FIB 2010

CRÓNICA Y FOTOS DE MARKUS RICO

Madrid-Benicàssim. Cuatro horas nos separan para llegar al XVI Festival Internacional de Benicàssim. Pedro Monzó conduce. Mientras, yo pienso qué me depararán estos cuatro días. Porque festivales hay muchos, pero como el FIB pocos. Y eso lo ha demostrado durante su largo recorrido. Este año tengo mis dudas: el cartel no pinta demasiado bien, los hermanos Morán dejaban a Vince Power la gestión del festival. Ha habido un descenso de las actividades extra musicales y además se prevé una menor cantidad de fibers. Aunque enseguida compruebo que esta disminución de asistentes resulta increíblemente placentera: menos colas, menos bullicios en los conciertos y la posibilidad de ver a muchos de los grupos sin la tensión de ser empujado por ingleses sedientos de alcohol, como si de una película de vampiros se tratase. Quizás el año que viene el FIB reciba más visitantes, pero gente como yo tendremos este buen recuerdo. O todo lo contrario y, como resultado, seamos otra vez menos de lo esperados.

Llegamos bastante tarde. Me esperan en la maravillosa casa de César Segarra. Después de los saludos y algunos vodkas rojos (marca Hacendado, son los mejores) voy a la zona de acreditaciones. Tengo mucha curiosidad de ver si, como se decía, el procedimiento será más rápido. A mi parecer, es bastante parecido al de años anteriores. Consigo entrar. Lo primero que me sorprende es el tamaño de algunos de los escenarios, más grandes de lo habitual. Voy a la sala VIP, en la que este año se permite la entrada a prensa. Me decepciono al ver que las bebidas no son gratis y decido no volver. Otra vez me toca beber cerveza. Vamos a Temper Trap, mi gran apuesta para la primera noche. No me defraudan.

Viernes. Vamos a la playa (oh oh oh oh) aunque no en exceso, no quiero parecer el típico turista achicharrado por las llamas. Llegamos pronto. Quiero ver a Julian Casablancas (cantante de The Strokes). Sonido pésimo, aunque el escarceo de algunos hits de su banda madre hacen enloquecer al público. Decido que ya tengo suficiente. Cambio de escenario. El Fiberfib tiene el tamaño idóneo, y se puede disfrutar perfectamente de los conciertos (muchos de los grupos que pasaron por allí se merecerían ser cabezas de cartel). Hot Chip comienza. Enloquecemos. Tras ellos, Goldfrapp. En un primer momento pienso que Alison es Kylie. Fue correcta. Todo lo contrario que Calvin Harris. Más cervezas y Boyz Noize.

Sábado. Sin resaca. Piscina y más vodka rojo. Sunday Drivers se despiden bajo un público que grita “no os separéis” . Es una pena que una de las mejores formaciones anglo-pop de nuestro país se retire. Les toca el turno a Prodigy, no merecida cabeza de cartel. Una actuación en la que muestran lo que ya sabíamos: ser un grupo gastado y con muy poca fuerza. Renovarse o morir. Llega Cut Copy. Bailamos al ritmo de sus hits, Lights and Music y Hearts on Fire. Adelantan algunos temas de su nuevo disco. Parecen diferentes. Esperaré a escuchar el disco entero. Corriendo hacia Klaxons, que presentan un trabajo que todavía no ha salido a la venta. Mucho ruido y pocas nueces. Más cervezas, baño en la piscina y a dormir.

Domingo. Paella valenciana. Piscina y (cómo no) vodka rojo. Voy a la sala de prensa. Consigo un folleto informativo con las estadísticas y me sorprende el equilibrio entre asistentes extranjeros (60%) y españoles (40%). Paso por Foals, lo hacen bien y animan al público. Directo al esperado concierto, Gorillaz. Tocan por primera vez en España. La pantalla de las proyecciones es enorme. Casi treinta artistas encima del escenario. El espectáculo musical y visual me hace recordar a los mejores momentos de Madonna. Sin duda es el gran concierto del festival y único merecedor de ser cabeza de cartel. Desde lejos escucho los primeros acordes de Into the galaxy. Midnight Juggernauts mantienen nuestra exaltación. Bailamos, bebemos cervezas y alguna copa invitada. Letfield. Yuksek. Amanece. After en el camping y del resto no me acuerdo.