes como presencias dinámicas, merecedoras de respeto, y refleja una visión ecológica y filosófica más profunda de la naturaleza. El trabajo pretende extender nuestros sentidos, capturando sonidos que empujan los límites de nuestra percepción, conectando a los visitantes con un mundo sonoro que normalmente es inaudible, pero que moldea profundamente nuestra realidad.
“Stone Speakers”, 2024. Behind the Scenes (Islandia)
Cráteres y volcanes
MMM: Dices del espacio de la muestra que es como una especie de “cráter simbólico”…
Julian Charrière: El espacio es bastante oscuro. Entras a través de una cortina que te introduce en una especie de cámara circular mágica. Al principio, no puedes intuir el tamaño del espacio, ni que es circular. En el centro hay dos grandes rocas volcánicas con esferas de obsidiana que crecen en ellas y que parecen mirarte como ojos vidriosos en la oscuridad, reflejando y absorbiendo tu presencia. La escenografía está diseñada para alentarte a reducir la velocidad, desacelerar y tomarte el tiempo necesario para entrar. Por eso los visitantes se tienen que quitar los zapatos, para crear una sensación de intimidad. Estás entrando en un espacio que te hace sentir como un hogar, un lugar donde la tierra misma resuena y habla. Quería que los visitantes percibieran eso y redujeran gradualmente su ritmo, encontrando la escultura, quizás sentándose o acostándose, mientras los ojos se ajustan a la oscuridad. Poco a poco, el volumen real del espacio se vuelve claro.
“Stone Speakers”, 2024. Behind the Scenes (Islandia)
Julian Charrière y la experiencia sonora
MMM: ¿Y la sonoridad?
Julian Charrière: La experiencia sonora aquí es única. Utilizamos un sistema multicanal complejo que expande el espacio de maneras inesperadas. A veces, la cámara parece infinita; en otras, casi opresiva. El espacio parece abrirse y cerrarse. La idea era crear una experiencia donde los sonidos se volvieran táctiles y visuales: un encuentro sinestésico, donde sientes que estás viendo a través de tu piel y escuchando con tus ojos. Este enfoque destaca las limitaciones de nuestros sentidos, recordándonos que la realidad es mucho más amplia que el estrecho y subjetivo fragmento que percibimos. La realidad es multidireccional y multicapa, más allá de lo que realmente podemos comprender. Con sonidos que están fuera de nuestro espectro auditivo habitual, quise enfatizar nuestros límites y lanzar el desafío de alejarnos del suelo estable que asumimos como “mundo”, pero que en realidad es solo una construcción moldeada por nuestras percepciones.
“A Stone Dream of You, 2024”, Vista instalación de la muestra “Stone Speakers”, 2024 en Palais de Tokyo, Paris, Francia, 2024. Foto: Aurélien Mole
Sentir el pulso de la Tierra
MMM: ¿Cómo puede el sonido afectarnos en la percepción del “cráter”?
Julian Charrière: El sonido es el componente central de “Stone Speakers”, creando una experiencia profundamente inmersiva que cierra la brecha sensorial entre el espectador y el mundo geológico. La instalación utiliza una serie de grabaciones especializadas: los micrófonos ambisónicos capturan las texturas matizadas de los paisajes sonoros superficiales, mientras que los geófonos y sismógrafos registran frecuencias inaudibles, revelando los movimientos y vibraciones ocultas dentro de la tierra. Estas grabaciones permiten a los visitantes escuchar los sutiles cambios y ritmos del paisaje, transformando el espacio en una cámara de eco donde lo geológico se vuelve casi táctil.
Además, la pieza ofrece audio en tiempo real de estaciones de monitorización sísmica, convirtiendo los datos sísmicos en sonidos audibles. Este componente en vivo permite que el Palais de Tokyo resuene con los movimientos de la Tierra en tiempo real, transformando el espacio en un lugar donde las fuerzas naturales se vuelven inmediatas y accesibles. Esta experiencia sonora en capas permite a los visitantes no solo observar la Tierra, sino sentir su pulso, destacando las cualidades dinámicas y activas del reino geológico. A través del sonido, “Stone Speakers” invita a una conciencia corporal de nuestro planeta, convirtiendo la instalación en un espacio donde el arte, la ciencia y los ritmos de la Tierra convergen.
