Ernesto Artillo es un clásico de Neo2, pero esta vez no viene a mostrarnos sus fotos de moda, si no que viene a hablarnos, de entre otras cosas… sus talleres y sus ensayos sobre Dios.
Ernesto Artillo es un artista multidisciplinar (Málaga en 1987), su obra se caracteriza por fusionar moda, arte y cultura popular con un enfoque surrealista y profundamente personal. Es un creador que desafía categorías, utilizando la moda como lienzo para explorar identidades fragmentadas y tradiciones reinventadas, siempre con un toque de provocación poética.
Artillo es un artista multidisciplinar (Málaga en 1987), su obra se caracteriza por fusionar moda, arte y cultura popular con un enfoque surrealista y profundamente personal. Es un creador que desafía categorías, utilizando la moda como lienzo para explorar identidades fragmentadas y tradiciones reinventadas, siempre con un toque de provocación poética.
Ernesto, ¿Dónde está el hogar de Ernesto Artillo?
Ernesto Artillo: En Agua Amarga, una pedanía del Parque Natural de Cabo de Gata. Después de once años en Madrid, vine para una residencia de arte y me quedé. Me compré un coche para poder moverme y encontré una casa en la ladera de una montaña, a pocos metros del mar. Con grandes arcos, techos planos, muebles de obra, esquinas redondeadas, muros anchos… esta casa de los años sesenta es un buen ejemplo de la arquitectura almeriense. La llamé El Limbo, ese no-lugar entre el paraíso y el infierno, ese cruce entre lo inalcanzable y lo fundamental, símbolo de resistencia a las resoluciones definitivas… un nombre premonitorio para todo lo que se iba a desarrollar aquí.
Volver al hogar es una experiencia muy personal, cada uno la siente y vive de manera distinta. ¿Cómo es la tuya?
Ernesto Artillo: Es una experiencia física. Se me bajan los hombros cuando dejo la carretera nacional y cojo la desviación hacia Cabo de Gata. Aquí, todos los pueblos están comunicados por carriles. Me encanta conducir por ellos. De una curva a otra, pasas de un oasis a un desierto, y del desierto a un laberinto de invernaderos. La explotación está a pocos metros del veraneo. De nuevo, una confusión entre extremos. También cambia la noción del tiempo. No es más rápido ni más lento, simplemente es más ligero.
¿Crees que es más fácil escucharse a uno mismo cuando se está fuera de la ciudad?
Ernesto Artillo: Para escucharnos, primero conviene apagar el ruido, en su sentido más amplio. Por eso, en mis talleres, pido a los participantes que se desconecten de lo cotidiano: que vistan de un solo color, que dejen los móviles y que no hablen de sus ocupaciones. A través del silencio y la contemplación, damos espacio a la creatividad.
Ahora te dispones a ofrecer uno de tus nuevos talleres artísticos. ¿Qué podremos encontrar en este que no hayamos visto en los anteriores?
Ernesto Artillo: En los talleres comparto los conceptos que estoy trabajando en cada momento, por eso tienen títulos diferentes: Nadie, Más allá, Vigor, Potencia, Trans, La Carne, El fin del mundo… Para esta ocasión, he retomado el primer título de todos: Lo íntimo y lo público, con el que exploraremos qué queremos contar y cómo, ampliando las posibilidades a través de diferentes disciplinas. Su estructura será la misma que la primera vez que lo hice. Quien no es el mismo soy yo, así que entiendo que esa es la principal novedad de este taller: desde dónde lo abordo esta vez. Intuyo que más desde el cuerpo que desde la palabra.
Dices que los talleres son la expresión artística de la que más orgulloso te sientes, ¿por qué?
Ernesto Artillo: Me parece la más completa. Entiendo los talleres como piezas escénicas de varios días en las que todos somos, a la vez, performers y público. El pueblo, las calas, los acantilados… son la escenografía y el vestuario, con sus uniformes monocolores. Se difuminan los límites entre lo artístico y lo cotidiano, entre lo doméstico y lo instalativo, entre lo escénico y lo ritualístico, en busca de una nueva forma que se articula reconociendo lo que ya está, lo que está en nosotros.
Sé que eres una persona muy conectada con tu interior. ¿En qué punto espiritual te encuentras en este nuevo 2025?
Ernesto Artillo: Dios deja de ser un tema para convertirse en un estado. Durante estos últimos años he abordado el asunto de Dios desde diferentes perspectivas: como idea, como comunidad, como objeto de pensamiento, como cuestión filosófica, como experiencia física… Pero poco a poco, esa búsqueda se ha ido apaciguando, dando lugar a una sensación de descanso genuina que aparece precisamente cuando asumo que Dios no puede ser una ambición. Lo divino ya no está solamente en la altura trascendental de una iglesia, ni en la belleza de un paisaje, ni en el silencio de un templo, ni en la mirada de otro, ni en las manos de una Virgen, ni siquiera dentro o fuera de uno. También está en todo lo demás. La fe no como un esfuerzo, sino como una aceptación de lo que sencillamente es.
¿Qué nuevas aventuras deseas emprender en los próximos meses?
Ernesto Artillo: Quiero terminar de ordenar los ensayos que tengo escritos sobre Dios y publicarlos en un librito que se llamará Una Pregunta Sin Respuesta.
Fotografías Santu Misra