He tenido el privilegio de ser invitado a visitar Interlaken, en la región suiza de Jungfrau, uno de los lugares más espectaculares de Europa. Durante estos 4 días de viaje, he visitado lugares bellísimos y participado en actividades inolvidables.
Interlaken y Grindelwald son sus localidades de referencia, comunicadas magníficamente por una serie de trenes y funiculares a cargo de la compañía Jungfrau Railways. La estación de Jungfrau se convirtió en 2.001 en la primera en ser nombrada “Patrimonio Mundial de la Unesco”. Uno de sus mayores atractivos es el Jungfraujoch, la terminal de tren a más altura de Europa, 3.454 metros sobre el nivel del mar. El acceso a la estación se realiza a través de un túnel excavado en la roca, al que se llega en uno de los funiculares más modernos del mundo.
Plano de la región de Jungfrau, al fondo las imponentes montañas Eiger, Mönch y Jungfrau.
Creo que la mejor forma de expresar lo vivido estos 4 días en la región suiza de Jungfrau es a modo de diario de viaje, así que empezamos:
Lunes 17 de octubre 2022
El vuelo hacía Zurich salía a las 7:55 de Barajas allí conocí a los que serían mis compañeros de viaje, los periodistas Elena, Eva y Javier y a David de la agencia Interface Tourism. Éste último es quien nos guiaría a modo de “rebaño” para que no perdiéramos ningún tren, funicular o autobús ya que teníamos por delante un montón de actividades y estaba todo medido con precisión suiza.
Llegamos a Zurich a las 10:10, cogemos tren a Berna y en Berna hacemos transbordo, para que otro tren nos lleve por un valle bordeando el lago Thun hasta Interlaken.
Centro de Interlaken, zona de aterrizaje de los parapentes. Foto: Rubén Manrique.
La pequeña ciudad de Interlaken está ubicada en la región montañosa del Oberland Bernés en Suiza central. Construida sobre una angosta franja de valle, entre las aguas esmeralda de los lagos de Thun y Brienz, tiene casas antiguas de madera y áreas verdes en ambos lados del río Aar. Está dominada por los tres colosos de piedra, los picos Eiger, Mönch y Jungfrau.
Hotel Salzano. Foto: Rubén Manrique.
Dejamos los equipajes en el hotel Salzano, nuestra base los próximos 2 días, preciosa construcción de madera con olor a pino, a 800 m del lago de Thun, con una magnífica vista de los Alpes.
Sobrevolando Interlaken. Foto cortesía de Skywings Paragliding.
En el centro de Interlaken nos encontramos con nuestro contacto de la empresa Skywings Paragliding que nos tiene preparado un vuelo de parapente en tándem. Cada uno de nosotros volaremos con un piloto, como un bebé en el pico de una cigüeña. Subimos en furgoneta unos 800 metros de desnivel para despegar desde una pradera y bajar planeando durante unos 20 minutos para aterrizar en el mismo centro de la ciudad.
Sin duda una experiencia inolvidable, la sensación de ver ese paisaje de montañas, lagos, bosques otoñales y la ciudad a mis pies la guardaré en la memoria hasta que me muera.
No se pasa miedo y los pilotos son super profesionales, muy muy recomendable.
Raclette Rafting en el lago Brienz. Foto por cortesía de Eva Martos / Desnivel.
Descansamos un poco comentando la jugada con los compañeros y después damos un pequeño paseo hasta el lago Brienz donde nos espera nuestra siguiente actividad: Raclette Rafting. Disfrutamos de una cena de raclette a base de queso fundido y vino blanco, mientras navegamos por aguas tranquilas desde Bönigen hasta Interlaken. Cae la tarde, las luces de las casas se iluminan poco a poco a orillas del río, y contemplamos la puesta de sol entre las montañas cubiertas de nieve.
Puesta de sol en en el lago Brienz. Foto Rubén Manrique.
Volvemos al hotel con sonrisa de oreja a oreja.
Martes 18 de octubre 2022
Desayunamos en el hotel a las 8,30, y vamos a Interlaken donde nos espera Marjorye Villaverde, guía de la oficina de turismo. Paseamos por la ciudad mientras nos va contando los aspectos culturales más destacados y los acontecimientos históricos de la región.
Paseando por Interlaken. Foto Rubén Manrique.
