Entrevistamos a Ricardo VicenteEl 23 de octubre Richi Vicente lanza su segundo disco en solitario, “Hotel Florida”

Siempre que he hablado con Richi Vicente que, afortunadamente, ha sido en muchas ocasiones y muy variadas, saco la misma conclusión: la genialidad y la honestidad no solo son compatibles, sino que unidas, y cuando son innatas, brillan con un entusiasmo asombroso. Y de esto podemos ser testigos en obras como la suya. Quizás sea por la desvergüenza de sus letras, por saber meterse hasta el fango, por la sencillez de unos sonidos que calan hasta lo más profundo, o sencillamente porque alberga en él esa capacidad del genio que hace de la realidad, aunque sea molesta, algo sagaz. El próximo 23 de Octubre ve la luz su segundo disco en solitario, “Hotel Florida”. Un álbum que ha grabado junto a Enrique Moreno y Nahúm García, que además ha hecho las veces de productor, editado junto al sello de The New Raemon – Cydonia Records- y distribuido por Bcore. Un trabajo de nueve canciones que esconden realismo a patadas, conciencia con consciencia y bonitas colaboraciones, como la de Zahara. Juntos, desmenuzamos su nueva creación en esta charla.

Acostumbrados a escucharte siempre a través de tu voz y una guitarra…Y a juzgar por el sonido de este Hotel Florida cargado de detalles, coros, palmadas, e incluso voces femeninas… ¿podríamos decir que se trata de tu trabajo más experimental?

Es un trabajo en el que he dedicado más tiempo a la fase de composición, unos cuatro meses, y en el que he estado más mano a mano con Nahúm y Enrique. En cierto sentido sí puede que sea el más experimental; sobre todo porque cuando le das tantas vueltas al final acabas cambiando cosas, te aburres de lo que el mes pasado te parecía bien, y se van creando cosas. Lo cierto es que me he dejado llevar más, sí.

Hay varias referencias al cine en este disco… Pero dime, si Hotel Florida fuera una película, ¿cuál sería?


Es verdad que hay algunas referencias a una película que trata sobre la historia de los corresponsales de guerra. Realmente habla de un potencial corresponsal de guerra y de la frustración, hablo de la película “Hotel Ruanda”. Durante muchos años me obsesionó aquella masacre y el holocausto que hubo. Así que sí, podríamos decir que la película podría ser “Hotel Ruanda”. También es verdad que con el título del disco, Hotel Florida, hago un guiño a aquel hotel de Madrid desde donde Hemingway, Capa y otros corresponsales escribían bajo las bombas que caían sobre la ciudad.

¿Y la canción de “Romeo Dallaire” tiene algo que ver con esto también?

Rome Dallaire es el comandante de la ONU que vio, ante su impotencia, como tenían que matar a toda aquella gente. Es muy interesante. Soy muy obsesivo con las biografías y hay una parte de la suya que me partió el corazón; la que trata de cuando volvió a Canadá e intentó olvidar todo lo que había visto con alcohol y el tipo de decía que era menos doloroso matarse lentamente con alcohol que lo que había vivido. La canción en sí habla de un escritor que no ha escrito nunca nada y que cree que si escribe algo que sea brutal, como son las guerras, va a ser bueno. Se apoya en la realidad para escribir, y eso es un error clásico. Tiene un carácter de road movie porque en la trama tiene bastante peso la idea de escapar.

Esta idea de road movie, road album en este caso, está un poco presente en todo el disco, ¿pero qué historia engloba a estas nueve canciones y has querido contar bajo el título de Hotel Florida?

La parte más biográfica presente en este disco, y que quiero contar, es que cuando yo ya era un viejo y decidí ser escritor, me dejé llevar por esa idea de buscar cosas impactantes y viajar a lugares donde el dolor, de lo que digamos el tercer mundo, siempre es una perspectiva auténtica que te sugiere escribir. Y lo único que sentí fue miedo absoluto. Pero me trajo una adicción, que es la sensación de estar a salvo al volver y que eso lo buscas siempre. Y el tema es ese, uno intenta hacer cosas arriesgadas para sentir esa paz cuando está a salvo.

Luego es cierto que existe esa frustración de cuando vuelves e intentas describir lo que has visto, nunca hace justicia ni remotamente a la realidad… Ocurre también con otros ámbitos, o con viajes incluso de otro tipo. Es como si las palabras se quedasen cortas para describir… ¿Tú crees que con tus canciones consigues esa justicia con respecto al impacto que has presenciado?

