CRÜ entiende la arquitectura como una suerte de labor arqueológica. El estudio barcelonés interviene con brío en espacios de escala doméstica de distintas épocas y orígenes. Desde un antiguo lavadero público de la Ciudad Condal en La Clara (2021), hasta un edificio del modernismo catalán de los años 30 en La Carla (2020).
El estudio de arquitectura CRÜ tiene por costumbre bautizar sus viviendas con un nombre de mujer tomado de sus clientes. Su arquitectura es “cruda y sin ornamentos. Muy sincera en aspectos formales y económicos”, explica Joan Astallé, fundador del estudio junto a Clàudia Raurell. Desde 2014, reforman los espacios comprometidos con “el respeto por la preexistencia, con la visión romántica de darle una segunda vida útil manteniendo restos del pasado”. Exploran en sus diseños el contrapunto y la simbiosis para que “no compitan lo viejo y lo nuevo”. Y apuestan por casas con “una distribución de circulaciones fluidas. Toda la flexibilidad que nos pide la sociedad tiene que estar trasladada a las viviendas”, afirma Astallé.
La Clara (2021) de estudio CRÜ
La Clara es la vivienda diseñada por CRÜ sobre un antiguo lavadero público en el distrito de Les Corts, originalmente un pequeño pueblo, que se anexionó a Barcelona en 1897. En esta época de finales del siglo XIX y principios del XX se popularizó en la Ciudad Condal la externalización de la higiene doméstica del lavado de la ropa. Comenzaron a construirse espacios para la colada en la planta baja de los edificios, habitualmente en la parte interior de las manzanas y con acceso directo a la calle. Como sucede en este proyecto, en el que los arquitectos descubrieron la palabra ‘lavadero’ en la zona de la escalera, ubicada en la parte posterior de la preexistencia. “Vimos que la escalera era original de la época del lavadero. Tenía un carácter muy doméstico, así que decidimos mantenerla dejando la cerámica vista”, explica Astallé.
La estrategia de diseño de este volumen de 300 m² con forma alargada se fundamentó en la búsqueda de la luz. El estudio eliminó las techumbres de la especie de almacén que había ocupado anteriormente el espacio para “generar dos patios. Uno central, de mayor dimensión, que separa el salón y la cocina de la zona de estudio vinculada a la calle. Y un segundo patio, de menor dimensión, que ilumina tangencialmente esta zona de día, pero fundamentalmente los dos dormitorios de la planta baja y el tercer dormitorio de la planta de arriba”, detalla Astallé.
La vivienda sorprende con una estética contemporánea de estilo industrial, que muestra con crudeza los materiales. Deja sus instalaciones vistas, cubre su fachada con chapa ondulada metálica y marca su identidad en los interiores con “las vigas de hormigón de distintos formatos que aparecieron cuando derribamos los falsos techos. Las conservamos y complementamos con nuevos techos soportados por cerchas y perfiles metálicos”, precisa Astallé. Sus apuestas más singulares son: el mobiliario del frente de cocina revestido en hierro y la isla de hormigón fratasado en el mismo material que el suelo, entendida como “una pieza que emerge del pavimento a nivel escultórico”, comenta Astallé.
La Carla (2020) de estudio CRÜ
La Carla se ubica en un edificio modernista de 1936 del barrio del Eixample, tan reconocible por sus manzanas cuadradas de esquinas achaflanadas ideadas por el ingeniero y urbanista Ildefonso Cerdá. Cuando CRÜ realizó la reforma de esta vivienda, dio protagonismo a la riqueza de sus suelos “de mosaico nolla, muy bonito y con un valor muy notable, y el parqué del pasillo con un enmarcado muy fino. Desde el principio tuvimos claro que teníamos que restaurarlos”, cuenta Astallé. Los arquitectos también recuperaron el atractivo ornamental de sus techos, renovando los monumentales rosetones y cornisas tan propios de los hogares de la clase adinerada de la época. En las zonas sin ornamento, “desnudamos los techos y restauramos el sistema de forjados metálicos con cerámica curva que apareció. Una nueva textura que pintamos por completo de blanco”, explica Astallé.
Los arquitectos rompieron con el carácter tradicional de esta casa, enfatizado por las clásicas carpinterías de la fachada por las que entra generosamente la luz, sumergiendo todo el dormitorio principal en un azul índigo: “queríamos generar un punto oscuro, sosegado y elegante. Aplicamos el color en las paredes, los techos y los armarios. Otra estrategia interesante fue coronar con un espejo la caja de madera del vestidor para crear el efecto de duplicar las cornisas del techo”, revela Astallé.
La optimización del espacio es clave en la zona infantil. Unos paneles correderos de gran formato diseñados en madera de arce permiten incluir o aislar los dos cuartos de los niños de la sala de juegos. Y en estancias como la cocina, camuflada de blanco a lo largo de la pared del pasillo, donde una isla “transgrede la antigua zona de office y coloniza el pasillo para entender todo este espacio al completo como la cocina”, detalla Astallé.
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Créditos de La Clara (2021)
Arquitectura: CRÜ
Clàudia Raurell + Joan Astallé
Anna Enrich, Alejandra Alonso, Lluís Salvatella
Clientes: Clara i Alan
Constructora: Construccions Rovian S.L.
Ingeniería de estructuras: Calmat S.L.
Superficie: 300 m²
Presupuesto: 300.000 €
Fotografía: Adrià Goula
Arte & Mobiliario: Nanimarquina, Marset, Barcelona BD, Jaime Hayon, Mobles 114, Marc Morro, Pebe studio
Créditos de La Carla
Arquitectura: CRÜ
Clàudia Raurell + Joan Astallé
Alejandra Alonso, Anna Enrich
Obra: H2O Constructora
Superficie: 140 m²
Presupuesto: 160.000 €
Fotografía: Adrià Goula
+ www.cru.cat