“A Stone Dream of You, 2024”, Vista instalación de la muestra “Stone Speakers”, 2024 en Palais de Tokyo, Paris, Francia, 2024. Foto: Aurélien Mole
Exposiciones en curso de Julian Charrière
MMM: En este último trimestre de 2024, has tenido nas 15 exposiciones en curso, incluyendo Manifesta 15 en Barcelona. ¿Alguna favorita?
Julian Charrière: Ha sido un gran honor y placer mostrar mi video “Controlled Burn” como parte de Manifesta, y creo que esta edición en el área urbana de Barcelona es imperdible. Pero también estoy muy emocionado con mi exposición individual, “Stone Speakers”, en el Palais de Tokyo de París. Es el resultado de casi tres años de trabajo, grabaciones con mi equipo. Es muy especial porque, por primera vez, he creado una exposición individual que consiste exclusivamente en una experiencia inmersiva. Así que, más que una exposición, es un espacio para encuentros con el mundo litíco, y con uno mismo.
También debo decir que “Solarstalgia” en Dinamarca es una exposición increíble. Casi como un paisaje o topografía en lugar de una exposición tradicional, con obras dispuestas de manera que crean una sensación de cohesión, de modo que una lleva a la siguiente de manera intrincada y se sienta más como un ambiente que como una exhibición.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Foto: David Stjernholm
Naturaleza y tecnología
MMM: La relación entre la naturaleza y la tecnología es central en tu trabajo, por ejemplo “An Invitation to Disappear”. ¿Cómo modela la tecnología moderna el tiempo geológico profundo en tu obra?
Julian Charrière: A través de mi trabajo, constantemente interactúo con la idea de que la tecnología no es solo una herramienta aplicada a la naturaleza; es algo que altera fundamentalmente la esencia del mundo natural. “An Invitation to Disappear” explora un paisaje formado por una densa plantación de palmas en el sudeste asiático, que a primera vista parece natural. Sin embargo, es un entorno moldeado casi por completo por fuerzas industriales y sistemas tecnológicos. Estas vistas de “naturaleza secundaria” y las disonancias cognitivas que generan me fascinan: vemos plantas verdes y árboles, la vida tejiéndose en las sombras; pero en realidad estamos observando un paisaje diseñado mediante ingeniería industrial, que, en lugar de cualquier proceso orgánico, sigue los ritmos de la demanda económica, la automatización y la logística global.
“An Invitation to Disappear”, 2018, fotograma
Me atrae profundamente el concepto del tiempo geológico, ya que ofrece una perspectiva que disminuye nuestra temporalidad humana.
Julian Charrière: Las huellas que hemos dejado en forma de plásticos incrustados en el fondo de la Fosa de las Marianas, o los isótopos radiactivos de las pruebas nucleares en el hielo glaciar marcan nuestra era a una escala geológica. En un abrir y cerrar de ojos, en comparación con la edad del planeta, hemos dejado huellas indelebles en sus capas, visibles hasta en los estratos rocosos. Para mí, eso son anomalías: nuestra tecnología crea nuevos “fósiles” en microsegundos, registrando nuestras acciones en capas que deberían abarcar milenios.
“An Invitation to Disappear”, 2018, fotograma
Huellas persistentes en el paisaje
MMM: Hablando radioactividad, lo “nuclear” parece ser de nuevo una amenaza en estos nuestros días bélicos. En tu proyecto “As We Used to Float” hablabas de las pruebas nucleares en el Pacífico. ¿Cómo fue esa investigación?
Julian Charrière: La investigación y el viaje detrás de “As We Used to Float” fue tanto intenso como humillante, me exigió un profundo enfrentamiento con las historias invisibles y estratificadas integradas en el Pacífico. La propuesta se centra en las consecuencias perdurables de las pruebas nucleares en las Islas Marshall, que fueron sometidas a más de 60 detonaciones nucleares en los años 1950s. Me atrajo este espacio no solo por su pasado, sino por las huellas persistentes y fantasmales que duran hasta hoy día y que han dejado un legado visible en el paisaje. Como proyecto, libro y exposición, se convirtió en un estudio intenso de estos legados invisibles en un intento de confrontar una historia pulsante bajo la superficie, invisible pero poderosamente presente.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Foto: David Stjernholm
Belleza y devastación
Julian Charrière: Lo que más me impresionó a lo largo del proceso fue la tensión entre la belleza y la devastación, una paradoja casi surrealista. Las islas son indudablemente hermosas, una visión del paraíso con sus aguas cristalinas y cielos tranquilos. Sin embargo, esta calma es engañosa: esa tranquilidad superficial oculta la violencia inscrita en la tierra y el mar. La historia nuclear no desaparece fácilmente; resuena, remodelando el tiempo y el espacio de maneras que se escapan a nuestro entendimiento.
