Into the Light, una experiencia de arte lumínico y digital, diseño inmersivo y música experimental. Hasta el 31 de agosto en La Villette de París.
En este manifiesto sensorial, la luz se toca, se escucha, se siente y se piensa. Comisariada por Tetro, Into the Light toma el pulso a doce estudios y artistas que orbitan entre el arte lumínico y digital, el diseño inmersivo y la música experimental. La exposición abre con una declaración de intenciones: aquí no hay objetos que se observan, sino entornos que se atraviesan.
Imagen superior: Grid, de Christopher Bauder y Robert Henke
Nautilus, de Collectif Scale
Sin faroles ni romanticismo de postal, Into the Light rinde homenaje al sobrenombre de París, Ciudad de la Luz, en la Grande Halle de La Villette. Este viaje inmersivo en cinco etapas se perfila como una experiencia donde la luz deja de ser un recurso atmosférico artificial para convertirse en materia viva, lenguaje y pensamiento. Esta cartografía del light art confeccionada con destellos, algoritmos, interrogantes y sombras abarca tres mil metros cuadrados y reúne en quince instalaciones lo mejor de la escena europea contemporánea del arte lumínico.
La luz como experiencia expandida
Beyond, de Playmodes
El recorrido arranca con Beyond, de los españoles Playmodes, un túnel audiovisual de diecinueve metros de longitud que fantasea con la perspectiva, el ritmo y la sinestesia.
Diapositive, de Children of the Light
La abstracción digital anterior da paso a Diapositive, de Children of the Light. Esta escultura circular en rotación modula la sala neblinosa con la luz espectral de un eclipse.
Oh Lord, de Guillaume Marmin
Sin solución de continuidad, Oh Lord, de Guillaume Marmin, transforma el área contigua en un ritual solar. Alimentada por datos astronómicos reales, esta instalación entrelaza ciencia y espiritualidad para invocar lo universal a través del resplandor.
Narcisse, de Nonotak
La luz especular se transforma en una exploración mitológica a través de Narcisse, de Nonotak; una escultura de espejos en movimiento continuo donde el espectador se encuentra y se pierde entre brillos alternados y pulsos sonoros. Un reflejo interminable, una cámara de ecos visuales en la que la identidad se diluye sin remedio.
Halo, de Karolina Halatek
En el interior de Halo, de Karolina Halatek, el cuerpo se vuelve eje. El visitante queda atrapado en el centro de un universo introspectivo: este disco tridimensional de luz convierte la mera contemplación en experiencia física. Desafiando cualquier lógica visual y espacial.
Negative Space, de Olivier Ratsi
Olivier Ratsi desorienta la percepción en Negative Space. Esta cámara brumosa iluminada por tubos verticales actúa como un portal multiplicado que emerge y se disuelve sin cesar. Un espacio mental, cargado de extrañeza, donde la geometría deviene lenguaje críptico.
Arquitecturas y coreografías de luz
Grid, de Christopher Bauder y Robert Henke
El pulso se acelera en Grid, obra monumental de Christopher Bauder y Robert Henke. La luz y el sonido electrónico se sincronizan en el ballet digital de este gigantesco alien poligonal y luminoso que respira, levita y casi nos engulle en un arrebato colectivo de pura tensión visual.
Spiraling Into Infinity, de Children of the Light
El viaje continúa con Spiraling Into Infinity, de Children of the Light: un torbellino luminoso que gira sobre sí mismo, encerrando al espectador en un baile suspendido entre lo cuántico y lo meditativo. A su lado, Orbis2, de 1024 Architecture, da forma a un cubo levitante hecho de láseres, leds y videoproyecciones en perpetua mutación que desdibujan el límite entre lo físico y lo ilusorio. Esa sensación de abismo se densifica en Abîme, de Visual System, una proyección led flotante que invita a perderse en una grieta de luz hipnótica.
One’s Sunset Is Another One’s Sunrise, de Jacqueline Hen
La pausa espiritual mana de One’s Sunset Is Another One’s Sunrise, de Jacqueline Hen. El suelo de arena azul noche y la esfera solar en suspensión construyen un hábitat de contemplación compartida en el que el tiempo se pliega y la mente respira.
En Into the Light, la luz se toca, se escucha, se siente y se piensa.
Solardust, de Quiet Ensemble
Esa respiración cósmica se amplifica en Solardust. Aquí Quiet Ensemble ha cubierto el techo con una nebulosa interestelar. Cada destello vibra con el sonido de una partitura celeste en esta galaxia colgante que transfigura el cosmos en materia sensible.
Nautilus, de Collectif Scale
El regreso a lo orgánico lo marca Nautilus, de Collectif Scale.
Una narración poética en la que la música y la luz interactúan frenéticamente.Passengers, de Guillaume Marmin
En Passengers, Guillaume Marmin transmuta al visitante en reflejo. En este túnel especular subjetivo y múltiple, la mirada se vuelve superficie.
Carnaval, de Collectif Scale
El itinerario culmina con Carnaval, una pieza exuberante de Collectif Scale que une luz y música en una coreografía visual que nos despide del recinto en estado de trance lúdico. La banda sonora de Lucie Antunes subraya la dimensión celebratoria de este fresco digital danzante.
Grid, de Christopher Bauder y Robert Henke
Into the Light es una meditación expandida sobre el poder estético, técnico, narrativo, hipnótico y espiritual de la luz.
Un evento que confirma que el arte lumínico inmersivo no está reñido con la profundidad conceptual. Un canto a la energía que nos habita y nos rodea.
Texto, fotos y vídeo: Paco Neumann
Into the Light >>> Info
Hasta el 31 de agosto.