BIENVENIDOS AL MARAVILLOSO MUNDO DE TIM BURTON
La secuencia inicial de “Frankenweenee” (Tim Burton, 2012) no deja lugar a dudas: lo que vamos a ver es, ni más ni menos, una fiel revisión del corto homónimo que él mismo dirigiera bajo la tutela de la Disney en 1984. La (sustancial) diferencia es que, si en aquel el potencial creativo de Burton se circunscribía forzosamente dentro de los códigos del cine de acción real, en esta nueva versión el director ha podido, al fin, contar con el (titánico) empaque necesario para canalizar ese torrente a través de un medio, la animación stop-motion, en el que no sólo ha creado escuela, sino que se configura como el único e imprescindible para encarnar sin constricciones su exuberante y personalísimo imaginario emo. Y si el calco de ese corrillo familiar arrebolado frente al film amateur de Victor nos da una pista sobre los derroteros que tomará la narración, el guiño intertextual de la utilización de gafas 3D por parte de los personajes nos brinda otro dato esencial: nuestra ubicación temporal, el momento actual, va a tener un consistente peso, técnicamente hablando, en la película. Ambos datos concurren en una obviedad que, si bien consustancial al género de la animación, lo es aún más en el caso de Burton: aquí, el envoltorio es cien veces más elocuente, emotivo y revelador que el contenido.
No quiere esto decir que los tintes autobiográficos que Burton vierte en el protagonista (su condición de outsider, su sensibilidad, el imperturbable refugio que encuentra en sus libros y en su arrolladora imaginación) no doten de un valor añadido a la película. Pero la querencia del director a que su obra hable por él queda ratificada una vez más con la espectacularidad y la exacerbada meticulosidad de la puesta en escena, en la que el homenaje, vía cementerios y exhumaciones, a los tenebrosos y tétricos universos de George A. Romero, Roger Corman, Edgar Allan Poe, Murnau y (cómo no) Mary Shelley, amplía sus miras con jocosas alusiones a algunos de los grandes hitos del cine fantástico de las últimas décadas, desde “La mosca” hasta “Gremlins”, “Batman” o “Jurassic Park”. Una amalgama metarreferencial que sólo tiene cabida gracias a la dilatación de la narración y la introducción de nuevos (y encantadores) personajes y giros en el relato. Aunque, en un caso tan carismático como el de Tim Burton, sus fans siempre nos quedemos con ganas de más.
Frankenweenee se estrena en cines mañana jueves, 11 de octubre