EL GENIO OSADO
“El suicidio como una especie de regalo”, había titulado David Foster Wallace uno de sus relatos. Tras quitarse la vida el pasado 12 de septiembre, el escritor norteamericano nos deja una obra a veces incomprendida que planea entre lo brillante y lo descarnado. Lo peor para un escritor nos son las críticas destructivas, sino el desinterés. Foster Wallace, el admirado y odiado escritor americano, podía jactarse de no provocar nunca indiferencia. Hace muy poco apareció colgado en su casa de California. ¿Fue su suicidio la pieza que faltaba para completar el personaje, para terminar de dibujar al genio? La genialidad asusta y crea desconfianza, justificaban unos ante las críticas de los otros. ¿Caemos en el error de considerar genial todo lo raro y osado?
Que cada lector juzgue por sí mismo. Desde sus sugerentes y magnéticos títulos, nunca habituales, (“La niña del pelo raro”, “Entrevistas breves con hombres repulsivos”, “Hablemos de langostas” o “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”) hasta las entrañas de su trabajo, repleto de grotescas descripciones, tan rigurosas que resulta imposible no apropiarse, sin querer, de la mirada protagonista. ¿Puede el realismo más crudo ser a la vez fresco y ligero? Wallace consigue convertir lo tedioso en atractivo. Nunca escatimó en acotaciones, metáforas y adjetivos, para asegurarse de que percibiéramos cada detalle exactamente como él lo quería transmitir. Además, entrelazaba sus descripciones con observaciones psicológicas tan claras y explícitas que ponían de manifiesto que para él lo material y lo filosófico es igual de palpable. Wallace nos habla casi siempre de temas sociales, pero vistos bajo diferentes luces: la del realismo, la de la ciencia ficción (en la futurista “La broma infinita”), la del humor (presente en todas ellas), la de la crítica más cruel (en “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”) e incluso algún tipo de colorida estética pop en títulos como “La niña del pelo raro”. Nos muestra su faceta más periodística abordando temas de actualidad como el machismo, la pornografía, el 11-S o la reciente campaña de Mc Cain. Su obra se regocija a menudo en las debilidades humanas, las exprime hasta conseguir ponerlas sobre la mesa sin florituras, hasta lograr que nos veamos por dentro como en el espejo más nítido. Si hay un tema que guarda con respeto en un pedestal es el de su gran pasión, el tenis. El escritor, gran amante de este deporte y admirador de Michael Joyce, escribió un ensayo titulado “Federer como experiencia religiosa”, una forma reverente de quitarse el sombrero ante el jugador suizo.
A Wallace hay que saber esperarle. Disfruta dando la vuelta a las cosas y haciendo mil ramificaciones, lo que podría sacar de quicio al lector impaciente. Pero, al final, te contará cosas. Si le esperas o, mejor, si le acompañas a través de los entresijos de las palabras, la sorpresa está asegurada.
11 de noviembre de 2008 a las 18:27
Tiene un gran mérito realizar una descripción tan completa y precisa de David Foster Wallace en un artículo con tan pocas palabras.
Enhorabuena a la autora por su gran capacidad de síntesis sin omitir los rasgos fundamentales de la obra de Foster. Gracias.
9 de noviembre de 2008 a las 17:45
Buen articulo que sin duda despierta interés por profundizar en la vida y obra de Foster. Como otros genios de diferentes disciplinas como Rothko en pintura o Kobain en música parece como si se hicieran más grandes después de pasar por la experiencia del suicidio. ¿Es el hombre amante de lo inalcanzable? ¿Engrandece la muerte la obra de un artista al darle el protagonismo a la creación que perdura y no al creador que se desvanece en si mismo?
6 de noviembre de 2008 a las 21:20
Muy bueno el enfoque del texto. Se consigue hablar de un personaje controvertido que merece ser tratado en sus términos de “originalidad”, y no es tarea fácil.
Lástima la pérdida de alguien que se esforzó por dejar huella, y lo logró.
6 de noviembre de 2008 a las 14:19
Buen trabajo. Quizá sea esa claridad para describir tantos aspectos oscuros de la vida lo que le llevó a convertirse en un depresivo crónico. Un coste muy alto para tanta clarividencia.
5 de noviembre de 2008 a las 15:28
Una muy buena radiografía biográfica y sobre el estilo literario del artista. Creo que es una sinopsis necesaria para los profanos de este “genio”. Gracias
5 de noviembre de 2008 a las 12:27
Muy buen artículo. Genio o no, Foster Wallace era un escritor diferente. Una pena que se haya ido justo ahora que se aventuran tiempos de cambio (o no) en su país,
3 de noviembre de 2008 a las 23:17
Genial descripción del escritor.Para el que no lo conozca, este texto le prepara perfectamente para intuir qué se puede encontrar en sus libros.
“A Wallace hay que saber esperarle”, como dice la autora del texto, pero merece la pena.
Ha sido un grata sorpresa encontrar esta referencia sobre él.Gracias