Este trabajo no solo consistió en recolectar fragmentos físicos como muestras de suelo o rocas, sino en confrontar los restos radiactivos que continúan reconfigurando constantemente el lugar. Fui a dos sitios de pruebas: Bikini Atoll en medio del Pacífico y Semipalatinsk, un remoto lugar en las estepas de Kazajistán, cada uno con su propio silencio, su propio intento de contener y minimizar la inmensidad y atrocidad que ocurrió allí. Hay una atmósfera densa en ambos, de una cualidad extraña. Son paisajes donde el peso de la historia remodela la naturaleza misma, convirtiendo la tierra en testigo y memoria.
“Controlled Burn”, 2022, fotograma
Julian Charrière: artista versus persona
MMM: Y con tanto viaje, ¿la línea entre tu vida personal y profesional es difusa o intentas mantenerlas separadas?
Julian Charrière: No hay una línea clara entre lo personal y lo profesional cuando trabajas como artista. El arte es profundamente subjetivo, inherentemente personal, y no hay forma de apagar eso. A diferencia de un trabajo típico de 9 a 5, ser artista no se limita a ciertas horas o días de la semana; es un estado constante de introspección y cuestionamiento. Mis pensamientos e ideas siempre están conmigo, a veces incluso persiguiéndome. Supongo que la única verdadera frontera es el espacio entre mi estudio y mi casa; esos momentos pedaleando por Berlín, transitando entre dos lugares que aún son parte de un mismo todo. Lo personal y lo profesional son solo dimensiones diferentes de la única y continua experiencia de ser artista.
“Stone Speakers”, 2024. Behind the Scenes (Italia)
MMM: Si no fueses artista, ¿qué serías?
Julian Charrière: No creo que pueda ser otra cosa, pero me intriga profundamente cómo funciona el mundo. La ciencia natural, especialmente la geología, me sirve como un prisma, permitiéndome explorar capas de tiempo y narrativas ocultas integradas en los paisajes. Informa mi trabajo no solo en contenido, sino en enfoque. La ciencia, al igual que el arte, cuestiona la solidez de la realidad, buscando revelar el flujo subyacente que sostiene la existencia.
El artista y el científico comparten este impulso de mirar más allá, de desestabilizar lo que parece fijo, y de abrir nuevas perspectivas sobre el mundo. En muchos aspectos, el arte me permite habitar la mentalidad de un científico, un viajero hacia lo desconocido, pero con la libertad de enfocarme en la ambigüedad, en la poética del material y la forma. Donde la ciencia podría catalogar y cuantificar, el arte puede invitar al asombro y la incertidumbre.
Julian Charrière: Los dos son, en su núcleo, esfuerzos gemelos, cada uno persiguiendo la verdad a través de diferentes lenguajes: uno a través de hipótesis y evidencias, el otro a través de metáforas y experiencias. Y así, aunque elegí el arte, la lente científica sigue moldeando mi trabajo, ofreciendo un puente entre la observación empírica y los reinos de la imaginación, donde lo no visto y lo imaginado coexisten.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Fotos: David Stjernholm
¿Explorar sin explotar?
MMM: Así que eres una especie de “explorador contemporáneo”, ¿podemos hoy explorar sin explotar? ¿Qué significan para ti las fronteras físicas y conceptuales?
Julian Charrière: Mi trabajo se centra en la idea de encuentro, buscando crear experiencias que promuevan un compromiso activo y directo con los lugares. Evito el término “environment (medio ambiente)”, ya que sugiere algo externo o separado de nosotros, cuando en realidad estamos profundamente integrados en el mundo.
No existe un “afuera”; somos el mundo y el mundo somos nosotros. Incluso el lenguaje resulta insuficiente para describir esta relación entrelazada.
Julian Charrière: Para mí, encontrar significa conectar profundamente con un lugar, entrar en diálogo con él. No se trata de explorar en busca de descubrimientos, sino de sumergirse, reflexionar e interactuar con su presencia, ya sea un paisaje lejano o mi propio patio en Berlín. Me interesa cómo podemos resonar con un contexto y escuchar lo que puede revelarnos. Este enfoque permite ir más allá de la visión centrada en el ser humano, entendiendo lo que un paisaje o una formación geológica puede “decir”. En proyectos como “Stone Speakers”, busco abrir un espacio donde los visitantes puedan experimentar la Tierra de manera inmediata y corporal, reconociendo que no estamos separados de los lugares, sino profundamente conectados con ellos. Estas experiencias cuestionan nuestro papel dentro de sistemas más amplios y lo que podemos aprender al comprometernos con el mundo que nos rodea.