El nombre de la ciudad, adoptado en 1891, viene de su posición geográfica entre los lagos de Thun y Brienz, y sustituye a su antiguo nombre: Aarmühle. El origen de la ciudad fue un convento de los Agustinos que dejó de funcionar en 1528. Mucho más tarde, a comienzos del siglo XX Interlaken se convirtió en destino turístico de las élites europeas.
Paseando por Interlaken. Foto Rubén Manrique.
Paseando por Interlaken. El río Aar comunica el lago Brienz con el Thun. Foto Rubén Manrique.
Hoy por sus calles pasean turistas de todo el mundo: coreanos, japoneses, chinos, europeos, pakistaníes, de países árabes, etc, todos con gran nivel adquisitivo. En la ciudad abundan tiendas de relojes de alta gama, navajas Suizas y chocolates.
Paseando por Interlaken. Foto Rubén Manrique.
Paseando por Interlaken. Foto Rubén Manrique.
Nos despedimos de Marjorye y las 11:10 cogemos el funicular hasta Harder Kulm, la montaña más cercana a Interlaken a 1.322 m de altitud. Desde allí pudimos disfrutar de unas vistas fabulosas del valle, la ciudad y los picos del Eiger, el Mönch y el Jungfrau.
Vista de Harder Kulm. Foto cortesía de Turismo de Interlaken.
Turistas haciéndose fotos en el mirador de Harder Kulm. Foto Rubén Manrique.
Hay un mirador suspendido en la montaña donde los turistas buscan su hueco para hacerse la foto, nos sorprende el nivel de enganche a redes sociales que tiene la gente, supongo que ésto es la globalización digital. Disfrutamos de un delicioso almuerzo y volvemos a la ciudad camino de nuestra siguiente actividad.
De crucero por el lago Thun. Foto Rubén Manrique.
Cruzamos la ciudad hasta la parte oeste y allí nos acomodamos en un típico barco de aspas para cruzar el lago Thun, disfrutando de las bellísimas vistas en compañía de un nutrido grupo de pensionistas suizos. El barco hizo 5 o 6 paradas en diferentes localidades pintorescas para llegar por fin a la ciudad de Thun.
Vista de Thun. Foto Rubén Manrique.
Ésta es una ciudad más moderna y con más actividad que Interlaken, se nota que no viven solo del turismo, muy bonita también con sus casas típicas de madera junto al canal. Damos un paseo por la zona antigua en busca de la pizzería donde cenaremos esa noche. Volvemos al Hotel en tren para descansar, pues a la mañana siguiente nos espera un día intenso.
Miércoles 19 de octubre 2022
Desayunamos muy pronto en el hotel, pues tenemos que coger un autobús, dos trenes y un telecabina para llegar a Jungfraujoch, nada menos que a 3.454 metros sobre el nivel del mar.
Vista de Jungfraujoch. Foto cortesía de Jungfrau Railways.
En Grindelwald nos reunimos con nuestra guía de los próximos 2 días Annemarie Sterchi de Jungfrau Railways, una mujer muy simpática a punto de jubilarse, pero con la vitalidad de una jovencita. Una góndola telecabina supermoderna llamada Eiger Express nos sube en 15 minutos hasta la estación del glaciar Eiger.
El Eiger Express junto al imponente pico Eiger. Foto cortesía de Jungfrau Railways.
Las vistas son impresionantes, por un lado el valle verde salpicado de casitas típicas de los Alpes y por el otro las imponentes montañas con picos por encima de los 4.000 metros y sus glaciares, que desafortunadamente retroceden año tras año por el cambio climático. Aquí cogemos el tren cremallera que se abre camino por un túnel excavado en la montaña y que nos dejará en el Jungfraujoch (Top of Europe).
Vista del glaciar Aletsch desde Jungfraujoch. Foto Rubén Manrique.
Quedamos sin aliento ante el poder de la naturaleza que se despliega ante nuestros ojos: a un lado la vista del Mittelland hasta los Vosgos, al otro el glaciar Aletsch, bordeado por colosos de cuatro mil metros.
Turistas haciendo cola para hacerse una foto con la bandera de Suiza, no puede faltar en su Instagram. Foto Rubén Manrique.
