La editorial Terranova publica Gracias por su visita, un librito de fotografías que recopila un puñado de pinchos de tortilla servidos en los bares de Madrid. ¿Otro ejercicio de hipsterización del costumbrismo? ¿Una nueva estilización del concepto viejuno por parte de las nuevas generaciones? Este proyecto a nosotros nos sirve como recordatorio de que queremos volver al bar y pedir lo de siempre. Ahora más que nunca.
Gracias por su visita es una colaboración entre el fotógrafo Joseph Fox y la diseñadora gráfica Lizzie Frost, dos vegetarianos trasplantados de Londres a Madrid en 2017. La tortilla de patatas fue el hilo conductor de una revelación: el mundo español de los bares de viejo demostró tener más riqueza gastronómica de lo que ellos estaban acostumbrados.
La idea era sacar a la luz Gracias por su visita mucho antes. Como con tantos otros proyectos, la pandemia se cruzó y los planes cambiaron. Tras el parón de máquinas forzoso ahora lo publica Terranova, la pequeña editorial de Barcelona que pone el foco en los formatos físicos y analógicos y da voz a artistas de la periferia cultural.
El bar común se les apareció a Joseph y a Lizzie como el perfecto microcosmos para entender la idiosincrasia de su lugar de acogida. Las fotos lo subliman hasta abstraerlo en su modo más conceptual. La colección de viñetas a todo color a lo largo de estas 68 páginas de 100 gramos con barniz UVI brillo y cubierta de 300 gramos dan unidad al álbum como si fuera un único bar.
Y, a pesar de todo, Gracias por su visita denuncia la homogenización y destaca el detalle del rincón concreto. La mesa desnuda o con mantel de cuadros, las cortinas, materiales como la formica, el mármol, la madera o el azulejo, la servilleta que envuelve los cubiertos, el tenedor como banderilla, el currusco de pan. Su objetivo, siendo guiris, o a pesar de ello, es el de reivindicar la autenticidad de estos locales. Embellecer algo en lo que cuesta encontrar la belleza de su día a día.
Eso de venir de fuera para recordarnos lo bueno que aquí hay. El pincho de tortilla, penúltimo bastión de la resistencia frente a la gentrificación. Un bocado prioritario de la gastronomía española, entendida la gastronomía como un eje vertebrador que atraviesa desde el aprendizaje sentimental colectivo al patrimonio de un país, sus influencias, sus diferencias y sus parecidos. Entendido también el pincho como una imagen icónica elevada en este caso a una significancia casi pop.
La tortilla –la de patatas, la española, como gustemos– es plato de raíz que reina de mil maneras en cualquier geografía del país. Pero esto trata del pincho de tortilla como especialidad madrileña, un triángulo de amarillo huevo que es propio y pertenece al imaginario del bar de toda la vida de dios.
Pero Gracias por su visita no hace hincapié en la autoría de cada pincho, ni siguiera en el bar al que pertenece. Vemos sin más y desde el mismo ángulo casi 70 tortillas diferentes. Patatona o no, cruda o quemada, tersa o rugosa, delicada o mazacote. Con o sin cebolla, da igual, pues apenas trasciende tal diferencia en las imágenes. Lo importante es repetir, página a página, tortilla a tortilla, el valor de lo elemental.