Lo que ocurre es que yo soy muy cabezón con esta idea, y arrastro una frustración brutal con esto que me estás planteando. A mí los viajes me parecen un fraude, pero sin embargo no puedo dejar de escribir sobre ello. Me parece un fraude intentar convencer a otro de que tu viaje ha cambiado el mundo o te ha cambiado a ti. La perversión de la violencia y de la guerra es así. Y a mí me gusta cometer pecados y decir que los estoy cometiendo y tengo la culpabilidad de que lo que estoy haciendo es un fraude en el sentido literario, pero es que no hay más.

¿Digamos que te acoges al metarrealismo puro y la crudeza,no?

Intentar verme de fuera, intento hacerlo. Lo bueno que tienen las canciones es que en la literatura tienes que explicarlo todo mucho más en profundidad, y con las canciones puedes dar unas pinceladas mucho menos objetivas, y no te pones tanto en la palestra. Pero bueno, para eso están las entrevistas, para que lo saquen (risas).

Entrevistamos a Ricardo VicenteFotos: Nahúm García

¿Por qué “Belleza y miedo” para empezar el disco y “Belleza y tiempo” para concluirlo?

Porque son las dos únicas cosas que he aprendido en un viaje. La gente cree que puede comprar un viaje y hay cosas que no se pueden comprar. Hay dos parejas, la belleza y el miedo no se pueden comprar, y la belleza y el tiempo tampoco se pueden comprar. Y son como las cosas más preciadas, es como intentar exponerlas. Tú puedes ir a ver belleza pero no se puede comprar. Te gustaría ganar tiempo y comprarlo, nada, tampoco se puede, prueba a ver. Te gustaría comprar el miedo… nada, prueba. Ni el más rico del mundo puede hacerlo.

Luego además, todos estos conceptos son tan subjetivos y tan intangibles que no son igual para todo el mundo. Son infinitos y sus acepciones lo son también…

Claro, claro, es que es esa infinitud la que yo intento defender. Y aparte, aunque sean subjetivas, y creas que la puedes poseer porque es tu punto de vista, da igual, en realidad tampoco las posees.

Pero aquí ya nos metemos con el concepto de las ideas puras de Platón, el mito de la caverna, que si lo que ves son sombras, que si no es la realidad aunque lo parezca…

(Risas) Hombre, dime tú otra visión occidental.

(Risas) La de Richi Vicente…

Bueno, pero con la mía no se puede hacer filosofía.

Igual te vemos en los próximos libros de Filosofía. Richi Vicente, nuevo pensador del siglo XXI…
Que va, yo soy un profesor que no usa libros. Jamás he llevado libros, lo que hago es hablar e interactuar.

¿Qué te ha llevado a contar con Zahara para poner voz en alguna de estas canciones?

Ha sido una cosa genial. La canción que abre el disco, y en la que ella canta conmigo, forma parte de una aventura que hice este verano, que fue bajar en moto hasta el Puerto de Santa María e iba haciendo conexiones con Radio3 y tal… Estando de viaje recibí la llamada de que existía la opción de que Zahara cantara conmigo y para mí fue una emoción brutal! Mira eso sí que tienen de bueno los viajes, que es verdad que en cuanto sales de la rutina te ocurren cosas. He tenido mucha suerte de poder trabajar con ella, me parece una artista brutal, tiene la misma visión que yo sobre que está metida en algo a lo que no va a poder renunciar en la vida, está atrapada en la música y en componer. A nivel técnico fue una verdadera burrada! Nos entendimos perfectamente en el estudio.

“Belleza y miedo” precisamente es una de las canciones más intensa y más redonda del disco…

Zahara es una intérprete genial. Fue muy lindo, estoy muy contento, muy agradecido.

¿Te acompañará en alguno de tus conciertos con este disco?

Estaría genial la verdad, creo que podría darse el caso. Yo ahora mismo estoy organizando toda la gira y hay que comprender que las agendas son las agendas y a veces son incompatibles. Pero yo estaría encantado.

Entrevistamos a Ricardo Vicente

En canciones como “Muriendo de frío” o “Hablando en serio”, te acercas ciertamente a la psicodelia…

Sí. Hacía mucho tiempo que yo estaba pensando en un disco como este. Que empezara un poco más instrumental, como es la canción que canto con Zahara, y luego ya meter baterías como es el caso de “Muriendo de Frío”. Quería empezar desglosando las canciones y luego ir metiendo sintes, que empiece una batería sola y que el tiempo de cada frase mande la frase y no la idea de canción… eso es psicodelia un poco sí. He querido experimentar un poco con esto, sí. El sinte es algo de lo que intento dar pinceladas, pero no hacer todo un disco a partir de ellos porque me cambiaría la identidad.