Cientos de turistas asiáticos deambulan de aquí para allá buscando el mejor fondo para el selfie de Instagram, los coreanos hacen cola para fotografiarse junto a una bandera Suiza, y las chovas piquigualdas (una especie de cuervo) se atreven a comer de la mano de los visitantes.
Chova piquigualda y turista coreano. Foto Rubén Manrique.
Desde los 3.454 m de altitud en el Top of Europe, uno se da cuenta de lo grandioso que es este lugar y de los estragos que está haciendo el aumento de las temperaturas en los glaciares milenarios.
Comiendo con mis compañeros de viaje Elena, Eva, Javier y David en el restaurante de Jungfraujoch. Foto por cortesía de Eva Martos / Desnivel.
Dentro de la estación, hay un museo de hielo, una tienda de souvenirs y un restaurante, en el que comimos, con unas vistas impresionantes de los picos circundantes. Volvemos a Grindelwald admirando el valle iluminado por el sol de la tarde, las cabañas diseminadas aquí y allá en el tapiz verde de la pradera y al fondo las grandes montañas nevadas con sus glaciares. Es un paisaje magnífico.
Vista de Grindelwald desde el Eiger Express. Foto Rubén Manrique.
Cogemos tren y autobús para dirigirnos al glaciar George. En realidad lo que queda de él es un cañón de mas o menos 100 metros de profundidad que el deshielo ha ido excavando en la roca durante miles de años. Por aquí fluye el río Lütschine saltando de roca en roca, y sobre él nos divertimos un rato en la Spiderweb, una gran estructura de red de 170 m2 en la que se puede hacer equilibrio y trepar.
Cañon del glaciar George. Foto: Rainer Eder.
En la Spiderweb. Foto Javier García Blanco.
De vuelta en Grindelwald nos alojamos en hotel Romantik, lujoso, confortable y con unas fabulosas vistas al valle y al Eiger. Tengo la fortuna de que me asignen un apartamento increíble, una pasada, lástima que solo lo pueda disfrutar una noche.
Después de cenar en el hotel invito a mis compañeros de viaje a compartir el fantástico apartamento, tomándonos una copa mientras comentamos lo mejor del día.
Jueves 20 de octubre 2022 (último día)
Desayunamos y nos dirigimos a la estación donde nos espera nuestra guía Annemarie Sterchi, a las 8,30 cogemos un telecabina con destino a First, punto de partida de excursiones como, por ejemplo, al lago Bachalp y a Schynige Platte, pero lo que nosotros vamos a hacer es una serie de actividades de divertimento en un entorno fabuloso.
Vista de First. Foto Rubén Manrique.
Lo primero que hacemos es pasear por la “First Cliff Walk”, un puente colgante que termina en un mirador suspendido en el vacío. El panorama es imponente: el valle, la cascada, las montañas al fondo con sus glaciares y picos nevados, las cabañas de pastores, las vacas… y cómo no, coreanos haciendo cola para hacer su mejor foto para las redes sociales.
Turistas haciendo cola para la foto en la First Cliff Walk. Foto Rubén Manrique.
Seguimos a lo nuestro: Nos deslizamos por 2 tirolinas que alcanzan hasta 84km/h, la First Flyer y First Glider. Montamos en una especie de triciclos llamados First Mountain Cart con los que gracias a la fuerza de la gravedad descendemos valle abajo atravesando el maravilloso paisaje y por último la First Trottibike Scooter, una mezcla de patinete y bicicleta muy divertido con el que bajamos hasta Grindelwald, parando aquí y allá para hacer fotos y disfrutar de este regalo de la naturaleza.
Tirolina First Flyer.
Iniciando el descenso en los First Mountain Cart. Foto: Eva Martos / Desnivel.
El descenso desde First. Foto Rubén Manrique.
El descenso desde First. Foto Rubén Manrique.
Volvemos a recoger las maletas, comemos un piscolabis preparado por el hotel, y el resto no merece la pena contarlo, pues es el viaje de vuelta a casa mediante tren – tren – tren y avión. Despedida de los compañeros en Barajas.
Durante los siguientes días me dedico a procesar todo lo vivido en este impresionante lugar que es la región de Jungfrau. Tengo la cabeza llena de imágenes increíbles que recordaré siempre.
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Enlaces de interés:
Raclette Rafting (actividades)
