Filip Custic niega el dolor y la tragedia en su obra, aunque admite que en su inmensa e implícita transitoriedad existe una búsqueda de la concreción en su turbadora narrativa.
Artista multidisciplinar y un tanto iconoclasta, reconoce hoy un viraje hacia el compromiso social y medioambiental. En su imaginario pervive el futurismo, el constructivismo, la Bauhaus y conceptos vitales como el orden y lo sistemático. Creció entre un mar y un océano —Croacia y Tenerife— que actuaron como disparadores de emociones contrastadas. Para Custic las relaciones que mantenemos con los objetos, con la realidad o la ficción se transforman.
Y esa deliciosa volatilidad es captada por la mirada, nunca binaria, de Filip Custic, que nos traslada y nos abre ventanas, planteando la búsqueda de nuevas realidades y coqueteando con el relativismo moral, pues aquello que un día fue verdad, que asumimos como un avance incontestable, hoy puede ser inconcebible o al menos revisable.
Fuimos a ver la charla que Filip dio en el Design Fest 2019, organizado por IED Madrid y pasamos la tarde con él aprendiendo a reasignar emociones y significados a los objetos.
Imagen superior: Rosalía, Bagdad.
Creciste entre dos lugares llenos de contrastes: Tenerife y Croacia. El Mediterráneo más balcánico y caucásico y el Atlántico canario, qué como un exiliado o un inmigrante parece huir a la vez que evocar América. ¿Cómo contribuyeron estos escenarios y esos contrastes a construir tu personaje?
Filip Custic. Por un lado Croacia me ha influenciado sobre todo en que es muy limpio, sistemático, técnico, ordenado, y sigue los estilos constructivista, futurista, Bauhaus… Yo vibro mucho con eso. Por otro lado me crié en Tenerife. Lo primero que me viene a la mente es que era una isla, y que me sentía muy aislado, lejos de cualquier sitio, en medio del océano Atlántico. Pienso que ahí se me despertaron las ganas de no sentirme limitado por el espacio y poder romper barreras, aunque suene a cliché, en el fondo de mí persiste ese sentimiento.
Hablando de clichés, eres un artista multidisciplinar que rehuye ser etiquetado. Posees una intensa trayectoria: te formaste como fotógrafo, has sido estilista, director creativo e incluso modelo, además te interesa la ciencia. ¿Cómo fusionaste todas esas realidades? ¿Qué relación mantienes con los temas científicos?
Filip Custic. Bueno, mi formación científica fue sobre todo en bachillerato. Estudié ciencias técnicas con dibujo técnico, física, química. Durante bastante tiempo pensé que me iba a dedicar a algo científico, por eso le presté mucha atención y trabajé mucho esta parte.
Aunque en los últimos años he reaprendido a tener relación con la ciencia, en principio rechacé la idea de dedicarme a ella, pensé que quería hacer algo creativo, creativo, creativo, si bien vibro mucho con el código científico, con las ideas cuánticas y con las matemáticas y la física, me interesan muchísimo. A día de hoy creo que es una parte bastante sólida de mi discurso y la verdad es que me gusta mantenerlo. Evidentemente lo combino con aprendizajes más espirituales o más psicológicos.
La filosofía también me interesa mucho, hago un popurrí de todas las disciplinas. Pero sí, últimamente, he redirigido el foco hacia la ciencia.
Hablando de espiritualidad, la relación a veces tormentosa con el objeto y el culto a la excepción a través de la patafísica, se convierten a partir de un momento clave en señas de identidad de tu discurso. ¿Cómo llegaste a ellas y en qué medida han hecho avanzar tu historia?
Filip Custic. La palabra objetivismo viene de ser objetivo –si eso es posible–, sin embargo el objetismo, relativo al objeto, es un término que me inventé hace tres años. Fue entonces cuando comencé a observar corrientes artísticas como el dadaísmo, el realismo o el surrealismo. Lo decidí de una forma muy impulsiva: “venga, pues yo voy a crear el objetismo”.
Todo gira en torno al objeto, la relación que tenemos con él, cuál es el símbolo que se existe tras él, porqué nuestra psicología se siente atraída hacia unos objetos y no hacia otros.
Construir textos visuales con imágenes me ayudó bastante. En el último año he abandonado ligeramente esta idea porque pensé, que era muy pretencioso llamar a lo que hacía “corriente artística” de un modo tan rotundo y tan temprano. De cualquier modo, ha sido una palabra que ha ayudado a definir lo que hago. A la gente le gusta mucho ese término, ha dado mucho juego, tanto que —como vosotros— me lo preguntan en muchas entrevistas. Estoy pensando en darle un nuevo valor y mantenerlo, en realidad es divertido contemplar otra faceta de mi creatividad, inventar términos.
Por otro lado, la patafísica es el culto a la excepción, es la ley física que se rige por la excepción. Esta palabra me llegó un día estando de fiesta, se me acercó alguien que nunca más volví a ver y me dijo: “a ti te gustará la patafísica”. Al día siguiente lo investigué, me impactó, me inspiró muchísimo su significado y de lo que trataba. Comprobé que era un campo que no se había explotado en absoluto, a la gente no le había llamado la atención, y por eso yo quise darle voz.
Muy interesante y poético. Hablando de vanguardistas de principios del siglo XX, vemos en tus trabajos guiños al surrealismo y especialmente al Dalí atómico, ¿que valoración tienes de esta corriente y en qué medida te ha marcado su influencia? ¿Que otros artistas históricos, vanguardistas o contemporáneos te interesan?
Filip Custic. Me nutro de fuentes históricas, sociales y artísticas, de todo el saber humano general, asimilando y proyectando sus aprendizajes al presente a través de sus obras.
Por ello, entre mis maestros del pasado no sólo se encuentran artistas, sino también científicos, poetas y polímatas como Leonardo Da Vinci, Nikola Tesla, Hilma af Klint, Federico García Lorca…
Mi proceso de asimilación y reconfiguración de influencias, se traduce en una creatividad que está entre lo clásico y lo contemporáneo, el pasado y el futuro. Aunque Dalí no es una figura que tenga especialmente en mente en mi desarrollo creativo, mis “cuadros virtuales” sí que reflejan el interés de los surrealistas por la figuración, y el uso extensivo de objetos de manera simbólica y onírica, como principal vehículo de comunicación visual.
Perfecto, aclarado, sigamos… Como medios usas performance, pintura, diseño, fotografía o collage, todo enmarcado en un universo que evoca la moda, e indaga las posibilidades de la comunicación, en un mundo sumergido en la tecnología, otro de los soportes que utilizas. ¿Cuál es el hilo conductor de todo ello?
Filip Custic. El hilo conductor son las experiencias de mi vida. Lo que me llega en el momento lo voy tomando, estoy abierto a los estímulos que recibo y me inspiro en el presente que vivo. Si por ejemplo voy a una exposición sobre Egipto, o de instrumentos o de lo que sea … estoy seguro de que me inspirará para crear algo muy próximo. Creo que en nuestro tiempo, la tecnología es un campo nuevo que contempla nuevas cuestiones y nuevas formas de materialización.
Texto: Jaume Amills y María Muñoz
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