Idrissa Diallo tenía 21 años cuando murió en una celda del Centro de Internamiento de Extranjeros en Barcelona. Las causas nunca se esclarecieron, pero Xavier Artigas y Xapo Ortega decidieron documentar el caso y ver hasta dónde les llevaba. Lo que comenzó como una investigación acabó con la repatriación del cuerpo a su pueblo natal. Todo queda contado en Idrissa, crónica de una muerte cualquiera, un documental tan duro como necesario. Hablamos con Xavier, uno de sus creadores.
Idrissa, crónica de una muerte cualquiera supone la investigación sobre la muerte del joven guineano Idrissa Diallo en el CIE de Barcelona. ¿Cómo os enterasteis del caso y en qué momento decidisteis documentarlo?
Xavier Artigas: Idrissa murió en medio del caldo de cultivo que se creó en Barcelona durante el 15M. A lo largo de la segunda mitad del 2011 habíamos tejido redes entre activistas y colectivos y estábamos muy conectados. Cuando Idrissa murió, el 6 de enero de 2012, todos nos enteramos inmediatamente. La reacción vino el día siguiente: la gente pedía justicia y reparación; que se investigara lo que había ocurrido. Es en este marco que se formó el colectivo Tanquem els CIEs por parte de un grupo de gente que llevaba tiempo trabajando en temas relacionados con el control migratorio y el racismo institucional.
Nosotros estábamos inmersos en una vorágine: documentar todo lo que pasaba en Barcelona desde que se había ocupado Plaza Catalunya. Lo de Idrissa no fue una excepción. Tuvimos claro enseguida que debíamos contar la historia de este joven, del que no teníamos ni una foto. En definitiva, nuestra tarea en el 15M fue esta: dar visibilidad a todas aquellas cosas que estaban ocurriendo y que no salían en los medios. Sin embargo, tuvimos que esperar a terminar el documental con el que estábamos trabajando en el aquel momento: Ciutat Morta. Es por este motivo que no empezamos con la investigación de Idrissa hasta 2014.
Además de vosotros y la propia familia de Idrissa, se cruzan en el relato diversos activistas y artistas. ¿Quiénes son?
Los primeros y principales ya los he mencionado: son la gente de Tanquem els CIEs, un colectivo que aún sigue en activo en el que participan muchas personas migrantes. Buscamos también la alianza inmediata de La Directa, probablemente uno de los medios de comunicación más serios de Catalunya a la hora de dar visibilidad a los movimientos sociales y con quienes ya habíamos trabajado. Conectamos también con la artista guineana Nakany Kanté, que llevaba diez años viviendo en Catalunya. Ella es quien nos ayudó a localizar a la familia de Idrissa y quien nos acompañó en los viajes que hicimos a su pueblo.
Durante el proceso de investigación del caso, que para nosotros duró cinco años, se creó el Centro Iridia, un colectivo de defensa de los Derechos Humanos que fue clave para toda la investigación. Pero sobretodo en las gestiones que hicimos para repatriar el cuerpo de Idrissa hasta su pueblo. Más tarde, ya a nivel de la producción del documental, nos cruzamos con el artista sonoro Filastine, quien nos hizo una espectacular banda sonora. En este sentido también hay que mencionar a figuras como Juan Segura, responsable del montaje sonoro, el montador Pablo Gil, la directora de fotografía Lucía Venero o la guionista Laia Manresa: un equipazo.
Lo que empieza como la investigación de su muerte se convierte en la repatriación de su cuerpo a su pueblo natal. ¿Teníais algún guion previo, o lo fueron escribiendo las propias circunstancias?
Teníamos un guion de Laia Manrsea que se iba modificando sobre la marcha, a medida que avanzaba la historia. Toda realidad supera siempre la ficción y Dios es un guionista puñetero. Nunca habríamos pensado que acabaríamos repatriando el cuerpo de Idrissa. Nosotros queríamos hacer una peli de investigación periodística y acabamos haciendo una road movie. Esta es la magia del documental, sabes cómo empiezas pero nunca cómo acabas.
