El ahora dúo madrileño publica su tercer disco, Vida Nueva, producido por ellos mismos y editado con Subterfuge
Vida Nueva. El disco que acaban de publicar los madrileños Fira Fem no podía haber sido bautizado de mejor modo. Un tercer elepé con el que arrancan una nueva etapa reconvertidos en dúo, cantando en castellano, formando parte de la familia Subterfuge y diestros de una electrónica que se adivinaba en ellos desde sus inicios en 2010. Óscar de la Fuente (voz, guitarras y sintes) y Manuel Cachero (programaciones, sintes y samples) se han quedado solos a los mandos de lo que antes fue una banda. Por eso ahora han obviado la percusión baquetera y la línea de bajo, y se dejan acompañar por nuevos compañeros, o compañeras más bien: las máquinas.
No cuesta reconocer en absoluto la savia endogámica de los Fira Fem de siempre en estos ocho cortes que componen su nuevo trabajo. Las voces dulces y ensoñadoras, ya actúen de rol principal o de fondo desdobladas, nos sitúan en la identidad que asociamos a ellos desde hace ya seis años. Pero esta vez, la dicotomía hombre-informática ha ganado la batalla al protagonismo de las fórmulas convencionales, y si alguna vez les vimos acercarse al poso rock ahora capitanean las filas poperas asentados en un engranaje electrónico suave y descafeinado.
Fotos: Fátima Sanz
Atienden a la dosis perfecta entre la cultura club noventera y el pop de vanguardia sutil, elegante y fino. Chispean y destellan en este Vida Nueva como las luces technicolor que azotan una oscuridad en la que se niegan a caer del todo, a pesar de que algunos de los mensajes encriptados en este disco flirteen con ella. Es el caso del tema que da nombre al álbum, con ese inicio perturbador, casi molesto, que desemboca en una realidad conceptual que podría analizarse exactamente así -perturbadora y molesta- aunque acabemos acomodándonos en ella sin remedio. “Ahora solo hablo con pantallas”, cantan mientras aceptamos esa certeza.
Un juicio electropop sobre los pasos que va dando la sociedad del siglo XXI, hacia ese futuro que ya es un presente en el que la tecnología forma parte innata de nuestra vida, a veces incluso con mayor profundidad que la que ejercen nuestros iguales. Así es “Parteluz”. Muestra esa cara anti melódica, mecánica, la menos humana de todas las canciones que conforman este Vida Nueva. Un álbum que se resiste a doblegarse ante la alienación, aunque parezca hacerlo con la robótica “Héroe local”, y que se niega a perder la esencia viva rescatando la dulzura en “Diosas Mujeres” o en la celestial “Nadle”, con la que se encargan de recordarnos precisamente que “ciencia y magia ahora se llevan bien”.
Caras y cruces entrelazadas, tecnología y humanismo, razón y corazón, pensamientos y visceralidad. Todo ello ha ido a parar a esta nueva entrega de Fira Fem, guiada por otra hermosa contradicción, esta vez enfocada al sonido: distorsión y suavidad. Porque mientras se deshacen en detalles sonoros y orgánicos en “Dan Deep” o la instrumental “Pantallas”, y las programaciones y bases se significan en ese lamento musical, Óscar y Manuel inciden en la empatía bailonga con “Bromas”. Esa característica única y propia de los seres humanos, que a veces se disfraza de cobarde por no atreverse a reconocer verdades, o incluso torpezas.
Vida Nueva es un álbum homogéneo, que transita frondoso por la coherencia. Que logra saltarse las barreras de la dislexia emocional y apuesta por la imaginación, esa otra capacidad nuestra que siempre nos distinguirá de las máquinas.