Luego la propia “Ruanda”, de la que hablábamos antes, tiene un rollito sesentero que también se sale bastante del tiesto…

Es la última canción que compuse. No he querido asumir ninguna referencia anterior para estas canciones; quería que el proceso de la grabación de este disco estuviera centrado solo en este disco, no hay descartes, es un bloque. Y cuando estaba a punto de terminar, pensé que necesitaba una canción que tuviera unas guitarras más presentes, más chirriantes y quizás por eso te suene a sesentero. Tiene más movimiento, es más de baile sin ser una canción de baile propiamente dicho. Es para la única canción con la que paré todo el proceso de creación y dije “ahora falta esto”, y la hice como una pieza última.

¿Y qué me cuentas de “Trampa 22”?
Es un tema complicado, casi caótico… 
Me parece que es la mejor canción del disco! Pero por una cuestión personal. Es una guerra interna que tengo desde hace mucho tiempo sobre hacer las estrofas de una canción independientes, que cada una mande, que cada una cambie… Y fue tan brutal, y la letra está tan presente, que decidí que durante toda la canción yo estuviera expresando aquello que me estaba comiendo por dentro, y luego ya que entrara la banda y que la terminara. Es como un reto, es la canción que más me ha costado escribir.

Y siendo la canción que más te gusta del disco, ¿por qué es “Como que sale el sol” la elegida para ser el single?
Porque yo generalmente nunca tengo razón (risas). A ver, entre tú y yo, y los que lo vayan a leer… Yo soy muy obsesivo , cuando me pongo a escribir entro en un bucle y lo que más trabajo me cuesta es lo que más valoro. Y eso no tiene por qué ser lo mejor, así que me dejo asesorar. Tengo un ego muy cerrado, pero no muy grande. Y luego el equipo fantástico con el que cuento, también hay cosas que saben que me van a doler y entonces no me las dicen (risas). En serio, elegir un single está sujeto a muchos factores, entre ellos las plataformas donde se vaya a lanzar y cómo tiene que funcionar y ese tipo de cosas. Así que me dejo llevar por los profesionales del equipo.

A nivel conceptual están presentes el amor, el desamor, la frustración, los instantes compartidos… Al final estos temas siguen inspirando canciones y canciones… Pero ¿qué cuentas tú de nuevo sobre todos ellos en este Hotel Florida?

Es evidente que no se puede escribir de música popular sin hablar de la soledad o el miedo a la soledad o de lo poco que utilizas la compañía, al final tienes que hablar del amor. Es así, no se puede hablar de otra cosa, porque es algo que te afecta cuando tienes 14 o 16 años y no lo resuelves en tu vida. Y para este disco hablo de todo ello a través de una trama, de unos personajes… Y aquí entra otro de mis temas preferidos que es la figura del “hombre masculino mantenido”. Esta trama, que espero que se entienda, también me gustaría contarla en profundidad, quizás con un libro, una vez que pase todo el tema del disco. Lo que ocurre es que, en el anterior álbum cuando junté la literatura con el disco, al final vi que había cosas que habían funcionado muy guay, pero otras no, porque no puedes contar con el mismo tiempo para dos cosas tan grandes como una novela y un álbum.

O sea que ya planeas un nuevo libro basado, esta vez, en las canciones de Hotel Florida…

Sí me gustaría ya de cara al año que viene poder contar bien esta trama. Voy a ir más poquito a poco para dedicarle el tiempo necesario a cada una de las dos cosas. Tienes que repartirlo bien todo, el libro, el disco y luego tocar. Además, los canales son los canales y no te pueden entrevistar dos veces en poco tiempo por temas tan parecidos o casi lo mismo.

Hace un par de años, cuando hablamos por tu disco/libro anterior, “Qué haces tan lejos de casa?”, me dijiste que te considerabas un escritor de canciones… ¿te sigues viendo igual?

Sí, sí, me considero un escritor de canciones con un guión entre medias. Lo que ocurre es que la experiencia de hacer canciones tiene un lado genial que es que me sacan de casa, pues la literatura, a nivel prosa, es más recogida. Y además no tiene el mismo ritual, no es lo mismo la presentación de un libro que el ritual de un concierto, y yo eso me es imposible abandonarlo. Vuelvo a lo que hablábamos antes de Zahara, cuando al final estás enganchado, pase lo que pase lo que hay que hacer es seguir tocando. Sigo siendo el mismo, sí.