Cuando vimos que era imposible averiguar lo que realmente había ocurrido aquella noche del 6 de enero en el CIE de la Zona Franca decidimos emprender otro camino: el de la reparación. La familia nos había expresado ya su deseo de poder disponer de cualquier objeto de Idrissa, ni que fuera una zapatilla, y acabamos utilizando la película como dispositivo para la repatriación del cuerpo.
¿Habéis tenido algún tipo de ayuda por parte de alguna institución, ya sea de carácter local, autonómico o estatal?
Hemos recibido ayudas públicas y privadas propias del mundo audiovisual: ICEC, ICAA, TV3, Media, algunas fundaciones, etc. Después del desastre económico que significó para nosotros Ciutat Morta, aprendimos la lección. Nunca cuentes lo que realmente quieres hacer ni les hables de la voluntad activista que hay detrás de los proyectos. No es cuestión de mentir, sino de poner el acento en la historia más humana que se esconde detrás del proyecto. Esto les gusta.
Nosotros entendemos que lo que hacemos tiene una función pública. Se trata de explicar los engranajes del poder y el funcionamiento de las violencias institucionales. Todo el mundo debería conocer estas historias. Por este motivo, nos parece justo que parte de la producción sea financiada con dinero público. Mejor que vaya destinado a un cine socialmente responsable y comprometido y no al simple entretenimiento.
Por el contrario, ¿os han planteado alguna traba o dificultad?
Las principales dificultades con las que nos hemos topado han sido a la hora de investigar el caso. No ha habido ningún tipo de colaboración por parte del CIE. Ni del cuerpo policial que custodia sus internos: la Policía Nacional. Todo lo que tiene que ver con los CIEs está envuelto por una opacidad total y por un discurso en paralelo según el cual todo funciona perfectamente y de forma ejemplar.
Nos preguntamos: ¿si todo es tan perfecto porqué tienen miedo de hablar de casos como el de Idrissa? Aparte de esta opacidad nos hemos visto también sometidos a la violencia burocrática que implica el hecho de querer repatriar un cuerpo a África. Ninguna administración nos lo ha puesto fácil y hemos estado a punto de tirar la toalla muchas veces. Llegar al final de la película (la ceremonia de entierro de Idrissa) fue una verdadera pesadilla.
¿Cómo ha reaccionado la familia de Idrissa al ver el documental?
Sus hermanos más próximos lo han visto con mucha emoción: es también su historia. Están infinitamente agradecidos por explicar al mundo la historia de su hermano. Respecto al resto de la familia en Guinea, tenemos aún pendiente hacer un visionado para ellos. No es nada fácil: se trata de una zona muy remota sin electricidad y de muy difícil acceso. Esperamos algún día poder montar allí una proyección.
Ha tenido numerosos reconocimientos a su paso por festivales, ¿cuáles?
Idrissa se estrenó en la sección oficial del Festival de Sevilla de 2018. Desde entonces ha estado en un gran número de festivales y se ha llevado premios importantes como el premio del público del Festival de Alcances, el premio ScreenLy del DocumentaMadrid o el premio a mejor largometraje documental del festival Fic-CAT. La película también recibió el reconocimiento del Ayuntamiento de Barcelona a través del premio Montserrat Roig a la comunicación social. Recientemente, Idrissa estuvo nominada a mejor película documental en los premios Gaudí aunque finalmente no ganara la estatuilla.
Se estrenó el pasado mes de noviembre en cines, ¿qué tal ha sido la acogida y dónde podemos verlo actualmente?
El documental en cines es complicado en este país. Es raro que se proyecten en salas y cuando esto ocurre el público es muy minoritario. Partiendo de esta base estoy contento. La película tuvo una buena acogida en todo el estado (Madrid, Barcelona, Valencia, Lleida…) y no fue nada mal a nivel de taquilla. A partir de aquí, la difusión será a través de plataformas tipo Filmin. Y –como con todas nuestras películas– estará pronto liberada en Internet.
Trailer IDRISSA – subtítols català from Polar Star Films on Vimeo.