Separarse, aceptar, superar. Todo comenzó con una separación. No sabremos quien fue el primero en irse, pero el resultado de este dolor amoroso dejó marcas que nos revela el joven fotógrafo de Cartagena, José Eduardo Sierra Vega.
Desnudo, en posturas a veces sulfurosas que pueden chocar al espectador por su transgresión, José Sierra ha vinculado su vida a la fotografía como terapia. Ha exteriorizado los demonios de este desamor como una fuerza. La fotografía le ha permitido recuperar la autoestima, sino también reflexionar sobre él-mismo y sus oscuros deseos inconfesados y inconfesables.
Con un escenografía colorida , la luz natural y los detalles bajo control, José Eduardo pinta retratos desnudos, en los que el cuerpo se convierte en una obra de arte estilizada. Su cuerpo se convierte en una escultura erótica. En un momento en que nuestros deseos más íntimos son moldeados por la sociedad en la que vivimos, este joven fotógrafo se desnuda lejos de miradas indiscretas en su cuarto de baño, espacio íntimo, confinado y tranquilizador con el que mantiene una relación materna. El artista ofrece una creación inquietante y obsesiva, donde las texturas y la calidez de la piel hacen eco a nuestros propios deseos, casi salvajes.
Hombre-Objeto, Hombre-Animal, como en una de sus últimas series titulada “Dream Foam”, José Eduardo Sierra Vega toma la apariencia de figuras emblemáticas de una cierta mitología popular. La creación, hecha en casa con objetos encontrados al azar, de estos seres híbridos al carácter monstruoso reflejan identidades eróticas de José Eduardo entre fetichismo y sadomasoquismo. De rodillas, escondido, de pie o sentado, cada nueva serie es un acto erótico desafiado.
En su mini-laboratorio, José Eduardo Sierra Vega ha comenzado a experimentar sus relaciones íntimas heteróclitas combinando el hombre-naturaleza y el hombre-cultura.
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