“Panchronic Garden”, 2022. Vista instalación en galería Perrotin, Paris, Francia, 2024. Foto: Claire Dorn
Arte y sociedad
MMM: Si se trata de compromisos, que papel tiene el arte en la sociedad. ¿Cómo puede el arte contribuir de manera efectiva a estas narrativas?
Julian Charrière: El arte, quizás más que cualquier otra cosa, tiene el potencial de ampliar los límites del debate sobre la crisis climática. Crisis que no sólo es relativa a fenómenos ambientales; también es una crisis de imaginación, de sensibilidad. El arte tiene el poder de recalibrar nuestra perspectiva, de repensar nuestro lugar dentro del mundo. Este cambio es crucial para afrontar las crisis más profundas.
El compromiso emocional que puede ofrecer el arte es tan impactante como cualquier informe científico o artículo periodístico.
Julian Charrière: La gente siente con fuerza, pero está adormecida por el flujo constante de información. No sugiero que reduzcamos esta conciencia: es esencial recordar, día a día, que nos precipitamos hacia un muro casi sin tiempo para pisar el freno. Este estado de cronofobia, en el que el propio tiempo parece una amenaza, es problemático. Es crucial tomarse tiempo, en la medida de lo posible, para actuar y responder de verdad.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Foto: David Stjernholm
Interconexión del mundo actual con historias antiguas
MMM: Finalmente, ¿en qué estás trabajando actualmente y qué proyectos futuros tienes?
Julian Charrière: Ahora acabo de inaugurar una gran exposición, “Solarstalgia”, en el Museo de Arte Contemporáneo Arken en Dinamarca, mi primera exposición individual en Escandinavia. En esta muestra, de nuevo inmersiva, invito a los espectadores a un viaje a través de diversos paisajes, siguiendo el trayecto de la luz solar y explorando su presencia material. Es una meditación sobre las interacciones de la humanidad con los paisajes naturales, lugares que constantemente transformamos en “recursos” a través de la extracción. “Solarstalgia” es un viaje a través de las capas de tiempo de la Tierra, conectando el pasado lejano con nuestro presente incierto. Desde los exuberantes bosques que florecieron hace 300 millones de años hasta las cicatrices modernas de las minas de carbón y las plantaciones de palma, la exposición destaca la interconexión profunda del mundo actual con historias antiguas. Esta conexión abarca vastas escalas temporales, revelando la compleja interacción entre pasado, presente y futuro.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Foto: David Stjernholm
“Solarstalgia”
Julian Charrière: El título proviene del término solastalgia, entendido como la angustia que sentimos al ver cambiar nuestro entorno debido a los impactos climáticos. Al incorporar ‘solar’, quería llevar el sol al corazón de esta reflexión. La energía solar es un hilo conector de vida a través del tiempo. Es la fuerza que nutría el crecimiento exuberante de los antiguos bosques y sigue sosteniendo la Tierra.
A lo largo de la muestra, la luz solar se convierte en un motivo recurrente, apareciendo en diversas formas: desde las plantas vivas y vibrantes en “Panchronic Garden” hasta las superficies espejeadas del carbón en “Coalface”, donde los espectadores captan sus propias reflexiones distorsionadas. Esta exposición refleja nuestra inseparable, aunque a menudo problemática, relación con el mundo. Al encontrar las huellas de nuestras acciones sobre la naturaleza, espero abrir un diálogo sobre lo que puede deparar el futuro y cómo nuestra conciencia actual podría dar forma a lo que está por venir.
“Solarstalgia”, vista de la instalación en el ARKEN Museum of Contemporary Art, Ishøj, Dinamarca, 2024. Fotos: David Stjernholm
“Coalface”, 2024. Vista instalación en Galeria Perrotin, Paris, Francia, 2024. Foto: Claire Dorn
“Panchronic Garden”, 2022. Vista instalación en galería Perrotin, Paris, Francia, 2024. Foto: Claire Dorn
“The Blue Fossil Entropic Stories, III”, detalle, 2013
“Controlled Burn”, 2022, fotograma
“Towards No Earthly Pole”, 2019, fotograma